¿Alguien cree de verdad que el cristianismo contemporáneo carece de predicadores, libros, traducciones de la Biblia, y detalladas declaraciones doctrinales?

Lo que realmente falta es pasión para invocar al Señor hasta que Él abra los cielos y se muestre Todopoderoso.

La oración es más que algo que nosotros hacemos. Es algo que Dios hace a través de nosotros. Acepta la invitación de Dios para encontrarte con Él - y participar en Su voluntad en la tierra.

Únete a los exploradores que han abierto caminos para el Señor en la oración.

lunes, 31 de marzo de 2014

TODA LA ARMADURA DE DIOS


La frase “toda la armadura de Dios” viene de un pasaje en el Nuevo Testamento: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:13-17).

Efesios 6:12 indica claramente que el conflicto con Satanás es espiritual, y por lo tanto ninguna arma material puede ser empleada con efectividad contra él y sus demonios. No se nos da una lista de tácticas específicas que él usará. Sin embargo, el pasaje es muy claro en que cuando seguimos fielmente todas las instrucciones, podremos permanecer firmes y obtendremos la victoria, a pesar de sus ofensivas.

El primer elemento de nuestra armadura es la verdad (vs. 14). Esto es fácil de entender, puesto que el Señor Jesús dice que Satanás es “el padre de la mentira” (Juan 8:44). Es muy sorprendente la lista de las cosas que Dios considera como abominaciones. Una “lengua mentirosa” es una de las cosas que Él describe como “aborrecibles para Él” (Proverbios 6:16-17). Él establece claramente que ningún mentiroso será admitido en el cielo (Apocalipsis 22:14-15). Por lo tanto, somos exhortados a basarnos solo en la verdad, para nuestra santificación y liberación, y para beneficio de aquellos ante quienes somos testigos.

También en el vs. 14 se nos dice que nos vistamos con la coraza de justicia. Una coraza debía proteger al guerrero de una herida fatal en el corazón y otros órganos vitales. Esta justicia no se refiere a las obras de justicia hechas por los hombres—aunque éstas ciertamente son una buena cobertura de protección, cuando las usamos contra los reproches y acusaciones que sufrimos a manos del enemigo. Sino más bien, se trata de la justicia de Cristo, imputada a nosotros por Dios y recibida por fe, la cual guarda nuestros corazones contra las acusaciones y cargos de Satanás, y protege nuestro ser interior de sus ataques.

El verso 15 habla de la preparación de los pies para el conflicto espiritual. El soldado moderno necesita prestar particular atención a sus pies, tanto como lo hacía el soldado en la antigüedad, donde algunas veces el enemigo ponía peligrosos obstáculos en el camino de avanzada de los soldados. Esto se parecía mucho a las minas de hoy. También la enfermedad puede dañar los pies de un soldado que carezca del calzado apropiado. La idea de la preparación con el evangelio de la paz, sugiere que necesitamos avanzar dentro del territorio de Satanás con el mensaje de gracia tan esencial para ganar almas para Cristo. Satanás tiene muchos obstáculos colocados en el camino, para detener la propagación del evangelio.

El escudo de la fe, del que habla el vs. 16, hace inefectivo el ataque de Satanás de sembrar dudas respecto a la fidelidad de Dios y Su Palabra. Nuestra fe –de la que Cristo es el autor y consumador (Hebreos 12:2)— es como un escudo de oro, precioso, sólido y substancial; como el escudo de poderosos guerreros, por el cual grandes cosas son logradas, y por medio del cual, el creyente no sólo repele, sino conquista al enemigo.

El yelmo del vs. 17 que cubre la cabeza, es, nuevamente para mantener protegida la parte más crítica del cuerpo. Podríamos decir que nuestra manera de pensar necesita ser preservada. La cabeza del soldado estaba entre las partes más importantes por proteger, ya que sobre ella podían descargar los golpes más mortales, y es la cabeza la que ordena sobre todo el cuerpo. La cabeza es el asiento de la mente, la cual, cuando ha sido guardada por la segura “esperanza” del Evangelio para la vida eterna, no recibirá falsa doctrina, o dará lugar a las desesperantes tentaciones de Satanás. La persona no salva, carece de la esperanza de protección contra los embates de la falsa doctrina, porque su mente es incapaz de discernir entre lo verdadero y lo falso.

El verso 17 se interpreta a sí mismo, respecto al significado de la espada del Espíritu. Mientras que todo lo demás es de naturaleza defensiva, aquí está la única arma ofensiva en la armadura de Dios. Habla de la santidad y el poder de la Palabra de Dios. No es concebible un arma espiritual más grande que ésta. En las tentaciones de Jesús en el desierto, la Palabra de Dios fue siempre Su poderosa respuesta a Satanás. ¡Qué bendición es, que esa misma Palabra esté a nuestra disposición!

Orar en el Espíritu (esto es con la mente de Cristo, con Su corazón y Sus prioridades), como en el vs. 18, es la culminación de lo que involucra armarnos a nosotros mismos, vistiendo toda la mencionada armadura de Dios. Es significativo que este pasaje de la Escritura es esencial en las prioridades del ministerio, remarcado a través de las epístolas de Pablo; él sostiene que la oración es el elemento más esencial para alcanzar la victoria y madurez espiritual. ¡Cuán sinceramente la solicita también para él mismo (vs. 19-20)!


jueves, 27 de marzo de 2014

LA BATALLA ESPIRITUAL


Hay dos errores primarios cuando se habla de la batalla espiritual: sobre-enfatizarla y subestimarla. Algunos culpan a los demonios que necesitan ser expulsados de cada pecado, cada conflicto y cada problema que enfrentan en sus vidas. Otros ignoran completamente la realidad espiritual y el hecho de que la Biblia nos enseña que nuestras batallas son contra poderes espirituales. La clave para el éxito en la batalla espiritual es encontrar el balance bíblico. Algunas veces el Señor Jesús expulsó demonios de la gente, y algunas veces sanó a la gente sin mencionar lo demoníaco. El apóstol Pablo enseñó a los cristianos a librar batallas contra el pecado en ellos mismos (Romanos 6), y a librar batallas en contra del maligno (Efesios 6:10-18).

Efesios 6:10-12 declara, “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Este pasaje nos enseña algunas verdades cruciales: (1) Sólo podemos tener fortaleza en el poder del Señor, (2) Es la armadura de Dios la que nos protege, (3) Nuestra batalla es contra fuerzas espirituales de maldad en el mundo.

(1) Un poderoso ejemplo de esto es el arcángel Miguel en Judas versículo 9. Miguel, como el más poderoso de todos los ángeles de Dios, no reprendió a Satanás en su propio poder, sino que le dijo “El Señor te reprenda”. Apocalipsis 12:7-8 dice que en el final de los tiempos, Miguel derrotará a Satanás. Aún así, cuando se presentó su conflicto con Satanás, Miguel reprendió a Satanás en el nombre y autoridad de Dios, no en la suya propia. Es sólo a través de nuestra relación con el Señor Jesucristo que nosotros, como cristianos, tenemos alguna autoridad sobre Satanás y sus demonios. Es sólo en Su nombre que nuestra reprensión tiene algún poder.

(2) Efesios 6:13-18 nos da una descripción de la armadura espiritual que Dios nos da. Debemos estar firmes con (a) el cinturón de la verdad, (b) la coraza de justicia (c) el Evangelio de la paz, (d) el escudo de la fe, (e) el yelmo de la salvación, (f) la espada del Espíritu, y (g) orando en el Espíritu. ¿Qué es lo que estas piezas de la armadura espiritual representan para nosotros en la batalla espiritual?

Debemos hablar la verdad contra las mentiras de Satanás. Debemos descansar en el hecho de que somos declarados justos por el sacrificio que Cristo hizo por nosotros. Debemos proclamar el Evangelio, sin importar cuánta resistencia recibamos. No debemos vacilar en nuestra fe, no importa cuán fuertemente seamos atacados. Nuestra defensa principal es la seguridad de que tenemos nuestra salvación, y el hecho de que las fuerzas espirituales no pueden quitárnosla. Nuestra arma ofensiva está en la Palabra de Dios, no en nuestras propias opiniones y sentimientos. Debemos seguir el ejemplo del Señor Jesús en reconocer que algunas victorias espirituales sólo son posibles a través de la oración.

El Señor Jesús es nuestro mejor ejemplo para la batalla espiritual. Obsérvese cómo el Señor Jesús manejó los ataques directos de Satanás: “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a Él el tentador, y le dijo; Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está; No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían” (Mateo 4:1-11).

La mejor manera de combatir a Satanás es como el Señor Jesús nos mostró: citando la Escritura, porque el diablo no puede manejar la espada del Espíritu, la Palabra del Dios Viviente.

El mejor ejemplo de cómo no enredarse en una batalla espiritual nos lo presentan los siete hijos de Esceva. “Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo; Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo, dijo; A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos” (Hechos 19:13-16).

¿Cuál fue el problema? Los siete hijos de Esceva estaban usando el nombre del Señor Jesús. Esto no fue suficiente. Los siete hijos de Esceva no tenían una relación con el Señor Jesús, por lo tanto sus palabras eran carentes de cualquier poder o autoridad. Los siete hijos de Esceva se estaban basando en una metodología. Ellos no se basaban en el Señor Jesús, y no estaban empleando la Palabra de Dios en su batalla espiritual. Como consecuencia, recibieron una humillante golpiza. Aprendamos de su mal ejemplo y manejemos las batallas espirituales como lo describe la Biblia.

En resumen, ¿cuáles son las claves para el éxito en las batallas espirituales? Primero, que nos apoyemos en el poder de Dios, no en el nuestro. Segundo, que reprendamos en el nombre del Señor Jesús, no en el nuestro. Tercero, protegernos con toda la armadura de Dios. Cuarto, librar nuestras batallas con la espada del Espíritu: la Palabra de Dios. Por último, debemos recordar que aunque libramos batallas contra Satanás y sus demonios, no cada pecado o problema es un demonio que necesita ser reprendido. “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó” (Romanos 8:37).



lunes, 17 de marzo de 2014

LA ORACIÓN ECHA MANO DE LA ETERNIDAD


Ningún hombre es más grande que su vida de oración. El pastor que no ora está jugando; los cristianos que no oran, se extravían. El púlpito puede usarse como un escaparate para exhibir talentos naturales de comunicación; el cuarto privado de oración no permite ostentación.

Afectada por la pobreza espiritual como lo está hoy en día, la iglesia está más afectada aquí, en el hábito de la oración. Hay muchos organizadores, pero pocos agonizadores; muchos motivadores, pocos ejemplificadores; muchos cantantes, pocos constantes; muchos pastores, pocos luchadores; muchas ánimas, pocas lágrimas; mucha canción, poca pasión; muchos mediadores, pocos intercesores; muchos escritores, pero pocos luchadores. Al fallar aquí, fallamos en todo.

Los dos requisitos para una vida cristiana exitosa son: visión y pasión, las cuales nacen y se mantienen sólo por la oración. El ministerio de la predicación está abierto a unos pocos; el ministerio de la oración —el más excelso de todos los ministerios— está abierto a todos. Los adolescentes espirituales dicen: “No voy esta noche, es sólo la reunión de oración”. Poco motivo tiene Satanás para temerle a tanta predicación. Sin embargo, la lección aprendida de experiencias pasadas hace que reúna todo su ejército infernal para luchar contra los del pueblo de Dios que oran... Dios no es pródigo con Su poder; para ser mucho por Él, debemos serlo con Él.

Este mundo desciende al infierno a una velocidad que hace que el avión más rápido luzca como una tortuga; sin embargo, por desgracia, pocos podemos recordar la última vez que nos perdimos una noche de sueño esperando en Dios por un avivamiento que sacuda al mundo. Nuestros corazones no se conmueven. Confundimos el andamiaje con el edificio. La predicación de hoy en día, con su pálida interpretación de las verdades divinas, nos lleva a confundir la acción con la unción, la conmoción con la creación, el ruido y el movimiento, con el avivamiento.

El secreto de la oración es orar en secreto. Un pecador dejará de orar, y un hombre de oración dejará de pecar. Estamos en bancarrota, pero no quebrantados; ni siquiera hemos sido tocados.

La oración es profundamente sencilla y sencillamente profunda. La oración es una forma tan simple de comunicación que hasta los labios infantiles la pueden intentar, y sin embargo, es tan sublime que agota el vocabulario del adulto. Una catarata de palabras ardientes no significa que Dios esté impresionado o conmovido. Una de las más profundas intercesoras del Antiguo Testamento no tenía palabras: “Solamente se movían sus labios, y su voz no se oía”. No hay lingüistas aquí, sólo “gemidos indecibles”.

¿Estamos tan por debajo del cristianismo del Nuevo Testamento que no conocemos la fe histórica de nuestros padres (con sus implicaciones y operaciones), si no sólo la fe histérica de nuestros semejantes? La oración es para el creyente lo que el capital es el hombre de negocios. ¿Puede alguno negar que en la configuración de la iglesia moderna la principal causa de la ansiedad es el dinero? Sin embargo, lo que preocupa más a las iglesias modernas es lo que menos le preocupaba a la iglesia del Nuevo Testamento. Nuestro énfasis está en pagar, el de ellos en orar. Cuando hemos pagado, tomamos nuestro lugar; ellos, “cuando hubieron orado, el lugar en que estaban tembló”.

En materia de oración nuevotestamentaria, inspirada por el Espíritu, sacudidora del infierno, quebrantadora del mundo, nunca tanto ha sido dejado en manos de tan pocos. Para este tipo de oración no hay sustituto. ¡La hacemos o morimos! LR



miércoles, 12 de marzo de 2014

LA “EXPERIENCIA EXTRA-CORPORAL” (PROYECCIÓN ASTRAL)


La información acerca de la experiencia “fuera del cuerpo” es a la vez amplia y subjetiva. De acuerdo a Wikipedia, una de cada diez personas afirma haber tenido una experiencia fuera del cuerpo (EFC), y hay muchos tipos diferentes de experiencias.  Estas van desde las experiencias fuera del cuerpo involuntarias o experiencias cercanas a la muerte que ocurren durante o después de un trauma o accidente, hasta lo que se llama “proyección astral” en la cual una persona trata voluntariamente de dejar su cuerpo atrás y ascender a un plano espiritual donde ella cree que va a encontrar la verdad y claridad espiritual.

Algunos cristianos famosos han tenido lo que podríamos llamar, en el mundo actual, una experiencia fuera del cuerpo, especialmente el apóstol Pablo. Él dice en 2 Corintios 12:1-4: “Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar”. En los versículos anteriores a este pasaje, Pablo enumera sus “jactancias” o las cosas que, si se cuenta como obras buenas para asegurar su salvación, lo llevarán al cielo. A pesar de que parece referirse a un tercero, los estudiosos están de acuerdo en que él está hablando de sí mismo en tercera persona. Por lo tanto, ¿cómo es que cuenta esta experiencia aparentemente fuera del cuerpo?

El tono y contexto de toda la epístola aclara que lo que Pablo dice aquí es que cualquier revelación que viene de fuera de la Biblia (la  revelación extra-bíblica) no es una fuente confiable, y como dice Pablo: “no me conviene gloriarme (en ello)”. Es decir: “No se gana nada con ello”. Esto no quiere decir que su experiencia extra-corporal no fuera real, sino que él no confiaba que tal experiencia fuera a darle una verdad superior o mejor que la que contenía la Escritura, ni que en realidad lo beneficiara ni a él ni a otras personas de ninguna manera.

Una experiencia fuera del cuerpo involuntaria o una experiencia cercana a la muerte, como la del apóstol Pablo, deben ser tratadas de la misma manera que un sueño en la vida de un cristiano: es un fenómeno inexplicable que puede servir como anécdota, pero que de ninguna manera debemos poner a la misma altura de la verdad revelada de Dios, la Biblia. El único lugar en que encontramos la verdad absoluta está en la Palabra de Dios. Todas las demás fuentes son meramente historias humanas subjetivas o interpretaciones personales acerca de esto o aquello. El libro de Apocalipsis, o la visión de Juan, es una excepción a esto, al igual que las profecías o visiones de los profetas del Antiguo Testamento. En cada uno de esos casos a los profetas se les dijo que se trataba de una revelación del Señor, y que debían compartir lo que habían visto, ya que fue dada directamente por Dios mismo para asegurar la salvación de Sus escogidos, para consolarlos y fortalecerlos; al mismo tiempo que fue dada para llamar a los pecadores al arrepentimiento.

Una experiencia fuera del cuerpo voluntaria (una “proyección astral”), es una historia diferente. Una persona que está tratando de lograr una experiencia fuera del cuerpo con el fin de ponerse en contacto con ciertos espíritus o el mundo espiritual, es lisa y llanamente practicar el ocultismo. La proyección astral toma principalmente dos formas. La primera se llama “modelo fase”. Esta es aquella en que la persona trata de encontrar nuevas verdades espirituales, accediendo a una parte de la mente que está “apagada” durante la vida cotidiana. Esta práctica está conectada al budismo y al postmodernismo, y se basa en la creencia de que la iluminación se consigue por el mirar dentro de uno mismo. La otra forma es llamada “modelo místico”, y es cuando la persona intenta salir del cuerpo por completo y dejar que su espíritu viaje a otro plano que no está conectado con el mundo físico en absoluto.

La Biblia nos advierte explícitamente contra la práctica oculta o brujería en Gálatas 5:19-20, diciendo que quienes la practican no heredarán el reino de los cielos. Los mandamientos de Dios son siempre para nuestro bien, y Él nos manda a mantenernos lejos de las prácticas ocultas, porque hay un gran peligro potencial, al tratar de acceder al mundo espiritual, de exponerse a la influencia de los demonios, quienes pueden falsificar cualquier tipo de experiencia además de confundir nuestras mentes sugiriéndonos mentiras acerca de Dios, tal como la serpiente lo hizo con Eva.

Job 4:12-21 describe a Elifaz siendo visitado por un espíritu de mentira en una visión que le dice que Dios no considera a los seres humanos y que Él no se preocupa por nosotros, lo cual es falso.

El “modelo fase” también es inútil de acuerdo a las Escrituras. Jeremías 17:09 dice: “El corazón es engañoso por sobre todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” y 1 Corintios 2:1-5 dice: “cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”. En otras palabras, es inútil buscar la sabiduría infinita de Dios dentro de la mente finita del hombre.

Un ejemplo concreto de esto viene del popular libro 90 Minutos en el Cielo, escrito por el pastor Don Piper. Piper describe lo que es, en esencia, una experiencia fuera del cuerpo que tuvo después de un grave accidente automovilístico durante la cual él cree que murió y fue al cielo durante noventa minutos. Sea o no verdad que Piper vio realmente el cielo o que pasó tiempo allí es discutible, y al final nadie, sino Dios lo sabe. Sin embargo, hay un problema grave, teológicamente hablando, con la declaración del pastor Piper: su conclusión se basa en su experiencia. Él le dice al lector que ahora que él ha “estado en el cielo” puede consolar a las personas en dolientes en los funerales “con más autoridad” que antes. Los motivos de Piper podrían  ser los correctos: quiere dar a la gente esperanza. Sin embargo, es absolutamente incorrecto decir que su propia experiencia subjetiva le da más autoridad para administrar la esperanza del cielo que la verdad perfecta de la Escritura. No hay ninguna experiencia subjetiva, no importa cuán consoladora suene o parezca, que sea más importante que lo que la Palabra de Dios nos revela, porque esta nos transmite la verdad de Dios, la cual sabemos es perfecta e inmutable; una experiencia subjetiva, en cambio, podría ser verdad, o no.


En conclusión. Cualquiera que sea la clase de experiencia extra-corporal de la que estamos hablando, el punto principal a recordar es que una experiencia fuera del cuerpo no nos dará ni verdad ni conocimiento. Si una experiencia fuera del cuerpo involuntaria se produce en la vida de un cristiano, el mejor enfoque sería considerarla en la misma categoría que un sueño interesante o emocionante; pero de ninguna manera puede considerarse como una fuente de verdad espiritual. Los cristianos deben encontrar la verdad sólo en la Palabra de Dios, como el Señor Jesús ora en Juan 17:17: “Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad”.



lunes, 10 de marzo de 2014

LA MANERA CORRECTA DE ORAR


¿Es mejor orar de pie, sentado, de rodillas, o inclinado? ¿Deben estar mis manos abiertas, cerradas o levantadas hacia Dios? ¿Deben estar cerrados mis ojos cuando oro? ¿Es mejor orar en un templo o afuera en la naturaleza? ¿Debo orar por la mañana cuando me levanto, o por la noche antes de ir a la cama? ¿Hay ciertas palabras que necesito decir en mi oración? ¿Cómo comienzo mi oración? ¿Cuál es la manera correcta de cerrar una oración?

Estas preguntas, y otras, son preguntas comunes acerca de la oración. ¿Cuál es la manera correcta de orar? ¿Acaso importa cualquiera de las cosas mencionadas?

Con mucha frecuencia, la oración es vista como una forma de “fórmula mágica”. Si tú no dices exactamente las cosas correctas, u oras en la posición correcta, Dios no escuchará y responderá a tu oración. Esto es completamente anti-bíblico. Dios no responde a nuestras oraciones basado en cuándo oramos, dónde estamos, qué posición corporal adoptamos, o en qué orden decimos nuestras oraciones. Primera de Juan 5:14-15 nos dice, “Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”. Similarmente, Juan 14:13-14 declara, “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, Yo lo haré”. De acuerdo a esto, y a muchas otras Escrituras, Dios responde a las peticiones de oración basándose en si éstas se piden de acuerdo a Su voluntad y en el Nombre de Cristo (para traer gloria a Jesucristo).

Así que, ¿cuál es la manera correcta de orar? Filipenses 4:6-7 nos dice, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. La manera correcta de orar es derramar tu corazón ante Dios. Ser honesto y abierto con Dios, puesto que Él ya te conoce mejor de lo que te conoces a ti mismo. Presenta tus peticiones a Dios, pero ten en mente que Dios sabe lo que es mejor, y no te concederá una petición que no sea Su voluntad para ti. Expresa tu amor, gratitud, y adoración a Dios en oración, pero no te preocupes por tener las palabras correctas para expresarlo. Dios está más interesado en el contenido de tu corazón, que en la calidad de tus palabras.

Lo más cerca que llega la Biblia de dar un “patrón” para la oración, es el Padre Nuestro en Mateo 6:9-13. Sin embargo, comprende por favor, que el Padre Nuestro no es una oración que debemos memorizar y recitarla a Dios. Es un ejemplo de las cosas que debe contener una oración –adoración, confianza en Dios, peticiones, confesión, protección, etc. Ora por las cosas de las que habla el Padre Nuestro, pero usa tus propias palabras y “adáptala” a tu propia jornada con Dios.

La manera correcta de orar, es expresando lo que hay en tu corazón a Dios. Sentado, de pie, o de rodillas; con las manos abiertas o cerradas; ojos abiertos o cerrados; en un templo, en casa, o al aire libre; por la mañana o por la noche - todas estas cosas son asuntos secundarios, sujetos a la preferencia personal, convicción y conveniencia. El deseo de Dios es que la oración sea una conexión real y personal entre Él y nosotros.




jueves, 6 de marzo de 2014

ORANDO DE ACUERDO A LA VOLUNTAD DE DIOS


La aspiración más alta del hombre debe ser darle gloria a Dios (1 Corintios 10:31), y esto incluye orar de acuerdo a Su voluntad. Primero, debemos pedir sabiduría. “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:6). Al pedir sabiduría, debemos también confiar en que Dios es bondadoso y está dispuesto a responder a nuestras oraciones: “Pero pida con fe, no dudando nada” (Santiago 1:7; también Marcos 11:24). Así que orar de acuerdo a la voluntad de Dios, incluye pedir sabiduría (para conocer la voluntad de Dios) y pedir con fe (para confiar en la voluntad de Dios).

Aquí hay siete instrucciones bíblicas que deben guiar al creyente que quiere orar de acuerdo a la voluntad de Dios:

1) Debemos orar por lo que la Biblia nos manda que oremos. Se nos dice que oremos por nuestros enemigos (Mateo 5:44); para que Dios envíe misioneros (Lucas 10:2); para que no entremos en tentación (Mateo 26:41); por quienes proclaman el Evangelio en el mundo (Colosenses 4:3; 2 Tesalonicenses 3:1); para aliviar la aflicción (Santiago 5:13); y por la salud de hermanos en Cristo (Santiago 5:16). Cuando oramos pidiendo lo que Dios nos ordena que pidamos, podemos estar seguros de que estamos haciendo Su voluntad.

2) Debemos seguir el ejemplo de personas piadosas en la Escritura. Pablo oraba por la salvación de Israel (Romanos 10:1). David oró por misericordia y perdón cuando pecó (Salmos 51:1-2). La iglesia primitiva oró por valor para testificar (Hechos 4:29). Estas oraciones son de acuerdo a la voluntad de Dios, y en la actualidad se pueden hacer oraciones similares. Así como Pablo y la iglesia primitiva, nosotros deberíamos estar orando siempre por la salvación de otros, tanto por los que conocemos –seres queridos que aún no conocen a Cristo— como por los que no conocemos, especialmente por aquellos en autoridad sobre nosotros. Por nosotros mismos, debemos orar como lo hizo David, siempre conscientes de nuestros pecados y trayéndolos ante Dios antes que obstruyan nuestra relación con Él y frustren nuestras oraciones.

3) Debemos orar con la motivación correcta. Los motivos egoístas no serán bendecidos por Dios. “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Santiago 4:3). También debemos orar, no en público para que nuestras rebuscadas palabras puedan ser oídas y podamos ser vistos por otros como “espirituales”, sino mayormente en privado, en secreto, para que nuestro Padre celestial que escucha en lo privado, nos recompense en público (Mateo 6:5-6).

4) Debemos orar con un espíritu de perdón hacia otros (Marcos 11:25). Un espíritu de amargura, enojo, de venganza u odio hacia otros, evitará que nuestros corazones oren en total sumisión a Dios. Así como se nos dice que no llevemos ofrendas a Dios mientras haya conflicto entre nosotros y otro cristiano (Mateo 5:23-24), de la misma manera Dios no quiere la ofrenda de nuestras oraciones, hasta que nos hayamos reconciliado con nuestro hermano o hermana en Cristo.

5) Debemos orar con acción de gracias (Colosenses 4:2; Filipenses 4:6-7). Siempre podemos encontrar algo por qué estar agradecidos, sin importar cuán sobrecargados estemos por nuestros afanes o necesidades. Aun la persona más sufrida en este mundo, redimida por el amor de Cristo, y teniendo el ofrecimiento del cielo ante sí, tiene motivos para estar agradecida a Dios.

6) Debemos orar persistentemente (Lucas 18:1; 1 Tesalonicenses 5:17). Debemos perseverar en la oración y no renunciar ni desanimarnos porque no hayamos recibido una respuesta inmediata. Parte de orar en la voluntad de Dios, es creer que ya sea que Su respuesta sea “sí”, “no”, o “espera”, aceptamos Su decisión, nos sujetamos a Su voluntad, y continuamos orando.

7) Debemos depender del Espíritu de Dios en la oración. Esta es una maravillosa verdad: “Y de igual manera El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Romanos 8:26-27). Tenemos la ayuda del Espíritu en la oración. En tiempos de nuestra más profunda depresión o pena, cuando sentimos que “simplemente no podemos orar”, tenemos el consuelo de saber que Dios Mismo, en la Persona del Espíritu Santo, está realmente orando a Sí Mismo por nosotros. ¡Qué Dios tan maravilloso tenemos!


¡Qué seguridad podemos tener, cuando buscamos andar en el Espíritu y no en la carne! Podemos tener la confianza de que el Espíritu Santo realizará Su trabajo al presentar nuestras oraciones al Padre de acuerdo a Su perfecta voluntad y tiempo, y podemos descansar en la certeza de que Él está trabajando en todas las cosas para bien (Romanos 8:28).


martes, 4 de marzo de 2014

ORAR EN EL ESPÍRITU


La expresión “orar en el Espíritu” se menciona tres veces en la Escritura.

1 Corintios 14:15 dice: “¿Qué pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento”.

Efesios 6:18 dice: “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.

Judas 20 dice: “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo”.

Algunos cristianos entienden que estas Escrituras se refieren a orar en lenguas, una opinión que no tiene base bíblica.

La palabra griega traducida “orar en” el Espíritu, puede tener muchos diferentes significados. Puede significar por medio de, con la ayuda de, en la esfera de, y en conexión con. Orar en el Espíritu no se refiere a las palabras que decimos. Más bien se refiere a cómo es que estamos orando. Orar en el Espíritu es orar de acuerdo a la dirección del Espíritu. Es orar por las cosas que el Espíritu nos guía a que oremos. Romanos 8:26 nos dice: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”.

Tal vez la principal razón por la que orar en el Espíritu es vinculado con las lenguas, es porque se menciona 1 Corintios 14:15. En el contexto de la discusión sobre el don de lenguas, Pablo menciona “oraré con el espíritu”. 1 Corintios capítulo 14 repetidamente establece que cuando una persona habla en lenguas, mientras que ella no sabe lo que está diciendo, puesto que está hablando en un lenguaje que no conoce, nadie puede entender lo que está diciendo… a menos que alguien interprete lo que dice. En Efesios 6:18, Pablo nos instruye y dice: “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.

¿Cómo podemos orar con toda perseverancia y súplica, y por los santos, si nadie entiende lo que se dice? Por tanto, orar en el Espíritu debe ser entendido como orar en el poder del Espíritu, siendo guiado por el Espíritu,  de acuerdo con Su voluntad, no como orar en lenguas.