¿Alguien cree de verdad que el cristianismo contemporáneo carece de predicadores, libros, traducciones de la Biblia, y detalladas declaraciones doctrinales?

Lo que realmente falta es pasión para invocar al Señor hasta que Él abra los cielos y se muestre Todopoderoso.

La oración es más que algo que nosotros hacemos. Es algo que Dios hace a través de nosotros. Acepta la invitación de Dios para encontrarte con Él - y participar en Su voluntad en la tierra.

Únete a los exploradores que han abierto caminos para el Señor en la oración.

jueves, 6 de marzo de 2014

ORANDO DE ACUERDO A LA VOLUNTAD DE DIOS


La aspiración más alta del hombre debe ser darle gloria a Dios (1 Corintios 10:31), y esto incluye orar de acuerdo a Su voluntad. Primero, debemos pedir sabiduría. “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:6). Al pedir sabiduría, debemos también confiar en que Dios es bondadoso y está dispuesto a responder a nuestras oraciones: “Pero pida con fe, no dudando nada” (Santiago 1:7; también Marcos 11:24). Así que orar de acuerdo a la voluntad de Dios, incluye pedir sabiduría (para conocer la voluntad de Dios) y pedir con fe (para confiar en la voluntad de Dios).

Aquí hay siete instrucciones bíblicas que deben guiar al creyente que quiere orar de acuerdo a la voluntad de Dios:

1) Debemos orar por lo que la Biblia nos manda que oremos. Se nos dice que oremos por nuestros enemigos (Mateo 5:44); para que Dios envíe misioneros (Lucas 10:2); para que no entremos en tentación (Mateo 26:41); por quienes proclaman el Evangelio en el mundo (Colosenses 4:3; 2 Tesalonicenses 3:1); para aliviar la aflicción (Santiago 5:13); y por la salud de hermanos en Cristo (Santiago 5:16). Cuando oramos pidiendo lo que Dios nos ordena que pidamos, podemos estar seguros de que estamos haciendo Su voluntad.

2) Debemos seguir el ejemplo de personas piadosas en la Escritura. Pablo oraba por la salvación de Israel (Romanos 10:1). David oró por misericordia y perdón cuando pecó (Salmos 51:1-2). La iglesia primitiva oró por valor para testificar (Hechos 4:29). Estas oraciones son de acuerdo a la voluntad de Dios, y en la actualidad se pueden hacer oraciones similares. Así como Pablo y la iglesia primitiva, nosotros deberíamos estar orando siempre por la salvación de otros, tanto por los que conocemos –seres queridos que aún no conocen a Cristo— como por los que no conocemos, especialmente por aquellos en autoridad sobre nosotros. Por nosotros mismos, debemos orar como lo hizo David, siempre conscientes de nuestros pecados y trayéndolos ante Dios antes que obstruyan nuestra relación con Él y frustren nuestras oraciones.

3) Debemos orar con la motivación correcta. Los motivos egoístas no serán bendecidos por Dios. “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Santiago 4:3). También debemos orar, no en público para que nuestras rebuscadas palabras puedan ser oídas y podamos ser vistos por otros como “espirituales”, sino mayormente en privado, en secreto, para que nuestro Padre celestial que escucha en lo privado, nos recompense en público (Mateo 6:5-6).

4) Debemos orar con un espíritu de perdón hacia otros (Marcos 11:25). Un espíritu de amargura, enojo, de venganza u odio hacia otros, evitará que nuestros corazones oren en total sumisión a Dios. Así como se nos dice que no llevemos ofrendas a Dios mientras haya conflicto entre nosotros y otro cristiano (Mateo 5:23-24), de la misma manera Dios no quiere la ofrenda de nuestras oraciones, hasta que nos hayamos reconciliado con nuestro hermano o hermana en Cristo.

5) Debemos orar con acción de gracias (Colosenses 4:2; Filipenses 4:6-7). Siempre podemos encontrar algo por qué estar agradecidos, sin importar cuán sobrecargados estemos por nuestros afanes o necesidades. Aun la persona más sufrida en este mundo, redimida por el amor de Cristo, y teniendo el ofrecimiento del cielo ante sí, tiene motivos para estar agradecida a Dios.

6) Debemos orar persistentemente (Lucas 18:1; 1 Tesalonicenses 5:17). Debemos perseverar en la oración y no renunciar ni desanimarnos porque no hayamos recibido una respuesta inmediata. Parte de orar en la voluntad de Dios, es creer que ya sea que Su respuesta sea “sí”, “no”, o “espera”, aceptamos Su decisión, nos sujetamos a Su voluntad, y continuamos orando.

7) Debemos depender del Espíritu de Dios en la oración. Esta es una maravillosa verdad: “Y de igual manera El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Romanos 8:26-27). Tenemos la ayuda del Espíritu en la oración. En tiempos de nuestra más profunda depresión o pena, cuando sentimos que “simplemente no podemos orar”, tenemos el consuelo de saber que Dios Mismo, en la Persona del Espíritu Santo, está realmente orando a Sí Mismo por nosotros. ¡Qué Dios tan maravilloso tenemos!


¡Qué seguridad podemos tener, cuando buscamos andar en el Espíritu y no en la carne! Podemos tener la confianza de que el Espíritu Santo realizará Su trabajo al presentar nuestras oraciones al Padre de acuerdo a Su perfecta voluntad y tiempo, y podemos descansar en la certeza de que Él está trabajando en todas las cosas para bien (Romanos 8:28).


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Solo los miembros de este blog pueden hacer comentarios, y estos serán sometidos a moderación.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.