¿Alguien cree de verdad que el cristianismo contemporáneo carece de predicadores, libros, traducciones de la Biblia, y detalladas declaraciones doctrinales?

Lo que realmente falta es pasión para invocar al Señor hasta que Él abra los cielos y se muestre Todopoderoso.

La oración es más que algo que nosotros hacemos. Es algo que Dios hace a través de nosotros. Acepta la invitación de Dios para encontrarte con Él - y participar en Su voluntad en la tierra.

Únete a los exploradores que han abierto caminos para el Señor en la oración.

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lunes, 31 de marzo de 2014

TODA LA ARMADURA DE DIOS


La frase “toda la armadura de Dios” viene de un pasaje en el Nuevo Testamento: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:13-17).

Efesios 6:12 indica claramente que el conflicto con Satanás es espiritual, y por lo tanto ninguna arma material puede ser empleada con efectividad contra él y sus demonios. No se nos da una lista de tácticas específicas que él usará. Sin embargo, el pasaje es muy claro en que cuando seguimos fielmente todas las instrucciones, podremos permanecer firmes y obtendremos la victoria, a pesar de sus ofensivas.

El primer elemento de nuestra armadura es la verdad (vs. 14). Esto es fácil de entender, puesto que el Señor Jesús dice que Satanás es “el padre de la mentira” (Juan 8:44). Es muy sorprendente la lista de las cosas que Dios considera como abominaciones. Una “lengua mentirosa” es una de las cosas que Él describe como “aborrecibles para Él” (Proverbios 6:16-17). Él establece claramente que ningún mentiroso será admitido en el cielo (Apocalipsis 22:14-15). Por lo tanto, somos exhortados a basarnos solo en la verdad, para nuestra santificación y liberación, y para beneficio de aquellos ante quienes somos testigos.

También en el vs. 14 se nos dice que nos vistamos con la coraza de justicia. Una coraza debía proteger al guerrero de una herida fatal en el corazón y otros órganos vitales. Esta justicia no se refiere a las obras de justicia hechas por los hombres—aunque éstas ciertamente son una buena cobertura de protección, cuando las usamos contra los reproches y acusaciones que sufrimos a manos del enemigo. Sino más bien, se trata de la justicia de Cristo, imputada a nosotros por Dios y recibida por fe, la cual guarda nuestros corazones contra las acusaciones y cargos de Satanás, y protege nuestro ser interior de sus ataques.

El verso 15 habla de la preparación de los pies para el conflicto espiritual. El soldado moderno necesita prestar particular atención a sus pies, tanto como lo hacía el soldado en la antigüedad, donde algunas veces el enemigo ponía peligrosos obstáculos en el camino de avanzada de los soldados. Esto se parecía mucho a las minas de hoy. También la enfermedad puede dañar los pies de un soldado que carezca del calzado apropiado. La idea de la preparación con el evangelio de la paz, sugiere que necesitamos avanzar dentro del territorio de Satanás con el mensaje de gracia tan esencial para ganar almas para Cristo. Satanás tiene muchos obstáculos colocados en el camino, para detener la propagación del evangelio.

El escudo de la fe, del que habla el vs. 16, hace inefectivo el ataque de Satanás de sembrar dudas respecto a la fidelidad de Dios y Su Palabra. Nuestra fe –de la que Cristo es el autor y consumador (Hebreos 12:2)— es como un escudo de oro, precioso, sólido y substancial; como el escudo de poderosos guerreros, por el cual grandes cosas son logradas, y por medio del cual, el creyente no sólo repele, sino conquista al enemigo.

El yelmo del vs. 17 que cubre la cabeza, es, nuevamente para mantener protegida la parte más crítica del cuerpo. Podríamos decir que nuestra manera de pensar necesita ser preservada. La cabeza del soldado estaba entre las partes más importantes por proteger, ya que sobre ella podían descargar los golpes más mortales, y es la cabeza la que ordena sobre todo el cuerpo. La cabeza es el asiento de la mente, la cual, cuando ha sido guardada por la segura “esperanza” del Evangelio para la vida eterna, no recibirá falsa doctrina, o dará lugar a las desesperantes tentaciones de Satanás. La persona no salva, carece de la esperanza de protección contra los embates de la falsa doctrina, porque su mente es incapaz de discernir entre lo verdadero y lo falso.

El verso 17 se interpreta a sí mismo, respecto al significado de la espada del Espíritu. Mientras que todo lo demás es de naturaleza defensiva, aquí está la única arma ofensiva en la armadura de Dios. Habla de la santidad y el poder de la Palabra de Dios. No es concebible un arma espiritual más grande que ésta. En las tentaciones de Jesús en el desierto, la Palabra de Dios fue siempre Su poderosa respuesta a Satanás. ¡Qué bendición es, que esa misma Palabra esté a nuestra disposición!

Orar en el Espíritu (esto es con la mente de Cristo, con Su corazón y Sus prioridades), como en el vs. 18, es la culminación de lo que involucra armarnos a nosotros mismos, vistiendo toda la mencionada armadura de Dios. Es significativo que este pasaje de la Escritura es esencial en las prioridades del ministerio, remarcado a través de las epístolas de Pablo; él sostiene que la oración es el elemento más esencial para alcanzar la victoria y madurez espiritual. ¡Cuán sinceramente la solicita también para él mismo (vs. 19-20)!


jueves, 27 de marzo de 2014

LA BATALLA ESPIRITUAL


Hay dos errores primarios cuando se habla de la batalla espiritual: sobre-enfatizarla y subestimarla. Algunos culpan a los demonios que necesitan ser expulsados de cada pecado, cada conflicto y cada problema que enfrentan en sus vidas. Otros ignoran completamente la realidad espiritual y el hecho de que la Biblia nos enseña que nuestras batallas son contra poderes espirituales. La clave para el éxito en la batalla espiritual es encontrar el balance bíblico. Algunas veces el Señor Jesús expulsó demonios de la gente, y algunas veces sanó a la gente sin mencionar lo demoníaco. El apóstol Pablo enseñó a los cristianos a librar batallas contra el pecado en ellos mismos (Romanos 6), y a librar batallas en contra del maligno (Efesios 6:10-18).

Efesios 6:10-12 declara, “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Este pasaje nos enseña algunas verdades cruciales: (1) Sólo podemos tener fortaleza en el poder del Señor, (2) Es la armadura de Dios la que nos protege, (3) Nuestra batalla es contra fuerzas espirituales de maldad en el mundo.

(1) Un poderoso ejemplo de esto es el arcángel Miguel en Judas versículo 9. Miguel, como el más poderoso de todos los ángeles de Dios, no reprendió a Satanás en su propio poder, sino que le dijo “El Señor te reprenda”. Apocalipsis 12:7-8 dice que en el final de los tiempos, Miguel derrotará a Satanás. Aún así, cuando se presentó su conflicto con Satanás, Miguel reprendió a Satanás en el nombre y autoridad de Dios, no en la suya propia. Es sólo a través de nuestra relación con el Señor Jesucristo que nosotros, como cristianos, tenemos alguna autoridad sobre Satanás y sus demonios. Es sólo en Su nombre que nuestra reprensión tiene algún poder.

(2) Efesios 6:13-18 nos da una descripción de la armadura espiritual que Dios nos da. Debemos estar firmes con (a) el cinturón de la verdad, (b) la coraza de justicia (c) el Evangelio de la paz, (d) el escudo de la fe, (e) el yelmo de la salvación, (f) la espada del Espíritu, y (g) orando en el Espíritu. ¿Qué es lo que estas piezas de la armadura espiritual representan para nosotros en la batalla espiritual?

Debemos hablar la verdad contra las mentiras de Satanás. Debemos descansar en el hecho de que somos declarados justos por el sacrificio que Cristo hizo por nosotros. Debemos proclamar el Evangelio, sin importar cuánta resistencia recibamos. No debemos vacilar en nuestra fe, no importa cuán fuertemente seamos atacados. Nuestra defensa principal es la seguridad de que tenemos nuestra salvación, y el hecho de que las fuerzas espirituales no pueden quitárnosla. Nuestra arma ofensiva está en la Palabra de Dios, no en nuestras propias opiniones y sentimientos. Debemos seguir el ejemplo del Señor Jesús en reconocer que algunas victorias espirituales sólo son posibles a través de la oración.

El Señor Jesús es nuestro mejor ejemplo para la batalla espiritual. Obsérvese cómo el Señor Jesús manejó los ataques directos de Satanás: “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a Él el tentador, y le dijo; Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está; No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían” (Mateo 4:1-11).

La mejor manera de combatir a Satanás es como el Señor Jesús nos mostró: citando la Escritura, porque el diablo no puede manejar la espada del Espíritu, la Palabra del Dios Viviente.

El mejor ejemplo de cómo no enredarse en una batalla espiritual nos lo presentan los siete hijos de Esceva. “Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo; Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo, dijo; A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos” (Hechos 19:13-16).

¿Cuál fue el problema? Los siete hijos de Esceva estaban usando el nombre del Señor Jesús. Esto no fue suficiente. Los siete hijos de Esceva no tenían una relación con el Señor Jesús, por lo tanto sus palabras eran carentes de cualquier poder o autoridad. Los siete hijos de Esceva se estaban basando en una metodología. Ellos no se basaban en el Señor Jesús, y no estaban empleando la Palabra de Dios en su batalla espiritual. Como consecuencia, recibieron una humillante golpiza. Aprendamos de su mal ejemplo y manejemos las batallas espirituales como lo describe la Biblia.

En resumen, ¿cuáles son las claves para el éxito en las batallas espirituales? Primero, que nos apoyemos en el poder de Dios, no en el nuestro. Segundo, que reprendamos en el nombre del Señor Jesús, no en el nuestro. Tercero, protegernos con toda la armadura de Dios. Cuarto, librar nuestras batallas con la espada del Espíritu: la Palabra de Dios. Por último, debemos recordar que aunque libramos batallas contra Satanás y sus demonios, no cada pecado o problema es un demonio que necesita ser reprendido. “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó” (Romanos 8:37).