¿Alguien cree de verdad que el cristianismo contemporáneo carece de predicadores, libros, traducciones de la Biblia, y detalladas declaraciones doctrinales?

Lo que realmente falta es pasión para invocar al Señor hasta que Él abra los cielos y se muestre Todopoderoso.

La oración es más que algo que nosotros hacemos. Es algo que Dios hace a través de nosotros. Acepta la invitación de Dios para encontrarte con Él - y participar en Su voluntad en la tierra.

Únete a los exploradores que han abierto caminos para el Señor en la oración.

jueves, 8 de mayo de 2014

LA ORACIÓN Y LA SOBERANÍA DE DIOS


¿Controla dios todas las cosas?

Cualquier respuesta a esta pregunta le crea un problema a la oración. Si la respuesta es “Sí”, se podría entonces replicar: “¿Para qué entonces orar si Dios ya sabe qué es lo que va a hacer? ¿Qué diferencia pueden hacer nuestras oraciones o la falta de ellas al futuro de nuestra vida, de nuestras familias, de nuestras naciones, del mundo entero?”

Si la respuesta es “No”, también se podría replicar: “¿Para qué entonces orar, si Dios no controla todas las cosas? ¿Cómo se puede confiar en un Dios limitado?”

¿Cuál respuesta es la correcta? ¿Cómo se relacionan nuestras oraciones con el plan eterno de Dios?

¿Pueden nuestras oraciones cambiar la voluntad de dios?

El profeta Isaías tuvo un duro problema tratando de resolver el dilema de la soberanía de Dios y la influencia de las personas de oración cuando predijo el futuro del pueblo judío.

La historia de Israel alcanzó su punto culminante bajo el reinado del David y Salomón. El pueblo, sin embargo, tuvo un problema: repetidamente se extravió tras la adoración de ídolos. Esto hizo que su vida personal y nacional fuera aborrecida por Dios. Después de todo, era el pueblo de Dios, la línea natural de la cual descendería el Mesías.

El ministerio profético de Isaías se desarrolló durante el reinado de cuatro reyes (Isaías 1:1). Dos de esos reyes, Uzías y Ezequías, fueron buenos gobernantes que fallaron al final de sus vidas. Los otros dos, Jotam y Acaz, fueron corruptos y perversos durante todo su reinado. Ellos trajeron destrucción al reino de Judá por medio de un deterioro espiritual que adquirió características de nacional (2 Reyes 5-20).

Isaías vio venir el desastre nacional. El informe del capítulo 59 de su libro suena como el encabezado de un periódico moderno: “Hombre Intenta Bloquear la Voluntad de Dios”.

Isaías grita: “¡Atención todo el mundo! Dios no está muerto. No es demasiado débil para enfrentar nuestros problemas. Nuestra emergencia nacional es el fruto de nuestros pecados!” Isaías hace una lista de las ofensas del pueblo: asesinato, engaño, lenguaje sucio, injusticia, corrupción, crimen, perversión moral, violencia, peleas, injusticia, desesperanza, culpa, rebelión, traición, apostasía, opresión, ¡colapso moral!

¿Se parece esta lista a lo que está pasando en nuestro mundo actual? Estos pecados son señal del pronto juicio de Dios.

Otro titular se puede leer en el versículo 16: “Dios Está Horrorizado”. Y profundamente enojado por el estado moral del reino de Judá, aunque no sorprendido. Una condición, sin embargo, sobrepasa todo entendimiento, aun el Suyo. Mientras la maldad lleva al pueblo hacia la invasión y el exilio, ¿nadie le pide a Dios que intervenga y cambie el curso de los acontecimientos! ¡Casi nadie ora!

La actitud del pueblo es irracional. Ellos saben que Dios ama a Su pueblo, que anhela ser invocado, que es capaz y que está esperando rescatarlos del merecido juicio. Pero también saben que Dios odia y castiga el pecado. Sus profetas han dejado ese punto bien claro desde la fundación de la raza. El oído de Dios es excelente, y Su poder absoluto. Nadie se va a salvar de cosechar las consecuencias de la idolatría y la inmoralidad. Pero aún así la nación entera rehúsa la restauración moral y ningún intercesor se gana en la brecha para aplacar la ira divina.

Dios no puede soportar la locura descrita por el profeta Isaías. Se rehúsa a sentir lástima y a pasar por alto el pisoteo de Sus justas leyes. Así que entra en acción. Primero, busca al menos un intercesor. Pero al no encontrar a nadie que ruegue por el pueblo, recurre a una ilustración para llamar la atención. Su táctica militar se describe en Isaías 59:17-18.

Dios se pone un uniforme militar para ejecutar el castigo del pueblo: coraza, casco e implementos de guerra. Se prepara para derramar Su ira a la vista del pueblo. La nación entera pagará por sus pecados porque se rehúsa a pedir perdón. Los ejércitos de Babilonia se comienzan a aprestar para la invasión. Su pueblo se va a ir al cautiverio.

Los propósitos de Dios se cumplirán. El tendrá un pueblo para Su Nombre. Ninguna persona o pueblo puede impedir el cumplimiento de Su plan. El resultado final de los tratos de Dios con Su pueblo se describe en el versículo 19:

“Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como río, más el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él”.

Nuestro mundo moderno está actualmente en las mismas condiciones en las que estaba el pueblo de Judá entonces. Nos estamos apresurando hacia el juicio de Dios. Como en el antiguo Judá, Dios está buscando intercesores que lleven las necesidades del mundo delante de Él. Nuestras oraciones son el camino que Dios requiere para actuar a favor de los pueblos de la tierra, a favor de los gobiernos, a favor de las personas. Si los creyentes no oramos y pedimos por la manifestación e intervención de Dios en los acontecimientos actuales, el resultado será la destrucción final de la humanidad. Dios es soberano. Sus planes se ejecutan con o sin nosotros.

Este es justamente el punto central de la historia, donde nosotros encajamos. La oración no cambia la voluntad de Dios, porque Él no puede cambiar (Malaquías 3:6). Pero la oración afecta la forma en la que Él ejecuta Su voluntad.

¿Qué pasa si no oramos?

Como hemos visto en el ejemplo de Judá, Dios se reserva dos opciones para actuar: A) Si es que hay oración. B) Si no hay oración.

Bajo el ejercicio de la opción A, Dios extiende gracia y misericordia a través de la intercesión. Cuando la oración se hace presente, se reciben los beneficios de Su misericordia y perdón. Amorosamente, Él espera ser requerido. Pacientemente, Él espera que se pida Su intervención.

Pero allí donde reina la opción B, Dios se mueve forzado por Su soberanía y santidad. Sus propósitos se deben cumplir. El no abandonará al mundo al que ama, no lo dejará abandonado a su propia suerte.

A través de los siglos, Dios siempre ha ofrecido estas dos opciones. Dios le dio a conocer la opción A a Salomón:

“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).

Cuatrocientos años después, Dios le dio a conocer ambos caminos al profeta Ezequiel:

Opción A: “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé” (Ezequiel 22: 30).

Opción B: “Por lo tanto derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 22:31).

El Nuevo Testamento ratifica las alternativas de Dios:

Opción A: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7).

Opción B: “No tienes porque no pides” (Santiago 4:2).

Las alternativas que elijamos tendrán efecto de largo alcance. Cuando escogemos la opción A, nos hacemos parte del plan infinito de Dios. Cuando escogemos la opción B, perdemos el privilegio de ser usados por Dios y de recibir las bendiciones espirituales que Él dispensa a Sus hijos obedientes.

¿Cómo encajan nuestras oraciones en del plan de dios?

¿Tiene Dios, entonces, control sobre todas las cosas? Sí, ciertamente. No sería Dios de otra manera. Pero de la forma en que El ejerce Su control es por medio de las personas que oran. La elección para una nación, una iglesia, una persona, es orar o perecer. Avivamiento o ira. Intercesión o juicio.

Las personas perdidas no pueden orar por sí mismos, ni por sus familias, ni mucho menos por sus naciones. Primero deben arrepentirse y recibir la salvación que ofrece Cristo Jesús (Romanos 10:13). El curso de los eventos en la vida de una persona o una nación sólo es afectado por medio de la oración hecha por creyentes en Cristo Jesús, y en Su nombre, como se ve claramente en 2 Crónicas 7:14. Es el pueblo de Dios el que tiene acceso al arsenal de bendiciones que Dios quiere derramar sobre la vida de una persona, una familia o una nación.

Los cristianos cargamos con el peso de la responsabilidad de orar por todas las personas y las naciones, especialmente por la nación en la que vivimos. Aunque como individuos aislados no podemos saturar nuestro país con oración, sí podemos saturar con oración la parte de nuestro país que Dios nos ha confiado. Orar por los que nos rodean es una forma de cumplir Su plan. Pablo urge a Timoteo (2:1-4) a poner manos en la obra de orar por todos:

“Exhorto ante todo, que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”.

Estos versículos nos muestran cómo y dónde encajamos nosotros en el plan eterno de Dios. La oración es la actividad primaria y más importante.

La oración abre el camino para el Evangelio. ¿Ofreceríamos nuestra vida a Dios como un canal para la realización de Su soberanía? Comprometámonos hoy día a dedicar el resto de nuestra vida a la oración, es la única forma que Dios nos ha dado para cambiar el futuro de nuestras familias y amigos. Es la única vía para cambiar el futuro de nuestra nación, y aún del mundo entero.

Estamos viviendo en los últimos días y la ira de Dios está pronto a ser derramada. ¿Creemos que es difícil para Dios retardar la firma del Pacto entre Israel y el Anticristo? ¿Creemos que es imposible para Él adelantar o retardar 10, 20 o 30 años la firma de este desastroso tratado que marcará el último período de siete años que vivirá la historia de la humanidad antes del FIN? Daniel 2: 21 declara enfáticamente una verdad demostrada a través de toda la Biblia:

“El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes”.

¿Está el lector espiritualmente listo para lo que le sucedería si el pacto se firmara hoy? ¿Lo están sus familiares? ¿Está orando por ellos como el que tendrá que dar cuenta ante Dios de sus destinos eternos? ¿Ha entendido en su total magnitud el peligro que como cristiano deberá enfrentar en los últimos días? Una vez que se haya convencido de la validez de los temas tocados en este blog podrá utilizar ese conocimiento para abrir una puerta de discusión con los que no saben acerca de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra (Apocalipsis 3: 10).

“Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca. También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:25-36).





martes, 22 de abril de 2014

¿DÓNDE ESTÁN LOS INTERCESORES AGONIZANTES?


Si no somos intercesores que lloran y agonizan, lo más pronto que confesemos que hemos perdido el agonizante anhelo de ganar almas, mejor será para la causa de Cristo.  Fijémonos en el sorprendente hecho inexorable de habernos acostumbrado a los pesados pasos que dan las almas perdidas, las que vagan por los caminos, hacia una eternidad sin Cristo.

Parece que hemos perdido el poder de llorar, de luchar, de rogar y de agonizar por las almas perdidas.  Las multitudes que están sin Cristo no tienen la convicción de su condición de estar perdidas, simplemente porque a nosotros nos falta la convicción  y la clara visión acerca de su estado horrendo de eterna aflicción.

Jorge Whitefield gritó “Denme almas o tomen la mía...”  Existe una pasión por las almas, una carga profunda por los hombres, y, una solicitud por el rebaño de Dios, la cual mendiga palabras, exhala suspiros y derrama lágrimas".

Un hombre santo que vivió en época anterior a los días del automóvil, dijo que un día abandonó su trabajo a eso de la mitad de la tarde, ensilló su caballo y cabalgó 32 kilómetros para ir a orar con un hombre que se sentía a la deriva, sin Dios.  Escuchémoslo:

"No pude menos que hacerlo, mi amor e interés por él, eran tan grandes que no pude descansar hasta que hube hecho lo mejor para llevarlo a Dios."

Querido hermano, esta agonía por las almas es la que debemos recuperar.

David Brainerd dijo: "No me importa a dónde voy o cómo vivo, ni lo que tenga que soportar, con tal que pueda ganar almas para Cristo.  Cuando duermo, sueño con ellas, y cuando despierto, ellas están primero en mi pensamiento...  Por mucho que tenga del logro escolástico, la exposición hábil y profunda, la elocuencia brillante y vibrante, no pueden satisfacer la ausencia del amor profundo, apasionado y compasivo por las almas".

Juan Fletcher, hombre de oración, dijo: "El amor continuo y universal, el amor ardiente, es el alma de todas la labores de un ministro".

LA AGONÍA DEL ALMA, EN EL AVIVAMIENTO EN GALES

Durante el gran avivamiento en Gales, el doctor F.B. Meyer vio llegar una tarde, a una concurrida reunión, a un joven ministro.  Este joven se puso a pie y oró a Dios en beneficio de dos de sus compañeros, que estaban riéndose y burlándose en los asientos de atrás.  Uno de esos hombres se puso inmediatamente de pie y dijo:

—Eso no es verdad.  Yo no me burlaba.  Simplemente dije que yo no era un infiel, sino un agnóstico, y si Dios desea salvarme, le daré una magnífica oportunidad.  ¡Dejémosle que lo haga!

Esta jactancia pareció golpear tanto a Evan Roberts que cayó de rodillas con su alma acongojada.  Pareció que su corazón mismo se quebrantaría bajo el peso del pecado de este hombre.  Un amigo del doctor Meyer, que estaba parado cerca de él, dijo:

—¡Esto es demasiado impresionante!  Yo no soporto escuchar gemir así a este hombre.  ¡Comenzaré a cantar para ahogarlo!"

—Haz cualquier cosa, menos eso—, dijo el doctor Meyer.  —Yo quiero que esto se grabe dentro de mi corazón.  He predicado el evangelio durante treinta años con los ojos secos.  He hablado a grandes masas de gente sin que se conmueva ni uno de mis cabellos.  Yo quiero que la pulsación de la angustia de este hombre toque mi propia alma.

Evan Roberts sollozó ininterrumpidamente, y Meyer dijo:

—Dios mío, permíteme también a mí, aprender a sollozar, que mi alma sea traspasada de dolor mientras predico el evangelio a los hombres.

UN COMBATE ENTRE EL CIELO Y EL INFIERNO

Aproximadamente diez minutos más tarde, Roberts se levantó y se dirigió a los hombres inconversos que estaban en la galería, diciéndoles:

—¿Se someterán ustedes a Cristo?

—¿Por qué hemos de hacerlo?— le respondieron.

—Oremos—, dijo Roberts a la gente.  El aire se tornó muy denso con lágrimas y gemidos.  Parecía que todos ellos llevaban a estos dos hombres en sus corazones.  Era como si sus corazones fueran a desgarrarse bajo esa tensión.  Meyer declaró que él nunca sintió nada igual.  Entonces se puso en pie de un salto.  Se sentía sofocado.

Estamos en una dura lucha entre el cielo y el infierno—, le dijo a su amigo.  — ¿No ve usted cómo el cielo tira en esta dirección y el infierno hacia la otra?  Es como si uno escuchara a las bestias enfrentándose en la arena del coliseo.

Después de eso, uno de los hombres se sometió, mientras que el otro, al igual que el ladrón impenitente, siguió su camino.  Pero Meyer no podía menos que creer que posteriormente volvería a Dios.

Si todo eso fue necesario para alcanzar a los hombres durante el gran avivamiento en Gales, ¿no será lo mismo de necesario hoy en día?

Si tú lees acerca de los grandes avivamientos, y de los cientos de hombres y mujeres que fueron llevados a Dios, bajo el ministerio del gran evangelista, metodista, que fue Juan Redfield, descubrirás que la gente de esos días no había perdido "la agonía"; es decir, que algunos de ellos la tenían.  Aquí tenemos dos ejemplos:

"Él (Redfield), comenzó a tener de nuevo algunas de sus peculiares experiencias, que a menudo habían socorrido a sus más prósperas obras.  Empezó a sentirse agobiado por el trabajo.  Había tenido frecuentemente estas luchas, y a veces con una intensidad tal que lo llevaba a postrarse en el lecho, como si estuviera con ataques y lo mantenían allí hasta que llegaba la victoria.  Una noche en la iglesia, él estaba lleno de una inexplicable agonía por las almas.  Si hubiera podido gritar como los antiguos profetas, eso lo hubiera aliviado.  Pero no podía hacerlo.  Pensó que no podría soportarlo.  Intentó salir del temple, pero fue reprendido por el Espíritu Santo.  Entonces dijo:

—'Señor, trataré de sostenerme—, y comenzó a gritar, diciendo, —¡Oh Dios mío, esta gente debe ser salvada!"

"En eso, fue instantáneamente aliviado.  La iglesia en pleno fue conmocionada.  Gritos de misericordia con exclamaciones de regocijo se escuchaban por todos lados."

LA AGONÍA DEL ALMA LLEVA A CENTENARES A CRISTO

El resultado de esto fue que cientos de personas se entregaron a Cristo en esa reunión, y, el trabajo fue tan intenso y completo, que otras iglesias que trataron de arrastrar fuera de la Iglesia Metodista a los convertidos, lo consiguieron.  Pero años más tarde se declaró: "algunos frutos de ese avivamiento aún permanecen".

En otra oportunidad:  "Él (Redfield), comenzó a sentir que el espíritu de oración era una carga en él.  Su agonía por las almas llegó a ser muy grande.  La sensación era como si una mano poderosa lo asiera del cerebro, levantándolo y arrojándolo, y, provocándole gran dolor.  Esto ocurrió varias veces, pero siempre él clamaba diciendo:
" —Yo continuaré hasta que la salvación llegue."

"Luego repentinamente era aliviado, y el poder de Dios caía sobre la gente de una forma maravillosa", seguido de grandes resultados.

El secreto del avivamiento del Sr. Finney era el hecho de que Sion sabía cómo estar de parto:  "Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz a sus hijos" (Isaías 66:8).  Escuchen al Sr. Finney:

"Esta carga me agobió con gran agonía.  Al regresar a mi pieza, me sentía tambalear bajo la carga que tenía en mi mente; yo luchaba, gemía y me angustiaba, pero no podía articular palabras para presentar el caso ante Dios, sino con lágrimas y gemidos.  El Espíritu luchaba dentro de mí, gimiendo aquello que no podía expresar."
Cuán cerca está con lo que se nos dice en Romanos 8:26.

NOCHES ENTERAS DE ORACIÓN

En las Hébridas algunos recobraron la agonía perdida.  Algunos se reunían noches enteras para orar, pero no era una reunión común de oración.  Quien dirigía las reuniones de oración decía que ellos llevaban lo real y lo común a la esfera sobrenatural.

En uno de sus servicios, el predicador se detuvo a medio mensaje y pidió a un pequeño muchacho llamado Donato, que los condujera en oración.  "Se incorporó, y no llevaba cinco minutos orando cuando Dios se manifestó en la iglesia.  Allí estaba la congregación cayéndose casi encima uno del otro; algunos cayeron hacia atrás y llegaron a quedar rígidos como de muerte.  No me pidan que les explique estas manifestaciones físicas; yo sólo afirmo de nuevo que estamos moviéndonos en la esfera de lo sobrenatural.

"Pero lo más notable de esa gran reunión fue que mientras ocurría esto en la iglesia, algunos de los pescadores estando en sus barcas, algunos textileros detrás de sus telares, otros en las minas, un comerciante en su vehículo de trabajo, los profesores de escuela revisando sus papeles; todos estos fueron tocados por Dios; y para la hora diez de aquella mañana, los caminos estaban llenos de gente buscando a Dios, los que nunca antes habían estado en oración conmigo.  Recorrí todo lo largo del camino de aquel campo y encontré en un lugar a tres hombres que estaban caídos en el suelo boca abajo, tan angustiados con respecto a sus almas que no podían hablarme.  Tampoco ellos habían estado en la reunión que yo había tenido.  ¡Esto es avivamiento!"

UN AÑO DE LUCHA EN LA ORACIÓN

Para que te formes un cuadro completo de tal situación, tendrías que leer acerca de la lucha agonizante que sostuvo cuatro noches de cada semana, durante un año entero, antes de recibir la contestación a sus oraciones.  La lucha angustiosa es algo más que orar dos minutos en voz baja antes de ir a dormir o antes de ascender al auto por la mañana.

La lucha agonizante significa estar ante Dios hasta asirse de los cuernos del altar y prevalecer.  Este tipo de lucha involucra súplicas, ruegos, discusiones, agonía, sudor, perseverancia, búsqueda, peticiones y llamar con persistencia, hasta que venga algo desde los cielos.  ¿Están haciendo esto hoy, los padres y las madres, por sus hijos que están perdidos?

LAS CRUZADAS, LAS CONFERENCIAS Y LA ORGANIZACIÓN DE LOS HOMBRES NO TRAERÁN EL AVIVAMIENTO

Es verdad que tenemos numerosas campañas evangelísticas, cruzadas y lo que llamamos reuniones de avivamiento.  Estas campañas vienen y van, pero las ciudades, pueblos y villas parecen estar tan perdidos como siempre.  Hemos llegado a ser muy profesionales, mecánicos e indiferentes en nuestro esfuerzo para alcanzar las almas.  Aquellos que tratamos de ganar, descubren que no hay calor, no hay pasión, no hay agonía, no hay alarma real y no hay lágrimas por su condición de perdidos.  Ellos no advierten signos de dolor en nosotros por los errores de su camino.  Todo lo que ven en nuestro testimonio personal, es una apatía pasmosa y lánguida, de modo que ellos continúan sus caminos sin Dios.

Que tenga Dios piedad de nosotros si nos contentamos con realizar cruzadas, dar conferencias, hacer esfuerzos de avivamiento, alistar hombres y obtener el dinero para los así llamados esfuerzos de evangelización y la maquinaria misionera.

INTERCESORES SIN PASIÓN

Tratamos de convencer sin pasión, de ganar sin conquistar.  Es imposible ganar almas, con corazones fríos y ojos secos.

En vez de lloro, ayuno y oración, se busca comer y beber, divertirse y provocar diversión.  ¡Y entonces nos preguntamos por qué la gente no es salvada!  Sólo la humildad de alma y la oración en el aposento alto, nos preparan para la visitación de Dios.

La razón del por qué no hay intercesores, es que no hay pena, no hay lágrimas "entre el atrio y el altar", es que el pueblo de Dios no se ha despertado a la condición deplorable del presente.  La mayoría siente que en todas partes hay abundante prueba para el crecimiento de la iglesia y para el verdadero progreso espiritual.  Pero la verdad es que con el aumento de los miembros en la iglesia, las normas de moralidad han decaído.

¿QUIÉN DARÁ LA ALARMA?

¿Dónde están los agonizantes intercesores?

¿Dónde están los signos de humildad y de arrepentimiento en las multitudes que "se hacen miembros de la iglesia"?  ¿Oh, dónde están los intercesores agonizantes?  ¿Quién se alarma?

Como dijo Haroldo Freligh en su artículo, "Entre el atrio y el altar", en la Alianza Semanal, hace ya un tiempo: "Si nuestras conferencias juveniles van a competir con la Feria de la Vanidad, pronto surgirá una carrera para ver cuál de las dos pueda hacer la propaganda más sensacional para atraer a sus clientes.  Cuando los jóvenes estén entretenidos en vez de sentirse desafiados, su motivo principal será 'Cuéntenos una historia' en vez de 'Oh dulce prodigio'.  Si ellos llegaran a responder cuando se haga el llamado al altar, parecerán requerir una garantía de que esto no será interrumpido por el tiempo del receso, ni por el tiempo social de la reunión del joven con la señorita."
"Hubo tiempo cuando la “separación para Dios” significaba dejar las cosas tanto buenas como las cuestionables.  Nuestros Isaaques estuvieron firmes en el altar.  Nuestros presumidos Ismaeles, imitadores, fueron arrojados.  Los que como Lot, se dedicaron a este mundo, fueron expulsados.  Pero ahora han puesto a Lot por presidente del comité del banquete.  Ismael es vestido y traído como el payaso jovial para entretener a los asistentes; y a Isaac se le da el asiento de honor, y en el brindis se le dice qué buen amigo es él.

FIESTAS INTELECTUALES CON POCA ORACIÓN

"¿Puede ser que los retiros de nuestros predicadores se hayan convertido en fiestas intelectuales, inofensivamente interrumpidas por pequeñas oraciones?  ¿Puede un ministro cualquiera, llevar la carga por otros, cuando él está presionado por la urgencia de llegar a casa, después del culto nocturno, para ver sus programas favoritos de televisión?  ¿Hay alguna preparación para el día del Señor, entre los hijos de Dios; cuando al reunirse se saludan los unos a los otros con relatos de la diversión de la noche anterior?"

"La amistad con la taza de té está más de moda, que la amistad con la oración.  El arrepentimiento y el ejercicio de las primeras obras que acompañan al primer amor, casi se han borrado, por las fiestas y las diversiones."

Amado hermano, éste no es el tiempo de diversión ni de fingimiento, sino de lágrimas, agonía, intercesión y pena "entre el atrio y el altar".  Es tiempo de convocar a una asamblea solemne, y arrodillarnos ante Dios con ayuno y oración.  La emergencia de esta hora presente es suficiente para postrarnos de rodillas y gritar: — ¡Perdona, Oh Jehová, a tu pueblo!

Recobrar el dolor perdido será costoso.  ¿Cuánto le costó a Pablo el estar abocado a ganar almas?  La pérdida de fama, de amigos, de riquezas, de descanso, de reputación y de parientes.  ¿Cuánta separación, llanto, cicatrices y privaciones tiene usted?...¡y todo porque deseaba que otros encontraran a Cristo!

Él tenía una pasión por las almas que ardía, consumiéndolo sin cesar a pesar de todas las oposiciones.  ¿Compartiríamos la misma agonía del Apóstol por las almas de los hombres?  Podemos encontrarla donde Pablo y todos los otros la encontraron: Al pie de la cruz.  Es imposible trabajar y ser testigos de Cristo, teniendo el corazón frío y los ojos secos.  Es imposible, si verdaderamente entendemos que a Él le costó el derramamiento de su propia sangre, para que los pecadores sean salvos del pecado y del infierno.

OBREROS CRISTIANOS,

¿Cómo les influiría el estar dos semanas en el infierno?

Cuando Guillermo Booth fundó el Ejército de Salvación en el Este de Londres, no tenía mucha esperanza de atraer a sí mismo a muchos jóvenes, consagrados, que captaran su visión acerca de los perdidos.  En el transcurso del tiempo, inauguró una escuela de orientación con el solo propósito de enseñar a sus estudiantes cómo ganar almas.  Un día, mientras les enseñaba el evangelismo, él exclamó en un tono dramático y dijo:

—Me gustaría muchísimo si yo pudiera enviarlos a todos al infierno durante dos semanas.

Ustedes saben lo que quería decir.  Si aquellos jóvenes pudieran vivir en medio de los lamentos y quejas de los condenados por unos pocos días, ellos regresarían a la tierra con una pasión inmortal para advertir a los hombres del cómo escapar de la ira venidera.


Oh, Dios, pensar en las tantísimas almas que fallecen a cada momento, destinadas a gozarse eternamente en el cielo o lamentarse en el infierno para siempre.  Oh, conmuéveme, y dame nueva fuerza, para que no pase ni uno de ellos a la muerte en vergüenza y pecado; que yo, usado por Ti, pueda buscarlas y ganarlas para tu honra y gloria. HCVW



viernes, 4 de abril de 2014

LECTIO DIVINA


Lectio Divina es en latín 'lectura divina', 'lectura espiritual', o “lectura sagrada” y representa un método de oración y lectura bíblica destinado a promover la comunión con Dios y ofrecer perspectivas espirituales especiales. Los principios de la lectio divina fueron expresados alrededor del año 220 y más tarde practicados por los monjes católicos, especialmente las reglas monásticas de San Pacomio, San Agustín, San Basilio y San Benedicto.

La práctica de la lectio divina es actualmente muy popular entre los católicos y gnósticos y está ganando aceptación como parte integrante de las prácticas devocionales de la Iglesia Emergente. El Papa Benedicto XVI dijo en un discurso de 2005, “En particular me gustaría recordar y recomendar la antigua tradición de la lectio divina: la lectura diligente de la Sagrada Escritura acompañada por la oración trae consigo ese diálogo íntimo en el que la persona que lee escucha a Dios quien está hablando, y en oración, responde a Él con una confiada apertura del corazón.” Lectio también se dice que es adaptable para personas de otras religiones en la lectura de su escritura — que sea el Bhagavad Gita, la Torá o el Corán. Los no cristianos simplemente pueden hacer modificaciones convenientes del método para dar cabida a las tradiciones seculares. Además, los cuatro principios de la lectio divina también pueden ser adaptados a los cuatro principios psicológicos de Jung: sintiendo, pensando, intuyendo y sentimiento.

La práctica de la lectio divina comienza con un tiempo de relajación, haciendo uno mismo cómodo y despejando la mente de pensamientos mundanos y cuidados. Algunos practicantes de lectio lo encuentran útil concentrarse, empezando con profundas respiraciones limpiadoras y repitiendo un elegido frase o palabra varias veces para ayudar a liberar la mente. Luego siguen cuatro pasos:

Lectio - Leyendo el pasaje de la Biblia lenta y suavemente varias veces. El pasaje en sí mismo no es tan importante como el hecho de saborear cada parte de la lectura, escuchando constantemente por la 'serena, pequeña voz' de una palabra o frase que habla de alguna manera al practicante.

Meditatio - Reflexionando sobre el texto del pasaje y pensando en cómo se aplica a su propia vida. Esto se considera ser una lectura muy personal de la Escritura y una aplicación muy personal.

Oratio – Respondiendo al pasaje, abriendo el corazón a Dios. Esto no es principalmente un ejercicio intelectual, pero se cree que es más el principio de una conversación con Dios.

Contemplatio - Escuchando a Dios. Esta es una liberación de uno de los pensamientos de uno mismo, tanto mundanos y santos, y escuchando a Dios hablándonos. Abriendo la mente, corazón y alma a la influencia de Dios.

Naturalmente, la conexión entre la lectura de la Biblia y la oración es una a fomentarse; siempre deben ir juntas. Sin embargo, los peligros inherentes a este tipo de práctica y su asombrosa similitud con la meditación trascendental y otros rituales peligrosos, deben considerarse cuidadosamente. Tiene el potencial para convertirse en una búsqueda de la experiencia mística donde el objetivo es liberar la mente, y la autonomía de uno mismo. El cristiano debe usar las Escrituras para alcanzar el conocimiento de Dios, sabiduría, y santidad a través del significado objetivo del texto, con el objetivo de transformar la mente según la verdad. Dios dijo que Su pueblo se destruye por falta de conocimiento (Oseas 4:6), no por falta de encuentros místicos, personales con Él.

Aquellos que toman un enfoque sobrenatural al texto tienden a desconectarlo de su contexto y el significado natural, y utilizarlo de manera subjetiva, individualista, y experimental, en una manera que nunca fue concebida. Aquí es donde la lectio y el gnosticismo comparten una similitud. El Gnosticismo cristiano es la creencia de que uno debe tener una 'gnosis' (del griego Gnosko, 'saber') o conocimiento místico, interno obtenido sólo después de que uno se ha iniciado correctamente. Sólo unos pocos pueden poseer este conocimiento místico. Naturalmente, la idea de tener un conocimiento especial es muy atractiva y hace al “conocedor” sentir importante y único en que tiene una experiencia especial con Dios que nadie más tiene. El “conocedor” cree que las masas no están en posesión del conocimiento espiritual y sólo los verdaderamente “ilustrados” pueden experimentar a Dios. Por lo tanto, la reintroducción de la oración contemplativa, o centrada, — una práctica meditativa que se centra en tener una experiencia mística con Dios — en la iglesia. La oración contemplativa es similar a los ejercicios meditativos utilizados en las religiones orientales y cultos de la Nueva Era y no tiene base alguna en la Biblia, aunque los que practican la oración contemplativa usan la Biblia como punto de partida.

Además, los peligros inherentes a abrir nuestras mentes y escuchar las voces deberían ser obvios. Los practicantes de la oración contemplativa están tan ansiosos de oír algo — cualquier cosa — que pueden perder la objetividad necesaria para discernir entre la voz de Dios, sus propios pensamientos, y la infiltración de demonios en sus mentes. Satanás y sus secuaces están siempre ansiosos por incursiones en las mentes de los desprevenidos, y abrir nuestras mentes de tal manera es invitar a la catástrofe. No debemos olvidar que Satanás está siempre al acecho, tratando de devorar nuestras almas (1 Pedro 5:8) y puede aparecer como un ángel de luz (2 Corintios 11:14), susurrando su engaño en nuestras mentes abiertas y dispuestas.

Por último, el ataque sobre la suficiencia de la Escritura es un distintivo claro de la lectio divina. Donde la Biblia dice que es todo lo que necesitamos para vivir la vida cristiana (2 Timoteo 3:16), adherentes de la lectio lo niegan. Son aquellos que practican las oraciones “conversacionales”, buscando una revelación especial de Dios, pidiéndole que pase por alto lo que ya ha revelado a la humanidad, como si Él no mantendría ahora todas Sus promesas con respecto a Su Palabra eterna. Salmo 19:7-14 contiene la declaración definitiva sobre la suficiencia de la Escritura. Es “perfecta, que convierte el alma”; es “recta, que alegra el corazón”; es “pura, que alumbra los ojos”; es “verdad” y “todo justa”; y es “más deseable que el oro”. Si Dios quiso decir todo lo que dijo en este Salmo, no hay necesidad de una revelación adicional, y pedirle una es negar lo que Él ya ha revelado.


El Antiguo y el Nuevo Testamento son palabras de Dios para ser estudiadas, meditadas, contempladas en oración y memorizadas para el conocimiento y significado objetivo que contienen, y la autoridad de Dios que llevan, y no para la experiencia mística o la sensación de poder personal y paz interior que puedan estimular. Un sólido conocimiento viene primero; luego el tipo de experiencia y de paz duradero viene como un subproducto del saber, y en comunión con Dios según la verdad. Mientras una persona toma este punto de vista de la Biblia y la oración, está participando en el mismo tipo de meditación y oración que los seguidores de Cristo que creen la Biblia siempre han elogiado.



lunes, 31 de marzo de 2014

TODA LA ARMADURA DE DIOS


La frase “toda la armadura de Dios” viene de un pasaje en el Nuevo Testamento: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:13-17).

Efesios 6:12 indica claramente que el conflicto con Satanás es espiritual, y por lo tanto ninguna arma material puede ser empleada con efectividad contra él y sus demonios. No se nos da una lista de tácticas específicas que él usará. Sin embargo, el pasaje es muy claro en que cuando seguimos fielmente todas las instrucciones, podremos permanecer firmes y obtendremos la victoria, a pesar de sus ofensivas.

El primer elemento de nuestra armadura es la verdad (vs. 14). Esto es fácil de entender, puesto que el Señor Jesús dice que Satanás es “el padre de la mentira” (Juan 8:44). Es muy sorprendente la lista de las cosas que Dios considera como abominaciones. Una “lengua mentirosa” es una de las cosas que Él describe como “aborrecibles para Él” (Proverbios 6:16-17). Él establece claramente que ningún mentiroso será admitido en el cielo (Apocalipsis 22:14-15). Por lo tanto, somos exhortados a basarnos solo en la verdad, para nuestra santificación y liberación, y para beneficio de aquellos ante quienes somos testigos.

También en el vs. 14 se nos dice que nos vistamos con la coraza de justicia. Una coraza debía proteger al guerrero de una herida fatal en el corazón y otros órganos vitales. Esta justicia no se refiere a las obras de justicia hechas por los hombres—aunque éstas ciertamente son una buena cobertura de protección, cuando las usamos contra los reproches y acusaciones que sufrimos a manos del enemigo. Sino más bien, se trata de la justicia de Cristo, imputada a nosotros por Dios y recibida por fe, la cual guarda nuestros corazones contra las acusaciones y cargos de Satanás, y protege nuestro ser interior de sus ataques.

El verso 15 habla de la preparación de los pies para el conflicto espiritual. El soldado moderno necesita prestar particular atención a sus pies, tanto como lo hacía el soldado en la antigüedad, donde algunas veces el enemigo ponía peligrosos obstáculos en el camino de avanzada de los soldados. Esto se parecía mucho a las minas de hoy. También la enfermedad puede dañar los pies de un soldado que carezca del calzado apropiado. La idea de la preparación con el evangelio de la paz, sugiere que necesitamos avanzar dentro del territorio de Satanás con el mensaje de gracia tan esencial para ganar almas para Cristo. Satanás tiene muchos obstáculos colocados en el camino, para detener la propagación del evangelio.

El escudo de la fe, del que habla el vs. 16, hace inefectivo el ataque de Satanás de sembrar dudas respecto a la fidelidad de Dios y Su Palabra. Nuestra fe –de la que Cristo es el autor y consumador (Hebreos 12:2)— es como un escudo de oro, precioso, sólido y substancial; como el escudo de poderosos guerreros, por el cual grandes cosas son logradas, y por medio del cual, el creyente no sólo repele, sino conquista al enemigo.

El yelmo del vs. 17 que cubre la cabeza, es, nuevamente para mantener protegida la parte más crítica del cuerpo. Podríamos decir que nuestra manera de pensar necesita ser preservada. La cabeza del soldado estaba entre las partes más importantes por proteger, ya que sobre ella podían descargar los golpes más mortales, y es la cabeza la que ordena sobre todo el cuerpo. La cabeza es el asiento de la mente, la cual, cuando ha sido guardada por la segura “esperanza” del Evangelio para la vida eterna, no recibirá falsa doctrina, o dará lugar a las desesperantes tentaciones de Satanás. La persona no salva, carece de la esperanza de protección contra los embates de la falsa doctrina, porque su mente es incapaz de discernir entre lo verdadero y lo falso.

El verso 17 se interpreta a sí mismo, respecto al significado de la espada del Espíritu. Mientras que todo lo demás es de naturaleza defensiva, aquí está la única arma ofensiva en la armadura de Dios. Habla de la santidad y el poder de la Palabra de Dios. No es concebible un arma espiritual más grande que ésta. En las tentaciones de Jesús en el desierto, la Palabra de Dios fue siempre Su poderosa respuesta a Satanás. ¡Qué bendición es, que esa misma Palabra esté a nuestra disposición!

Orar en el Espíritu (esto es con la mente de Cristo, con Su corazón y Sus prioridades), como en el vs. 18, es la culminación de lo que involucra armarnos a nosotros mismos, vistiendo toda la mencionada armadura de Dios. Es significativo que este pasaje de la Escritura es esencial en las prioridades del ministerio, remarcado a través de las epístolas de Pablo; él sostiene que la oración es el elemento más esencial para alcanzar la victoria y madurez espiritual. ¡Cuán sinceramente la solicita también para él mismo (vs. 19-20)!


jueves, 27 de marzo de 2014

LA BATALLA ESPIRITUAL


Hay dos errores primarios cuando se habla de la batalla espiritual: sobre-enfatizarla y subestimarla. Algunos culpan a los demonios que necesitan ser expulsados de cada pecado, cada conflicto y cada problema que enfrentan en sus vidas. Otros ignoran completamente la realidad espiritual y el hecho de que la Biblia nos enseña que nuestras batallas son contra poderes espirituales. La clave para el éxito en la batalla espiritual es encontrar el balance bíblico. Algunas veces el Señor Jesús expulsó demonios de la gente, y algunas veces sanó a la gente sin mencionar lo demoníaco. El apóstol Pablo enseñó a los cristianos a librar batallas contra el pecado en ellos mismos (Romanos 6), y a librar batallas en contra del maligno (Efesios 6:10-18).

Efesios 6:10-12 declara, “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Este pasaje nos enseña algunas verdades cruciales: (1) Sólo podemos tener fortaleza en el poder del Señor, (2) Es la armadura de Dios la que nos protege, (3) Nuestra batalla es contra fuerzas espirituales de maldad en el mundo.

(1) Un poderoso ejemplo de esto es el arcángel Miguel en Judas versículo 9. Miguel, como el más poderoso de todos los ángeles de Dios, no reprendió a Satanás en su propio poder, sino que le dijo “El Señor te reprenda”. Apocalipsis 12:7-8 dice que en el final de los tiempos, Miguel derrotará a Satanás. Aún así, cuando se presentó su conflicto con Satanás, Miguel reprendió a Satanás en el nombre y autoridad de Dios, no en la suya propia. Es sólo a través de nuestra relación con el Señor Jesucristo que nosotros, como cristianos, tenemos alguna autoridad sobre Satanás y sus demonios. Es sólo en Su nombre que nuestra reprensión tiene algún poder.

(2) Efesios 6:13-18 nos da una descripción de la armadura espiritual que Dios nos da. Debemos estar firmes con (a) el cinturón de la verdad, (b) la coraza de justicia (c) el Evangelio de la paz, (d) el escudo de la fe, (e) el yelmo de la salvación, (f) la espada del Espíritu, y (g) orando en el Espíritu. ¿Qué es lo que estas piezas de la armadura espiritual representan para nosotros en la batalla espiritual?

Debemos hablar la verdad contra las mentiras de Satanás. Debemos descansar en el hecho de que somos declarados justos por el sacrificio que Cristo hizo por nosotros. Debemos proclamar el Evangelio, sin importar cuánta resistencia recibamos. No debemos vacilar en nuestra fe, no importa cuán fuertemente seamos atacados. Nuestra defensa principal es la seguridad de que tenemos nuestra salvación, y el hecho de que las fuerzas espirituales no pueden quitárnosla. Nuestra arma ofensiva está en la Palabra de Dios, no en nuestras propias opiniones y sentimientos. Debemos seguir el ejemplo del Señor Jesús en reconocer que algunas victorias espirituales sólo son posibles a través de la oración.

El Señor Jesús es nuestro mejor ejemplo para la batalla espiritual. Obsérvese cómo el Señor Jesús manejó los ataques directos de Satanás: “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a Él el tentador, y le dijo; Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está; No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían” (Mateo 4:1-11).

La mejor manera de combatir a Satanás es como el Señor Jesús nos mostró: citando la Escritura, porque el diablo no puede manejar la espada del Espíritu, la Palabra del Dios Viviente.

El mejor ejemplo de cómo no enredarse en una batalla espiritual nos lo presentan los siete hijos de Esceva. “Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo; Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo, dijo; A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos” (Hechos 19:13-16).

¿Cuál fue el problema? Los siete hijos de Esceva estaban usando el nombre del Señor Jesús. Esto no fue suficiente. Los siete hijos de Esceva no tenían una relación con el Señor Jesús, por lo tanto sus palabras eran carentes de cualquier poder o autoridad. Los siete hijos de Esceva se estaban basando en una metodología. Ellos no se basaban en el Señor Jesús, y no estaban empleando la Palabra de Dios en su batalla espiritual. Como consecuencia, recibieron una humillante golpiza. Aprendamos de su mal ejemplo y manejemos las batallas espirituales como lo describe la Biblia.

En resumen, ¿cuáles son las claves para el éxito en las batallas espirituales? Primero, que nos apoyemos en el poder de Dios, no en el nuestro. Segundo, que reprendamos en el nombre del Señor Jesús, no en el nuestro. Tercero, protegernos con toda la armadura de Dios. Cuarto, librar nuestras batallas con la espada del Espíritu: la Palabra de Dios. Por último, debemos recordar que aunque libramos batallas contra Satanás y sus demonios, no cada pecado o problema es un demonio que necesita ser reprendido. “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó” (Romanos 8:37).



lunes, 17 de marzo de 2014

LA ORACIÓN ECHA MANO DE LA ETERNIDAD


Ningún hombre es más grande que su vida de oración. El pastor que no ora está jugando; los cristianos que no oran, se extravían. El púlpito puede usarse como un escaparate para exhibir talentos naturales de comunicación; el cuarto privado de oración no permite ostentación.

Afectada por la pobreza espiritual como lo está hoy en día, la iglesia está más afectada aquí, en el hábito de la oración. Hay muchos organizadores, pero pocos agonizadores; muchos motivadores, pocos ejemplificadores; muchos cantantes, pocos constantes; muchos pastores, pocos luchadores; muchas ánimas, pocas lágrimas; mucha canción, poca pasión; muchos mediadores, pocos intercesores; muchos escritores, pero pocos luchadores. Al fallar aquí, fallamos en todo.

Los dos requisitos para una vida cristiana exitosa son: visión y pasión, las cuales nacen y se mantienen sólo por la oración. El ministerio de la predicación está abierto a unos pocos; el ministerio de la oración —el más excelso de todos los ministerios— está abierto a todos. Los adolescentes espirituales dicen: “No voy esta noche, es sólo la reunión de oración”. Poco motivo tiene Satanás para temerle a tanta predicación. Sin embargo, la lección aprendida de experiencias pasadas hace que reúna todo su ejército infernal para luchar contra los del pueblo de Dios que oran... Dios no es pródigo con Su poder; para ser mucho por Él, debemos serlo con Él.

Este mundo desciende al infierno a una velocidad que hace que el avión más rápido luzca como una tortuga; sin embargo, por desgracia, pocos podemos recordar la última vez que nos perdimos una noche de sueño esperando en Dios por un avivamiento que sacuda al mundo. Nuestros corazones no se conmueven. Confundimos el andamiaje con el edificio. La predicación de hoy en día, con su pálida interpretación de las verdades divinas, nos lleva a confundir la acción con la unción, la conmoción con la creación, el ruido y el movimiento, con el avivamiento.

El secreto de la oración es orar en secreto. Un pecador dejará de orar, y un hombre de oración dejará de pecar. Estamos en bancarrota, pero no quebrantados; ni siquiera hemos sido tocados.

La oración es profundamente sencilla y sencillamente profunda. La oración es una forma tan simple de comunicación que hasta los labios infantiles la pueden intentar, y sin embargo, es tan sublime que agota el vocabulario del adulto. Una catarata de palabras ardientes no significa que Dios esté impresionado o conmovido. Una de las más profundas intercesoras del Antiguo Testamento no tenía palabras: “Solamente se movían sus labios, y su voz no se oía”. No hay lingüistas aquí, sólo “gemidos indecibles”.

¿Estamos tan por debajo del cristianismo del Nuevo Testamento que no conocemos la fe histórica de nuestros padres (con sus implicaciones y operaciones), si no sólo la fe histérica de nuestros semejantes? La oración es para el creyente lo que el capital es el hombre de negocios. ¿Puede alguno negar que en la configuración de la iglesia moderna la principal causa de la ansiedad es el dinero? Sin embargo, lo que preocupa más a las iglesias modernas es lo que menos le preocupaba a la iglesia del Nuevo Testamento. Nuestro énfasis está en pagar, el de ellos en orar. Cuando hemos pagado, tomamos nuestro lugar; ellos, “cuando hubieron orado, el lugar en que estaban tembló”.

En materia de oración nuevotestamentaria, inspirada por el Espíritu, sacudidora del infierno, quebrantadora del mundo, nunca tanto ha sido dejado en manos de tan pocos. Para este tipo de oración no hay sustituto. ¡La hacemos o morimos! LR



miércoles, 12 de marzo de 2014

LA “EXPERIENCIA EXTRA-CORPORAL” (PROYECCIÓN ASTRAL)


La información acerca de la experiencia “fuera del cuerpo” es a la vez amplia y subjetiva. De acuerdo a Wikipedia, una de cada diez personas afirma haber tenido una experiencia fuera del cuerpo (EFC), y hay muchos tipos diferentes de experiencias.  Estas van desde las experiencias fuera del cuerpo involuntarias o experiencias cercanas a la muerte que ocurren durante o después de un trauma o accidente, hasta lo que se llama “proyección astral” en la cual una persona trata voluntariamente de dejar su cuerpo atrás y ascender a un plano espiritual donde ella cree que va a encontrar la verdad y claridad espiritual.

Algunos cristianos famosos han tenido lo que podríamos llamar, en el mundo actual, una experiencia fuera del cuerpo, especialmente el apóstol Pablo. Él dice en 2 Corintios 12:1-4: “Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar”. En los versículos anteriores a este pasaje, Pablo enumera sus “jactancias” o las cosas que, si se cuenta como obras buenas para asegurar su salvación, lo llevarán al cielo. A pesar de que parece referirse a un tercero, los estudiosos están de acuerdo en que él está hablando de sí mismo en tercera persona. Por lo tanto, ¿cómo es que cuenta esta experiencia aparentemente fuera del cuerpo?

El tono y contexto de toda la epístola aclara que lo que Pablo dice aquí es que cualquier revelación que viene de fuera de la Biblia (la  revelación extra-bíblica) no es una fuente confiable, y como dice Pablo: “no me conviene gloriarme (en ello)”. Es decir: “No se gana nada con ello”. Esto no quiere decir que su experiencia extra-corporal no fuera real, sino que él no confiaba que tal experiencia fuera a darle una verdad superior o mejor que la que contenía la Escritura, ni que en realidad lo beneficiara ni a él ni a otras personas de ninguna manera.

Una experiencia fuera del cuerpo involuntaria o una experiencia cercana a la muerte, como la del apóstol Pablo, deben ser tratadas de la misma manera que un sueño en la vida de un cristiano: es un fenómeno inexplicable que puede servir como anécdota, pero que de ninguna manera debemos poner a la misma altura de la verdad revelada de Dios, la Biblia. El único lugar en que encontramos la verdad absoluta está en la Palabra de Dios. Todas las demás fuentes son meramente historias humanas subjetivas o interpretaciones personales acerca de esto o aquello. El libro de Apocalipsis, o la visión de Juan, es una excepción a esto, al igual que las profecías o visiones de los profetas del Antiguo Testamento. En cada uno de esos casos a los profetas se les dijo que se trataba de una revelación del Señor, y que debían compartir lo que habían visto, ya que fue dada directamente por Dios mismo para asegurar la salvación de Sus escogidos, para consolarlos y fortalecerlos; al mismo tiempo que fue dada para llamar a los pecadores al arrepentimiento.

Una experiencia fuera del cuerpo voluntaria (una “proyección astral”), es una historia diferente. Una persona que está tratando de lograr una experiencia fuera del cuerpo con el fin de ponerse en contacto con ciertos espíritus o el mundo espiritual, es lisa y llanamente practicar el ocultismo. La proyección astral toma principalmente dos formas. La primera se llama “modelo fase”. Esta es aquella en que la persona trata de encontrar nuevas verdades espirituales, accediendo a una parte de la mente que está “apagada” durante la vida cotidiana. Esta práctica está conectada al budismo y al postmodernismo, y se basa en la creencia de que la iluminación se consigue por el mirar dentro de uno mismo. La otra forma es llamada “modelo místico”, y es cuando la persona intenta salir del cuerpo por completo y dejar que su espíritu viaje a otro plano que no está conectado con el mundo físico en absoluto.

La Biblia nos advierte explícitamente contra la práctica oculta o brujería en Gálatas 5:19-20, diciendo que quienes la practican no heredarán el reino de los cielos. Los mandamientos de Dios son siempre para nuestro bien, y Él nos manda a mantenernos lejos de las prácticas ocultas, porque hay un gran peligro potencial, al tratar de acceder al mundo espiritual, de exponerse a la influencia de los demonios, quienes pueden falsificar cualquier tipo de experiencia además de confundir nuestras mentes sugiriéndonos mentiras acerca de Dios, tal como la serpiente lo hizo con Eva.

Job 4:12-21 describe a Elifaz siendo visitado por un espíritu de mentira en una visión que le dice que Dios no considera a los seres humanos y que Él no se preocupa por nosotros, lo cual es falso.

El “modelo fase” también es inútil de acuerdo a las Escrituras. Jeremías 17:09 dice: “El corazón es engañoso por sobre todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” y 1 Corintios 2:1-5 dice: “cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”. En otras palabras, es inútil buscar la sabiduría infinita de Dios dentro de la mente finita del hombre.

Un ejemplo concreto de esto viene del popular libro 90 Minutos en el Cielo, escrito por el pastor Don Piper. Piper describe lo que es, en esencia, una experiencia fuera del cuerpo que tuvo después de un grave accidente automovilístico durante la cual él cree que murió y fue al cielo durante noventa minutos. Sea o no verdad que Piper vio realmente el cielo o que pasó tiempo allí es discutible, y al final nadie, sino Dios lo sabe. Sin embargo, hay un problema grave, teológicamente hablando, con la declaración del pastor Piper: su conclusión se basa en su experiencia. Él le dice al lector que ahora que él ha “estado en el cielo” puede consolar a las personas en dolientes en los funerales “con más autoridad” que antes. Los motivos de Piper podrían  ser los correctos: quiere dar a la gente esperanza. Sin embargo, es absolutamente incorrecto decir que su propia experiencia subjetiva le da más autoridad para administrar la esperanza del cielo que la verdad perfecta de la Escritura. No hay ninguna experiencia subjetiva, no importa cuán consoladora suene o parezca, que sea más importante que lo que la Palabra de Dios nos revela, porque esta nos transmite la verdad de Dios, la cual sabemos es perfecta e inmutable; una experiencia subjetiva, en cambio, podría ser verdad, o no.


En conclusión. Cualquiera que sea la clase de experiencia extra-corporal de la que estamos hablando, el punto principal a recordar es que una experiencia fuera del cuerpo no nos dará ni verdad ni conocimiento. Si una experiencia fuera del cuerpo involuntaria se produce en la vida de un cristiano, el mejor enfoque sería considerarla en la misma categoría que un sueño interesante o emocionante; pero de ninguna manera puede considerarse como una fuente de verdad espiritual. Los cristianos deben encontrar la verdad sólo en la Palabra de Dios, como el Señor Jesús ora en Juan 17:17: “Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad”.