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para que no entréis en tentación (Mateo 26:41).
CAPÍTULO 1: UN
LLAMADO A LA ORACIÓN
¿A Quién Debemos
Orar?
Debemos
orar al Dios de los cielos. El Señor Jesús nos lo enseñó cuando el oró: “Padre
nuestro que estás en los cielos...” (Mateo 6:9).
Según
acabamos de ver en la Biblia, la oración se debe dirigir al Padre. No obstante,
se nos enseña a orar en el nombre del Señor Jesús. Además, el Espíritu Santo
nos ayuda a orar. Por medio de esto podemos entender que se involucra toda la
Deidad cuando nos presentamos a Dios en oración.
Oramos
al Padre, por medio del Señor Jesús, con la ayuda del Espíritu Santo. No
debemos orar a santos, ni a reyes, ni a ángeles. En Hechos 10:26, Pedro le dijo
al hombre que se postró a sus pies: “Levántate, pues yo mismo también soy
hombre”. Y si Pedro no permitió que lo reverenciaran así, tampoco nosotros
debemos orar a la Virgen María ni a ningún otro santo.
Amán
fue un príncipe del rey Asuero. Pero, ¿qué hizo el judío fiel llamado Mardoqueo
cuando los demás reverenciaban a Amán? En Ester 3:5 se describe lo sucedido: “Y
vio Amán que Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba delante de él; y se
llenó de ira”.
Leamos
Apocalipsis 22:8-9. ¿Qué dijo el ángel cuando Juan quiso adorarlo? “Mira, no lo
hagas; porque yo soy consiervo tuyo”.
¿Quién Necesita
Orar?
“También
les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no
desmayar” (Lucas 18:1).
Esta
necesidad la tenemos todos.
Los
niños. Es responsabilidad de los padres enseñar a sus hijos a orar en cuanto
pueden repetir una frase. El Señor Jesucristo dijo: “Dejad a los niños venir a
mí, y no se lo impidáis” (Marcos 10:14). Las peticiones y alabanzas de los
niños glorifican a Dios. Además de esto, a los niños les es provechoso aprender
a orar diariamente. Al entregarse a Dios más adelante, les resultará de mucha
ayuda haber aprendido a orar a diario.
Los
niños pequeños pueden aprender a darle gracias a Dios y a pedirle la protección
y la bendición. Se les puede enseñar la confianza en Dios, especialmente en la
noche o en una tormenta con truenos. Ellos son salvos a causa de su inocencia.
No obstante, ellos se benefician mucho al ejercer su fe sencilla en oración.
Los
adolescentes. Si hemos llegado a la edad de dar cuenta a Dios de nosotros
mismos, ojalá ya hayamos adoptado el hábito de orar a Dios de una manera
frecuente y constante. El orar con constancia y sinceridad es una parte del
mandato bíblico de acordarnos de nuestro Creador en los días de la juventud.
Como
adolescentes, debemos interesarnos en aprender todo lo que podamos de Dios y
comunicarnos a diario con Él. La comunión íntima con Dios no se limita por
falta de experiencia. Procuremos venir delante de Él cada noche y cada mañana.
Algunas veces no tendremos deseos de orar. No obstante, busquemos a Dios y Él
nos bendecirá y nos ayudará.
Dios
nos ofrece una serie de ayudas: leer su palabra, oír y seguir la voz del
Espíritu Santo, leer solamente libros buenos y escuchar con cuidado cuando se
predica la Palabra de Dios. Creamos la verdad de la Biblia y obedezcámosla.
Obedezcamos también a nuestros padres, y mucho más si son cristianos. En fin,
seamos leales a la verdad. Ella promoverá una vida de oración sincera, y nos
fortalecerá.
Los
jóvenes. A los jóvenes les gustan las actividades, y esto es excelente. Pero a
menudo no pueden decidir qué hacer. Entonces, ¿qué deben hacer?
¡Orar!
Si
nos piden ser maestros de una escuela dominical o dedicar nuestro tiempo como
obrero en otro lugar, presentemos esto delante del Señor. Desarrollemos la
costumbre de platicar con Él, ya sea por cosas grandes o pequeñas. Esperemos en
Él si la repuesta no se aclara. Quizá aparezca otra obra que hacer mientras
esperamos en Él. Presentemos esto delante de Él también. Quizá Él tiene otro
cargo para nosotros ahora. Seamos fieles con lo que Dios nos da hoy, y Él nos
aclarará Su plan a su debido tiempo.
Recordemos
a David, el pastor de ovejas. En su adolescencia fue ungido como rey. No
obstante, su reinado no se hizo realidad sino hasta que cumplió los 40.
Mientras tanto, ¿qué hizo David? ¿Acaso se pasó todo el tiempo quejándose del
aburrimiento de cuidar ovejas o de la bajeza de ser siervo ajeno? ¡No! Los
salmos testifican de las muchas horas que David pasó en la presencia acogedora
del Señor. Él aprovechó sus días y sus años sabiamente.
Los
padres. Quizá la mayor preocupación y ruego de los padres es el clamor para que
Dios les dé sabiduría a la hora de dirigir los pasos de sus hijos hacia Dios.
El padre de Sansón imploró la ayuda de Dios en Jueces 13:12 “¿Cómo debe ser la
manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con él?” 1ª de Pedro 3:7 resalta
la importancia de la oración unida de los padres. Además enseña que el marido
debe darle a su esposa el honor que le corresponde “como a vaso más frágil, y
como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no
tengan estorbo”.
Los
enfermos y los afligidos. Quien está afligido debe orar. El enfermo debe llamar
a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite (véase
Santiago 5:14). La oración para la sanidad, al igual que las demás oraciones,
debe siempre tomar en cuenta la voluntad de Dios.
Los
ancianos. El salmista dice en el Salmo 71:18: “Aún en la vejez y las canas, oh
Dios, no me desampares, hasta que anuncie tu poder a la posteridad, y tu
potencia a todos los que han de venir”.
Jamás
llegaremos a una edad en la que no necesitemos orar. Al cielo solamente
llegarán los que perseveran y oran hasta el fin. Ana, de edad muy avanzada,
servía “de noche y de día a Dios con ayunos y oraciones” (Lucas 2:37) y, por lo
tanto, pudo reconocer al Mesías cuando fue llevado al templo.
Los
ancianos de la iglesia. En Hechos 6:4 se nos dice: “Y nosotros persistiremos en
la oración y en el ministerio de la palabra”. Dios había llamado a estos
hombres al ministerio de la palabra. Su compromiso ante la oración demuestra la
dedicación con la cual servían a Dios. Sin importar cuál sea nuestra edad o
vocación, hagamos el compromiso del salmista quien dijo: “Porque ha inclinado a
mí su oído; por tanto le invocaré en todos mis días” (Salmo 116:2).
¿Cómo Podemos
Aprender A Orar?
Pidámosle
a Dios que nos enseñe. Reflexionemos en la oración modelo del Señor Jesús, la
cual enseñó a Sus discípulos (leamos Mateo 6:9-13). Las oraciones de los santos
también nos enseñan a orar. Moisés invocó a Dios pidiéndole: “De mañana
sácianos de tu misericordia, y cantaremos y nos alegraremos en todos nuestros
días” (Salmos 90:14). Por tanto, hoy también debemos orar. No importa si somos
niños, jóvenes o ancianos; cuanto más conozcamos a Dios tanto más disfrutaremos
de Su presencia.
¿Por qué debemos
orar?
Nuestra
vida espiritual depende de la oración. Ser un cristiano es tener una relación
viva e íntima con nuestro Padre. Si deseamos crecer en lo espiritual debemos
fomentar esta relación. Descuidar la oración demuestra que no comprendemos su
importancia. Descuidarla es desobedecer la palabra de Dios. Sin esta comunión
con Dios nos enfermaremos primero, luego nos secaremos y al final nos moriremos
espiritualmente. “Velad y orad, para que no entréis en tentación” (Mateo
26:41).
Nuestra
mente se fija en Dios y en Su voluntad cuando oramos con sinceridad y con
frecuencia. La luz de Su palabra nos alumbra y recibimos fuerzas para cumplir
Su voluntad. Si oramos, Dios nos muestra el camino que debemos escoger cuando
nos sobrevienen las pruebas. Cuando oramos, Dios nos enseña a ver todo lo
terrenal con un enfoque eterno. ¿Acaso pensamos que vamos a disfrutar estar con
Dios toda la eternidad si no nos interesa hablar con Él ahora?
Los
siguientes aspectos contribuyen a una verdadera vida de oración: la fe, la
obediencia, el amor a Dios y a la hermandad, la verdad, la esperanza, y un
firme propósito de no desviarnos.
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Ejercicio
Espiritual
Revisemos
nuestra vida de oración de la semana pasada. Si hallamos deficiencias,
busquemos el poder de Dios para cambiar.
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La
comunión y el compañerismo con Dios se hallan en la oración. “He aquí yo estoy
a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,entraré a él, y
cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).
Si
somos hijos de Dios tenemos la dicha de poder clamar Abba, Padre. Él es nuestro
Padre; primero nos creó, y ahora nos ha adoptado en Su familia espiritual
(véase Romanos 8:14-15). Abba era una manera cariñosa de decir “Padre”, usada
por los niños judíos. Se consideraba una expresión de confianza absoluta.
Dios
desea que nos acerquemos a Él cuando oramos. Si nosotros también deseamos
acercarnos a Él, se establece una relación íntima entre nosotros y Dios.
Observemos el compañerismo que Dios compartía con Moisés. Moisés le pidió en
Éxodo 33:13: “Te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca y
halle gracia en tus ojos”. Dios le respondió en el versículo 17: “Haré esto que
has dicho, por cuanto hallaste gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre”.
Al
cristiano verdadero, Dios le dice: “Ven, yo te conozco”. Al impío también lo
invita, pero éste tiene que arrepentirse antes de poder entrar en la presencia
de Dios.
La
comunión y el compañerismo con Dios refrescan nuestra vida espiritual. Ellos
previenen el desmayo. En sentido físico el oxígeno previene el desmayo de una
persona. De igual modo, el oxígeno de la comunión con Dios da aliento y ánimo
en nuestra vida espiritual.
La
comunión con Dios revela nuestra insuficiencia ante Él y, además nos dispone a
recibir Su dirección. Él nos dirige por medio de Su palabra, por medio de Su
Espíritu Santo y por medio de la hermandad bíblica.
Las
oraciones de David son las más abundantes de la Biblia. El libro de los salmos
contiene muchas de ellas. Algunos salmos nos cuentan las razones por las que
David oraba. Su ejemplo nos anima a orar en toda circunstancia; ya sea por gozo
o por tristeza, por pecado o santidad, por confesión o arrepentimiento, por
temor o confianza, por duda o fe, por éxito o fracaso.
El
Salmo 3 fue escrito cuando Absalón perseguía a David. Según los versículos 1-4,
¿qué debemos hacer cuando otros nos perturban?
“¡Oh
Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios! Muchos son los que se
levantan contra mí. Muchos son los que
dicen de mí: No hay para él salvación en Dios.
Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza. Con mi
voz clamé a Jehová, Y él me respondió desde su monte santo”.
¿A
qué se refiere David en el Salmo 4:8?
“En
paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir
confiado”.
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Ejercicio
Espiritual
Pensemos
en alguien que nos causa molestias y contémoselo a Dios en detalle. Supliquemos
a Dios que nos revele cómo debemos relacionarnos con esa persona, sigamos Su
dirección, y disfrutemos la bendición que Él nos dará.
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Puede
ser que a veces los cuidados de la vida nos opriman hasta hacernos perder el
control de nuestros sentimientos. A David le pasó esto también, y lo podemos
ver en el Salmo 142. La manera en que David lo expone todo delante de Dios es
una muestra de su desesperación. Él clamó a Dios y expuso su queja en su
angustia. “Líbrame”, clamó a Dios cuando Saúl lo encerró en una cueva. David
confesó su propia debilidad. Al clamar a Dios demostró su confianza en el poder
superior de Dios. Él se sintió encarcelado por tanta persecución. Le pidió a
Dios que lo sacara para alabar su nombre. Expresó su fe cuando dijo: “Tú me
serás propicio”.
A
Dios le agrada cuando nosotros oramos, y Él es glorificado. Sin embargo, somos
nosotros quienes necesitamos la oración, no Dios.
La
comunión con Dios se rompe si dejamos de orar. Esto atrae la ira de Dios sobre
nosotros. En Jeremías 10:21, 25 se nos dice: “Porque los pastores (…) no
buscaron a Jehová; por tanto, no prosperaron, y todo su ganado se esparció. (…)
Derrama Tu enojo sobre (…) las naciones que no invocan Tu nombre”.
Sin
duda, nos sentimos culpables si no oramos. Y además de esto, todo nos sale mal.
Empezamos a confiar en nosotros mismos y a confundir nuestras prioridades.
Nuestro amor a Dios y a los demás se agota. Luego, nuestra adoración se enfoca
en las cosas visibles y se apodera de nosotros el temor a los hombres y a la
eternidad. Nuestra visión espiritual se pierde y nos deterioramos en todo
sentido. Por último, la incredulidad mete sus garras y nos aprisiona.
No
nos conviene descuidar la oración.
Los distintos tipos
de oraciones
Según
1 Timoteo 2:1-4, ¿cuáles son tres cosas que debes incluir en nuestras
oraciones?
“Exhorto
ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de
gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en
eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.
Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual
quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la
verdad”.
¿Qué
debemos incluir en la oración antes de la comida? ¿Qué debemos pedir por las
personas que han hecho un mal?
Analicemos cuatro tipos de oraciones: (1) confesiones (2) acciones de gracias y
de alabanza (3) peticiones de sabiduría y dirección, (4) rogativas de
intercesión.
(1)
Oraciones de confesión. En estas oraciones confesamos nuestro propio pecado, el
de nuestra familia o el de toda nuestra iglesia y/o nación. No obstante,
solamente quien confiesa su propio pecado alcanza el perdón de Dios. En el
Antiguo Testamento algunos hombres confesaron el pecado de la casa de su padre
y de la nación de Israel. Nehemías y Daniel son algunos ejemplos (véase Nehemías
1:6-7; Daniel 9:3-6). Sin embargo, cada individuo seguía siendo responsable de
su propio pecado. Dios luego juzgó a toda la nación porque ella no se
arrepintió.
Asimismo
es en la actualidad. Podemos confesar el pecado ajeno. Quizá ellos se arrepientan.
Debemos pedir a Dios Su perdón y misericordia, y mucho más si hemos tenido
alguna parte en ello. Pero eso no quita la culpa de los demás a menos que cada
uno se arrepienta de su propio pecado.
El
David confesó su propio pecado. En el salmo 32:5 él escribió: “Mi pecado
declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a
Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado.”
Después
de cometer los pecados graves de adulterio y homicidio, David escribió el Salmo
51. Este salmo es una oración de confesión y arrepentimiento en donde él pide
la restauración. David confiesa la gravedad de su pecado y ruega por
misericordia. Él bien sabía que merecía morir en lugar de alcanzar el perdón. En
aquel momento no dio la excusa común que dice: “Todos fallamos a veces”.
Tampoco dijo: “No fue mi intención” o “Aquel tuvo la culpa”. Él aceptó toda la
responsabilidad por sus hechos malos.
Es
muy importante que nosotros hagamos lo mismo cuando oramos. Debemos reconocer y
confesar lo vil de nuestro pecado a los ojos de Dios. David pidió que Dios le
diera un corazón limpio porque comprendió que el poder de Dios limpia del todo
a la persona. “Crea en mi, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto
dentro de mí” (Salmo 51:10). Solamente Dios podía devolver su gozo y utilidad
en el reino del Señor.
La
confesión es una parte esencial de la conversión. A veces pensamos que no es
necesario confesar a no ser que sea un pecado grave. Pero Santiago 5:16 nos
demuestra lo contrario. Allí se nos dice: “Confesaos vuestras ofensas unos a
otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del
justo puede mucho”.
1ª
de Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo paraperdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
Esto
indica la necesidad de confesar nuestro pecado con humildad y arrepentimiento.
Un arrepentimiento sincero implica sentir pesar por nuestro pecado de tal modo
que nunca más deseamos cometerlo. Dios no acepta la confesión necia de la
persona que de alguna forma retiene placer o gusto por su pecado.
La
confesión tampoco sustituye a la vida santa. La confesión es solo un paso
necesario para poner al día nuestras cuentas con Dios.
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Ejercicio
Espiritual
Pidámosle
a Dios que nos muestre el pecado que hay en nuestra vida. Si Dios nos
revela un pecado, confesémoslo a Él y
arrepintámonos. Confiemos en Su gracia para vencer el pecado.
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En
el día final de su vida el ladrón crucificado junto al Señor Jesús reprendió al
otro ladrón maldiciente. Luego confesó su pecado y lo merecido de su castigo. Finalmente en una
oración corta, dirigió su clamor al Señor Jesús (véase Lucas 23.42). El Señor
oyó su oración y confesión. En su oración, el ladrón arrepentido reconoció a
Jesús como el Señor e imploró Su misericordia. También demostró fe al mencionar
el reino del Señor Jesús. Y el Señor Jesús le respondió con amor: “De cierto te
digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23.43).
Que
Dios nos conceda oraciones de confesión tan sencillas como la del ladrón.
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Preguntas
¿Por
qué aceptó el Señor la oración del ladrón?
¿Qué
le dio al ladrón arrepentido la seguridad de su salvación?
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(2)
Oraciones de gratitud y alabanza. La alabanza a Dios debe ser una parte
constante de nuestra oración. De nuevo, el rey David es un buen ejemplo de
esto. El los Salmos 8 y 9 podemos leer cómo David exalta a Dios por sus obras
maravillosas. Él menciona las responsabilidades del hombre como mayordomo de la
creación espléndida de Dios y se pregunta por qué Dios se fija en él. Lo alaba
por su trato justo con las naciones. En el Salmo 9.10 lo honra y declara: “En
Ti confiarán los que conocen Tu nombre, por cuanto Tú, oh Jehová, no
desamparaste a los que te buscaron”. En los versículos 13-14, David ruega por
misericordia para contar las alabanzas de Dios en “las puertas de la hija de
Sión, y me goce en Tu salvación”. ¿A qué podemos comparar a Sion hoy en día?
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Ejercicio
espiritual
En
cada oración que elevemos a Dios, mostremos nuestro agradecimiento. Alabemos a
Dios por Su justicia y Su bondad.
Imploremos que nos recuerde como hijos cada día.
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David
glorifica a Dios por su santidad y vida nueva en el Salmo 30:2-4. Cuando
recuerda su santidad le da gracias. Busquemos dos versículos de este salmo que
demuestran la gratitud de David por la obra transformadora de Dios en su vida.
No debemos dar por sentado la obra redentora de Cristo, más bien debemos
alabarlo a diario por Su salvación.
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Ejercicio espiritual
Miremos
a nuestro alrededor. Al ver nuestra propia debilidad y la inconstancia de los
bienes materiales, prorrumpamos en gratitud y alabemos a Dios por Sus
provisiones abundantes. Imploremos Su ayuda para confiar siempre en Él.
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David
oró el Salmo 63 mientras estaba en el desierto de Judá. A su alrededor sólo
había una gran sequedad. Esto le hizo recordar la gran sequedad de este mundo
en comparación con el río de agua viva que procede de Dios. Su alma sentía una
gran sed de Dios. David recordó cómo lo había visto en el santuario (en su
tiempo personal con Dios). Entonces él comparó el poder y la gloria de Dios con
la miseria y suciedad del mundo. El salmista alabó a Dios por el gusto de
meditar en Él aun en las horas de la noche. El caluroso desierto hacía que
apreciara mucho la sombra. Así se imaginó estar bajo la sombra de las alas de
Dios en el versículo 7.
Pablo
manda a Timoteo a dar gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos
los que están en eminencia (véase 1 Timoteo 2.1-4). ¿Acaso significa esto que
también debemos dar gracias por nuestros enemigos?
Pablo
tuvo muchos enemigos durante su ministerio: judíos, romanos, falsos cristianos,
cristianos apóstatas, y todos los que estaban en autoridad sobre él. ¿Cómo
podemos dar gracias por esta clase de personas? En primer lugar, demos gracias
a Dios que Él un día recibirá la gloria de cada ser humano (Romanos 14:11). En
segundo lugar, debemos reconocer que todo antagonista y obstáculo que
enfrentamos en nuestra vida es permitido por el Señor para probarnos, para
llevarnos a la oración y pedir Su intervención, sabiduría, guía, liberación,
etcétera. En definitiva, para enseñarnos a reconocer que dependemos de Él.
Sólo
tenemos un enemigo por el que jamás debemos pedir para bien: Satanás (y sus
huestes). Todos los demás están cegados por él (2 Corintios 4:4) y pueden ser
liberados por el Señor.
La
oración del Señor Jesús en Lucas 10:21-22 nos enseña que Su vida no fue
rutinaria ni aburrida, si bien es cierto que sufrió mucho, Él se regocijó en Su
Padre. ¿Cuáles fueron las primeras palabras en Su oración? “Yo te alabo, oh
Padre”. La alabanza y la gratitud deben ser parte de cada oración nuestra.
Demos siempre gracias a Dios por escucharnos, por salvarnos y por darnos su
palabra.
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Ejercicio
Espiritual
Meditemos
en las muchas cosas que Dios nos ha dado, cosas que si no las tuviéramos
seguramente se las pediríamos a Él. Demos gracias por cada una de esas cosas.
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(3)
Peticiones de sabiduría y dirección. En Santiago 1:5-8 se menciona un don de
Dios que debemos pedir. ¿Cuál es?
Josué
se involucró con los de Gabaón porque no buscó consejo de Jehová. Quizá Israel
no hubiera sido derrotado ante el pueblo de Hai si Josué hubiera buscado el
consejo de Dios antes de intentar tomar esa ciudad.
Un
buen ejemplo de buscar el consejo de Dios lo hallamos en Salomón. Él reconoció
su inmadurez y falta de sabiduría para dirigir al pueblo de Israel. Ante
semejante trabajo, en Gabaón él le expresó al Señor todo lo que sentía (véase 1
Reyes 3:5-9). Le pidió sabiduría para dirigir al pueblo y discernimiento entre
lo bueno y lo malo. Dios lo galardonó por su petición honorable y le dio muchas
riquezas. Aunque Salomón se apartó de Dios en su vejez, durante mucho tiempo de
su reinado disfrutó de la aprobación de Dios en su vida por esta oración.
El
siervo mayor de Abraham es otro buen ejemplo. Abraham le encomendó la tarea de
buscarle esposa a su hijo Isaac, y este siervo procedió en el temor a Jehová.
En esa tarea tan seria de buscar esposa para otro, él le rogó a Jehová por su
dirección.
El
siervo fiel oró pidiéndole a Dios por causa de su amo, Abraham. Al parecer, no
se sentía digno de pedir por sí mismo. Antes de terminar su oración, Dios le
contestó. Confiado en la dirección de Dios, inclinó su cabeza y adoró al Señor
por dirigirle a la señorita correcta. Dijo así: “Bendito sea Jehová, Dios de mi
amo Abraham, que no apartó de mi amo su misericordia y su verdad,guiándome
Jehová en el camino a casa de los hermanos de mi amo” (Génesis 24.27).
De
nuevo, cuando Labán y el padre de Rebeca consintieron en que Rebeca se fuese
con el siervo, el siervo se inclinó al suelo y adoró a Dios. Luego se la llevó
a su amo.
¿Le
pedimos nosotros a Dios que dirija a nuestros hijos a hallar buenos cónyuges?
Jóvenes, ¿qué tal esperar en Dios para que Él nos presente nuestra futura
esposa o esposo?
Teniendo
en cuenta las grandes consecuencias que debemos enfrentar, conviene y urge que
busquemos el rostro de Dios para que nos dirija. A la misma vez, debemos
cumplir con lo que ya sabemos que es correcto. Por ejemplo, es pecado pedir la
dirección de Dios en cuanto a un posible noviazgo con una persona que no es
cristiana. La Biblia ya nos ha informado que al casarte debe ser en el Señor.
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Ejercicio
Espiritual
¿Necesitamos
tomar una decisión difícil en los próximos días? Pidamos a Dios con fe que nos
dé sabiduría para hacer lo correcto, y sigamos en obediencia lo que ya sabemos
que es correcto.
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Cuando
pedimos consejo de Dios, es importante que también estemos atentos a recibir
consejo de los hijos de Dios. La oración no excluye la ayuda que nos brindan
los hermanos.
Joven,
quizás sientas que Dios te dirige a cierta joven. Lo más aconsejable es que no
se lo compartas al instante. Una vez un joven sintió esto mismo e
inmediatamente fue y le avisó a la joven lo que Dios le había revelado. Pero
ella lo rechazó a causa de que Dios aún no se lo había revelado a ella.
Señorita,
¿qué tal sería escoger un esposo que no tiene un compromiso serio con Dios? Ya
que las consecuencias de esta decisión son muchas, es conveniente que conozcas
la voluntad de Dios con certeza. Segamos lo que sembramos. Si obedecemos al
Señor al escoger un(a) compañero(a) de vida, de seguro también segaremos las
consecuencias de esa decisión.
¿Cómo
debe orar una hermana en cuanto a su futuro? Si ella desea un esposo pudiera
orar de la siguiente manera: “Señor, me has concedido el deseo de casarme.
Guardame en Tu santidad y pureza aún si no se halla esposo para mí. Sea yo
soltera o casada, dame Tu gozo mientras te sirvo. Y si un hermano llegara a pedirme
una amistad especial, ayúdame a discernir Tu voluntad. Ayúdame también a
recibir el consejo de mis padres. Sobre todo, hágase Tu voluntad”.
Hermana,
quizá un joven nos ha ofrecido su amistad, pero nosotros no lo queremos ni
mucho menos nos interesa casarnos con él. No obstante, antes de decirle “no”,
pasa mucho tiempo en oración. Comparte lo que sientes con tus padres. Luego,
cuando tengas paz con Dios, haz lo que en tu opinión será lo mejor.
Si
Dios une a dos jóvenes en un noviazgo, ambos deben orar juntos. De esta manera
conocerán los deseos espirituales de la otra persona y, además, buscarán la
dirección del futuro de esa relación. No obstante, deben tener cuidado de no
juzgar al otro por medio de su oración, pues a muchas personas les resulta difícil
orar en público. Tampoco deben ignorar que puede ser más beneficiosa la oración
que se hace en privado antes de la visita, que la oración en conjunto.
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Ejercicio
espiritual
Para un joven
Pídele
a Dios que te guíe en Su camino, ya sea como soltero o como casado. Pide
sabiduría para poder discernir Su dirección.
Para una joven
Se
honesta y cuéntale a Dios tus anhelos en cuanto a casarte. Confiesa tu
necesidad de esperar, confiar y seguir Su dirección con tranquilidad y fe. Pide
fuerza moral para seguir Su voluntad
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Dios
se interesa por nuestra vida. Quedémonos tranquilos; Él sabe bien cómo arreglar
las cosas en nuestra vida. Tengamos cuidado de no torcer el brazo de Dios al
buscar lo que nosotros creemos que son necesidades propias.
Supliquémosle
que nos dé sabiduría y dirección, y esperemos con paciencia en él. En lugar de
adelantarnos, esperemos el tiempo de Dios. Su Espíritu Santo nos guiará junto
con su palabra o por medio de otros cristianos. Desde este momento, procedamos
en el temor de Dios.
(4)
Oraciones de intercesión. Cuando le pedimos a Dios que obre en la vida de otra
persona, lo llamamos una rogativa de intercesión. ¿Cómo podemos rogar por otros
ante Dios? ¿Cómo debemos interceder? Es común hablar con alguien por nuestra
preocupación por otros. Pero es hora de aprender a venir ante Dios a rogar por
los demás. Eso es intercesión.
¿Debemos
interceder por todas las personas? Sí, mientras tienen vida y hay esperanza
debemos rogar a Dios por ellas. Una vez que mueran debemos dejar de orar, pues
en nada podremos cambiar su situación.
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Ejercicio
espiritual
Pensemos
en una persona que peligra en su vida espiritual y roguemos a Dios que la
rescate.
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En
Colosenses 4:3, Pablo pidió que la iglesia orara por él. La oración no elimina
la necesidad de ayudar a otros, pero provee una oportunidad de alcanzar a
personas y ayudar en situaciones que están fuera de nuestro alcance.
Consideremos algunos ejemplos: Quizá no podamos visitar a las iglesias de
países lejanos, pero sí podemos orar por sus miembros. La distancia quizá no
nos permita socorrer a un herido; sin embargo, podemos orar por él. Podemos
orar por los enfermos, aun si no los podemos visitar a todos. Al enterarnos de
las luchas de un hermano podemos orar por él día tras día aunque no lo veamos a
diario.
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Ejercicio
espiritual
Pidámosle
a un hermano que nos acompañe en oración en una lucha específica. Oremos por
una persona y luego avisémosle que estamos orando por ella.
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Mientras
Pablo estaba en la cárcel, alababa a Dios y aprovechaba para interceder por los
demás. A menudo escribía mientras oraba. De modo que resulta provechoso orar
mientras animamos a otros.
¿Alguna
vez nos han dicho: “Estoy orando por ti” cuando nos enfrentábamos a una prueba?
¡Qué bendición nos es la hermandad! En ella pueden animarse unos a otros en
palabra, conducta y por medio de la oración. Debemos animar a otros con
humildad y sinceridad, y debemos hacer uso de cierto discernimiento al avisar a otros que estamos orando por
ellos. A no ser que estemos comprometidos a ayudar de cualquier forma, debemos
evitar mostrarle al hermano su falta al decirle que estamos orando por él.
Tampoco debemos anunciar el error del hermano al pedir oración en público por
él. Debemos orar porque sentimos amor y cariño por él en lugar de señalar su
falta y mostrar nuestra supuesta superioridad.
Igualmente,
al orar tengamos cuidado de no exigirle nuestra voluntad a Dios. Dejemos que
Dios escoja Su manera de ayudar al necesitado. Alguien puede orar equívocamente
de la siguiente manera: “Señor, no permitas que él se duerma esta noche hasta
que reconozca su error”. Dios puede tener mejores maneras de hacerle ver su
falta.
Nuestro
deseo, tanto para el creyente como para el incrédulo, debe ser el bienestar de
su alma. Sin embargo, debemos orar por ellos en distintas formas. Por ejemplo,
la oración de Santiago 5:16 se aplica más a los creyentes.
Orar
a Dios para que supla las necesidades de personas que no son nuestros familiares es saludable. Quizá estemos en
desacuerdo con algún hermano. Debemos orar por él, y al orar nos daremos cuenta
de que eso ayuda a mejorar nuestra relación con él.
Las
siguientes citas nos ofrecen algunos ejemplos bíblicos en cuanto a las
rogativas de intercesión. Busquémoslas y
anotemos quién intercedió por quién.
Génesis
18:23; Éxodo 32:31-32; Deuteronomio 9:25-29; Job 42:10; Daniel 9:2-3, 16-19;
Lucas 22:31-32; Romanos 10:1; 2 Timoteo 1:1-3.
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Preguntas
¿Por
quién oraba Pablo continuamente?
Cuando
no sabemos cómo orar, ¿quién nos ayuda? (Véase Romanos 8.26)
Según
Romanos 12.12, ¿qué significa la frase “orar sin cesar”?
¿Qué
doblaremos ante el Señor en aquel día según Romanos 14.11?
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Ejemplos de
oraciones de intercesión
Moisés. Una
intercesión sobresaliente se oyó el día que los israelitas provocaron a Dios.
El Señor pensaba destruir a los israelitas y se lo dijo a su siervo. Moisés
rogó por ellos. Su peso por el pueblo lo hizo descuidar su propio bienestar.
Oró así: “Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se
hicieron dioses de oro, que perdones su pecado, y si no, ráeme ahora de tu
libro que has escrito” (Éxodo 32.31-32). Dios rehusó desechar a Moisés, pero
eso no quita la belleza de su oración. La abnegación y el amor por otros
producen oraciones sinceras de intercesión.
-----------------------------------------------------------Ejercicio Espiritual
Oremos
por un cristiano descarriado cada día durante esta semana
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Jonás. Aquí
vemos un ejemplo de alguien que debió haber intercedido por los demás pero no
lo hizo. La primera oración de Jonás se escucha después de que el pez se lo
tragó (Jonás 2.1-9). ¿Por qué no oró mientras aún estaba en el barco o cuando
se enteró que lo iban a lanzar al agua?
Cuando
Jonás descubrió que estaba vivo aun después de ser tragado por el pez, él
comprendió que Dios lo podía escuchar. Jonás confesó su pecado a Dios, se
entregó a Él y lo alabó por haberlo salvado. Ahora Jonás se fue deprisa a
Nínive y les predicó el mensaje de Dios. Sin embargo, habiéndosele olvidado su
propia salvación milagrosa cuando estuvo en el vientre del pez, deseaba la
muerte de los ninivitas. Dios tuvo que reprenderlo por egoísta. Si su actitud
hacia el pueblo arrepentido de Nínive hubiese sido la correcta, entonces él
hubiera orado y pedido misericordia por ellos.
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Ejercicio
espiritual
Oremos
por una persona que recién se entregó a Cristo. Demos gracias por su entrega y
pidámosle Dios que le dé gracia para serle fiel.
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Alabar
a Dios y dar gracias por nuestra salvación es bueno, pero si tan sólo pensamos
en nosotros mismos somos aún egoístas. Por medio del ejemplo de Jonás, aprendamos
a orar por las almas perdidas que se encuentran a nuestro alrededor.
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Preguntas
Repasemos
la oración de Jonás en Jonás 2:1-9
¿En
cuál versículo se ve su fe y seguridad?
Busquemos
una palabra del versículo 5 que indica que Dios avivó el espíritu de Jonás.
¿A
qué punto tuvo que llegar Jonás para que se acordara de Dios (v. 7)?
¿En
qué versículo se encuentra la confesión de sus razonamientos necios?
¿Cuál
versículo demuestra su compromiso renovado con Dios?
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Job. Job se
fortalecía mucho, orando a Dios. Dios le llamó: “Un hombre recto y perfecto”.
No obstante, quiso enseñarle varias lecciones. De éstas, quizá la mayor fue la
de interceder por sus tres amigos. Después de mucha plática entre Job y sus
amigos, quienes lo juzgaron mal, Dios habló también y al final le dijo a Job
que intercediera por sus tres amigos. Cuando Job lo hizo, Dios le quitó todas
sus aflicciones (véase Job 42:10).
-----------------------------------------------------------Ejercicio Espiritual
Recordemos
una prueba difícil de nuestras vidas. Demos gracias a Dios por su amor y su
ayuda en medio de la prueba. Pidámosle que nos ayude a aprender lo necesario de
cada experiencia
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No
era la primera vez que Job intercedía
por otros. Él acostumbraba a orar y hacer sacrificios por el bienestar de su
familia. Comprendía el peligro espiritual que los rodeaba. Oraba por ellos en
vez de afanarse o ignorar su peligro.
Pablo. Pablo no
ignoraba la dureza de corazón del pueblo judío, pero a pesar de eso oraba por
ellos (véase Romanos 10.1).
Pablo
daba gracias a Dios por los cristianos en Roma y rogaba por ellos
constantemente. Le pidió a Dios que él pudiera visitarlos (véase Romanos
1.8-10). Nosotros debemos orar no sólo por los incrédulos, sino también por los
creyentes para que sigan fieles al Señor.
Pablo
les rogó a los romanos que oraran en unión por él (véase Romanos 15:30-32).
Debían orar que Dios lo librara de los rebeldes de Judea y que la ofrenda de su
servicio a los santos de Jerusalén fuera acepta. Además, pidió que oraran por
él “para que con gozo llegue a vosotros por la voluntad de Dios, y que sea
recreado”.
De
estos versículos aprendemos a orar por tres realidades en cuanto a nuestros
pastores y otros hermanos fieles: (1) que Dios los proteja de gente rebelde,
(2) que la gente acepte su servicio, (3) que puedan gozar de buen compañerismo
de hermanos en dondequiera que vayan.
En
Timoteo 2:1-4 Pablo le pide a Timoteo que ore “por todos los hombres; por los
reyes y por todos los que están en eminencia”. Pablo se acordaba sin cesar de
Timoteo y daba gracias a Dios por poder hacerlo (véase 2 Timoteo 1.3). Él oraba
por los de Éfeso (véase Efesios 1:16-20). Para que Dios les revelara Su cuidado
de ellos. En 1 de Corintios 1:9-11 él ora por la unidad de los corintios, y en
Filipenses 1:3-5 ruega con gozo por los filipenses. También Pablo oraba sin
cesar por los colosenses para que fueran “llenos del conocimiento de su
voluntad” (Colosenses 1:9). Con respecto a los de Tesalónica dice: “Orando de noche
y de día con gran insistencia, para que veamos vuestro rostro, y completemos lo
que falte a vuestra fe” (1 Tesalonicenses 3:10).
Por
medio de las dos cartas de Pablo a Timoteo podemos ver la preocupación de Pablo
para que Timoteo permaneciera fiel y no se desviara de la verdad. Pablo fue
fiel en advertir a Timoteo, pero no cargó este peso por sí sólo, sino que lo
llevó a Dios en oración. Hacemos mal si intentamos llevar solos toda la carga
de alguna persona o algún problema. Debemos aprender a entregar ese peso a Dios
y dejar que Él sea quien nos dé la solución.
Es
notable que Pablo le dijera a Timoteo que intercedía por él. Saber que un
hermano ora sin cesar por nosotros es de gran ánimo y ayuda. Esto fortalece los
lazos de amor en la hermandad y alivia las cargas. Apreciemos la hermandad que
ora en unión y con fidelidad. Tal hermandad puede incrementar nuestra fe en
Dios cuando sentimos en nuestro corazón el peso de orar por nuestro hermano y
cuando vemos que él ora por nosotros.
Pidamos
a Dios por el éxito espiritual de los demás. No es malo orar por necesidades
propias; pero si nosotros sólo oramos por nosotros mismos, oramos con egoísmo.
Tengamos en cuenta a nuestras familias, a nuestras iglesias, a nuestros vecinos
y a quienes están en autoridad. Oremos por los santos y los pecadores.
Si
tenemos la tendencia de olvidarnos de orar por las necesidades que se
mencionan, anotémoslas en una hoja de papel. Repasemos esta lista mientras
oramos. Primera de Samuel 12:23 nos enseña que pecamos contra Dios si cesamos
de orar por los demás.
Oraciones en forma
de canto
Muchos
de los Salmos que cantamos son en realidad oraciones. Los Salmos son aún el
gran himnario del pueblo de Israel. El Señor y Sus discípulos se sabían muchos
de ellos (sino todos) de memoria, y los cantaban tan a menudo como muchos
cristianos cantan sus himnos favoritos. La diferencia entre los Salmos y los
himnos “santificados” por la cristiandad es que los Salmos son parte de la
Palabra inspirada de Dios, y los himnos no. Los Salmos no contienen error, y
muchos de los himnos que canta la cristiandad están plagados de errores.
¿Cómo
debemos cantar estos Salmos? Con espíritu de oración.
Nos
resultará de mucha ayuda si nos damos el tiempo de meditar en las palabras de
un Salmo cada día, antes y/o después de nuestras oraciones. Meditemos, por
ejemplo, en las palabras del Salmo 119: 99-100, y aprenderemos que es posible
para un discípulo sobrepasar a su maestro en el entendimiento de las
Escrituras. ¿Cómo? Meditando en las palabras del Señor y guardándolas.
Muchos
enseñan que esto no es posible, porque el Señor Jesús dice: “El discípulo no es
más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser
como su maestro, y al siervo como su señor” (Mateo 10:24-25a). Basándose en
este pasaje enseñan que el discípulo jamás puede llegar a sobrepasar a su
maestro, y que por lo tanto este siempre será menos que el que le enseñó acerca
de la Biblia. Pero el “maestro” mencionado por el Señor, es Él mismo, el
Maestro: con mayúscula.
Nadie
ha podido ni podrá jamás superarlo a Él. Esto queda claro en la última frase de
este pasaje, cuando el Señor concluye diciendo: “Si al padre de familia
llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?”. ¿A quién llamaron Beelzebú
los fariseos (Mateo 9:34) al decir que recibía poder de él? Al Señor Jesús. Él
es el “padre de familia” y todos los demás creyentes somos “los de su casa”.
Así que, según el salmo 119:99-100, es posible que un discípulo supere a su
maestro terrenal en conocimiento y en entendimiento de la Palabra de Dios, si
medita en ella y la guarda.
Esta
clase de piedras preciosas son las que se pueden encontrar en los Salmos si nos
dedicamos a desentrañarlas. Saber esto debiera motivarnos a meditar seria y
profundamente en estas oraciones en forma de canto.
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CAPÍTULO 2:
PREPARÉMONOS PARA LA ORACIÓN
En
este capítulo nos vamos a concentrar en cómo prepararnos para entrar en la
presencia misma de Dios en oración. Sin embargo, no pensemos que tenemos que
prepararnos antes de clamar a Dios en arrepentimiento. La única preparación que
se necesita para tal oración es un corazón cansado de pecar y listo para hacer
lo que Dios pida.
En
Hebreos 10:19-22 el escritor nos invita a acercarnos a Dios con nuestro corazón
purificado de mala conciencia. ¿Cómo podemos acercarnos a Dios? ¿Será posible
ser amigo de Dios y caminar con Él de modo que Él conteste nuestro clamor?
¿Cómo podemos llegar a orar sin egoísmo, sin suponer que Dios está para hacer
lo que le pedimos desde el trono de nuestro propio orgullo? ¿Dónde se encuentra
la fuerza espiritual para bajar de nuestro trono y caer humillado a los pies
del Señor Jesús? Pues sólo allí podremos orar sinceramente como seguidor, amigo
y siervo del Dios Todopoderoso.
A
continuación vamos a encontrar las respuestas a estas preguntas al analizar
cómo preparar nuestro corazón, nuestra vida y nuestro entendimiento acerca de
la oración.
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Ejercicio
espiritual
Meditemos
en la oferta de Dios de que nos acerquemos a Su trono de gracia para hallar
socorro (véase Hebreos 4.16). Agradezcamos esta invitación y aprovechémosla
para pedir la ayuda necesaria.
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Preparemos nuestro
corazón
Con
humildad. ¿A qué corazón puede acercarse
Dios, y a cuál espíritu puede salvar según el Salmo 34:18?
Para
poder escuchar y perdonar nuestros pecados, Dios relaciona una lista de
requisitos en 2 Crónicas 7:14. ¿Cuál es el primer requisito?
El
Señor Jesús contó una historia en Lucas 18:10-14: “Dos hombres subieron al
templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie,
oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los
otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno
dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano,
estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba
el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió
a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece,
será humillado; y el que se humilla será enaltecido”.
Este
ejemplo muestra lo que quizá sea el paso más importante de la oración: la
humillación. Ya sea que oremos la oración del publicano quien reconoció su
pecado o bien que oremos como hijo de Dios con necesidad de Su ayuda, es
imperativo orar con humildad.
Para
la humillación, necesitamos primero comprender la grandeza de Dios. Cuando
Isaías vio el trono y la majestad de Dios, entendió su propia bajeza y pecado.
Clamó diciendo, “¡Ay de mí!” (Isaías 6.5). Luego se acordó de esta visión
cuando Dios le dijo en Isaías 55:9 “Como son más altos los cielos que la
tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos
más que vuestros pensamientos”.
Jacob
también reconoció la grandeza de Dios. Con una piedra de cabecera, en un lugar
llamado Betel, tuvo un sueño en el cual vio a Jehová, y ante su Majestad se
sintió muy pequeño e insignificante (véase Génesis 28). En ese día nació en él
un temor reverente a Dios. Su temor a Dios lo conmovió a hacer un pacto con Él.
Jacob dijo a Dios que le serviría para siempre si Él supliera su necesidad.
En
el Salmo 90 Moisés reconoce la majestad de Dios y la contrasta con la vida
breve del hombre, siendo tan débil y pecador. Al darse cuenta de esta realidad,
Moisés clama: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al
corazón sabiduría” (Salmo 90:12).
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Ejercicio
Espiritual
Pidamos
a Dios que nos ayude a ser sobrios en esta vida. Aprovechemos cada momento de
Su ayuda, sobre todo en áreas de nuestra vida en las cuales hemoss sido
negligentes.
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La
Biblia nos advierte así en 1 Corintios 10:12: “El que piensa estar firme, mire
que no caiga”. Al reconocer nuestra incapacidad total, debemos humillarnos para
buscar de Dios su ayuda y poder para alcanzar la victoria.
A
la persona humilde se le puede enseñar con facilidad. Ante la grandeza de Dios,
¿qué más podemos hacer sino humillarnos para que Él nos enseñe? David tuvo un
gran deseo de ser enseñado. En el Salmo
25:4 él pide: “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas”.
¿Cómo creemos nosotros que Dios contesta tal petición? David también oró de la
siguiente manera en el Salmo 26:2.
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Ejercicio
Espiritual
¿Luchamos
nosotros contra el orgullo en algún aspecto de nuestras vidas? Pidámosle a Dios
que nos purifique del orgullo y que nos ayude a vernos a nosotros mismos y a
los demás como debemos.
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Notemos
en el libro de Hechos la humildad de un hombre que estaba peleando contra Dios.
En el capítulo 8, vemos que Saulo (luego llamado Pablo) consintió cuando
apedreaban a Esteban. Según el capítulo 9, Saulo iba camino a Damasco
sintiéndose con la autoridad de maltratar a los cristianos que encontrara. De
pronto, Dios lo hizo caer de rodillas con una luz radiante, y le hizo una
pregunta tajante: “Saulo, ¿por qué me persigues?”
Saulo
preguntó: “¿Quién eres Señor?” Entonces al contestarle el Señor Jesús, Saulo
luego preguntó: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” Dios envió a Ananías a ayudar a Saulo,
“porque he aquí, él ora”. Aquí empezó una larga vida de oración eficaz para
Pablo. De aquí en adelante Pablo oraba día y noche por sus hermanos, por la
iglesia, por los judíos y por sí mismo. La vida de Saulo cambió de manera
drástica porque al encontrarse con el Señor, Saulo le respondió con una actitud
humilde y mansa.
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Ejercicio
espiritual
Oremos:
“Enséñanos, Señor”. Luego obedezcamos Su enseñanza.
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Con fe. La fe
nace de la humildad y una visión de la majestad de Dios. “Es necesario que el
que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le
buscan” (Hebreos 11.6).
La
lógica nos dice que no tiene sentido acercarnos a Dios si no creemos que Él
existe. La tendencia humana es analizar las cosas según las podamos ver y
tocar. Por lo tanto, sin querer, podemos dudar que Dios vaya a cumplir lo que
le pedimos. Es necesario tomar la decisión de creer que Dios cumplirá lo que ha
dicho.
El
ejemplo perfecto de fe nos lo dio el Señor Jesús cuando oró frente a la tumba
de Lázaro. ¡Cuán insensato habría lucido el Señor ante la gente si el Padre no
le hubiera contestado Su oración! Pero Él creyó sin dudar que Su Padre lo
escucharía.
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Ejercicio
espiritual
Meditemos
en las promesas de Dios. Busquemos una en especial y creámosla.
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Nosotros
podemos ser como el Señor Jesús. Mostramos nuestra fe en Dios y Sus promesas
cuando le agradecemos por escucharnos aun antes de pedirle alguna cosa. Él
promete contestar las oraciones de los santos, y nosotros podemos confiar en Su
promesa… si somos fieles.
Ezequías
demostró su fe cuando el ejército de Asiria rodeó a Jerusalén, amenazando con
destruirla. Él mandó sus mensajeros al profeta Isaías, diciendo: “Eleva, pues,
oración tú por el remanente que aún ha quedado” (Isaías 37:4).
Rabsaces,
el capitán de los asirios, luego le envió una carta que declaró la caída segura
de Judá ante los asirios. De nuevo Ezequías acudió a Jehová, extendió la carta
ante Dios y oró (véase Isaías 37:14-17).
Observemos
cómo empieza su petición. Primeramente, reconoce la majestad y el poder único y
soberano de Dios sobre todos los reinos. La oración de Ezequías demuestra que
él tenía una fe verdadera en Dios. ¿Comprendemos nosotros por qué Dios se
complace en contestar tal oración? ¿Cómo Dios contestó esa oración? Pues usó a
Su profeta Isaías para dar un mensaje de consuelo y seguridad a Ezequías. Luego
destruyó a los enemigos y rescató a Israel.
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Ejercicio
espiritual
¿Hay
alguna promesa que nosotros debemos creer y que no estamos creyendo? Pidamos a
Dios que nos quite la incredulidad y que fortalezca nuestra fe en Él. Si
nosotros sentimos que nuestra fe es fuerte, demos gracias a Dios por el don de
la fe.
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No
siempre somos conscientes de nuestra fe. Y no es necesario. Debemos acercarnos
a Dios con sencillez, confiado de que Él comprende nuestras necesidades. Un
niño pequeño que se lastima no dice: “Hoy tengo fe que mamá me ayudará. Por lo
tanto, iré a ella.” No, simplemente corre hacia su mamá y comparte su dolor,
esperando su ayuda y consuelo.
De
esta manera debemos venir a Dios. Desarrollemos el hábito de buscarlo en todo
momento. Si se nos acusa, acudamos al Padre; no sólo en busca de consuelo, sino
también para que Él nos ayude a tener actitudes correctas hacia los demás. Si
la acusación es falsa, con más razón debemos orar por nuestro acusador.
Cualquiera que sea el caso, sabemos que si buscamos a Dios, Él recibirá honra
por medio de nuestra vida.
Con
sumisión. Según 1 Juan 5:14-15, ¿Cuál es el requisito que tenemos que cumplir
para tener la confianza de que Dios nos escucha?
Ya
vimos como Dios galardonó la fe humilde de Ezequías al rescatar a Israel de la
mano fuerte de los asirios. No obstante, Ezequías no mantuvo su fe en Dios como
debió haberlo hecho. La fe humilde se entrega siempre a la voluntad de Dios.
Un
profeta vino a Ezequías y le informó de parte de Dios que pronto moriría.
Ezequías no lo pudo aceptar y le rogó a Dios por más años de vida. Le recordó a
Dios por su propia fidelidad. Por fin, Dios lo escuchó y le extendió la vida.
Mejor
le hubiera sido a Ezequías haber dicho: “Si es tu voluntad, dame mas
vida”. Lo cierto es que su vida
espiritual decayó de allí en adelante. Quizá cambió la muerte física por la
muerte espiritual. Al poco tiempo, él les mostró a los enemigos de Dios los
tesoros de la casa de Dios. Cuando el profeta vino y lo amonestó, Ezequías se
lo agradeció, pero no se preocupó por el futuro de sus hijos. Se conformó con
que Dios no fuera a castigar a Israel mientras él viviera. ¡Que descuido tan
grande!
La
Biblia no dice que Ezequías negó a Dios. No obstante, al ver su vida
espiritual, hubiera sido mejor para él si hubiese muerto cuando Dios primero le
avisó. Nosotros podemos aprender de su ejemplo. A Dios le agrada ver nuestra
fe. Él aguza su oído y nos escucha cuando oramos. Sin embargo, una fe sincera
no intenta torcer el brazo de Dios según nuestro propio parecer. Una fe sincera recuerda la grandeza de Dios y
también recuerda la incapacidad propia. En lugar de producir una fe egoísta,
produzcamos en nuestra vida una fe que más que todo desee cumplir la voluntad
de Dios.
Marcos
11:24 dice: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo
recibiréis, y os vendrá ”. No obstante,
la fe no obliga a Dios a cumplir nuestros deseos según nuestra manera de
pensar. Si así fuera, sería una oración egoísta en lugar de ser una oración de
fe.
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Ejercicio
espiritual
Recordemos
una petición que nosotros hayamos hecho ante Dios que no se haya cumplido.
Añadámosle esta frase a nuestra petición: “Dios mío, no se haga mi voluntad,
sino la tuya”.
Preguntas
Leamos
Isaías 36-39 y contestemos las siguientes preguntas:
¿Por
qué Ezequías deseó que Isaías orara por Israel?
Al
enfrentar la amenaza del enemigo, ¿de qué manera admirable reaccionó Ezequías?
¿Qué
nos da seguridad en Dios cuando enfrentamos pruebas duras?
La
presencia de Isaías representa una bendición de parte de Dios. ¿Cuál es?
¿Qué
debió haber incluido Ezequías en su oración al pedir más años de vida?
Al
realizar un estudio de los últimos años de Ezequías, ¿qué influencia esto debiera tener en nuestras
oraciones?
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El
Señor Jesús oró una oración muy conmovedora en el huerto de Getsemaní antes de
Su crucifixión (véase Mateo 26.36-46). Si analizamos quién era el Señor Jesús,
podemos entender con más claridad el valor de esta oración. Por un lado, Él era
el Hijo de Dios, era el Creador el mundo, el que unido al Padre, hizo los
planes para la redención del mundo. Por el otro lado, Él era un ser humano expuesto
a un sufrimiento terrible y a la muerte. Entre estos extremos se hallaba el
Señor Jesús. Como humano, estaba por comenzar el sufrimiento más doloroso que
puede experimentar un ser humano. Como Dios, sabía lo que le esperaba.
Además del tormento físico, iba a recibir burla, vergüenza y desgracia como nunca antes. Además de todo esto, iba a cargar con los pecados de todo ser humano. Y como si esto no fuera suficiente, el Señor Jesús todavía convivía con la realidad de que con una palabra podía escapar de toda aquella situación.
Además del tormento físico, iba a recibir burla, vergüenza y desgracia como nunca antes. Además de todo esto, iba a cargar con los pecados de todo ser humano. Y como si esto no fuera suficiente, el Señor Jesús todavía convivía con la realidad de que con una palabra podía escapar de toda aquella situación.
Pero
he aquí la clave de la victoria del Señor Jesús y la victoria nuestra en Él:
Cristo vino a cumplir la voluntad del Padre y se regocijaba en cumplirla. Su
cruz era el único camino para obtener la salvación de nuestras almas.
Al
entrar en el huerto el Señor dijo le dijo a sus tres discípulos más cercanos:
“Mi alma está muy triste, hasta la muerte”. Con este gran pesar, caminó unos
cuantos pasos más y cayó sobre Su rostro, y dijo: “Padre mío, si es posible,
pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:39).
¡Cómo debe haberse conmovido el Padre al ver semejante sufrimiento de Su Hijo
amado y a la vez escuchar Su entrega a la voluntad del Padre!
Postrado
sobre su rostro, el Señor Jesús ganó la victoria. Él cumpliría la voluntad del
Padre sin titubear porque amó a Su Padre. Se hizo “obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz” (Filipenses 2:8). En Getsemaní el Señor Jesús nos mostró cómo
Dios quiere que reaccionemos ante las circunstancias más difíciles. Al igual
que Él, debemos caer postrados en sumisión ante Dios y Su voluntad en lugar de
amargarnos o acusar a Dios cuando las pruebas nos sobrevengan.
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Ejercicio
espiritual
Si
el peso de nuestra necesidad ante Dios nos hace llorar, no temamos derramar
lágrimas. Al corazón contrito y humillado Dios no lo despreciará.
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A
Pablo se le dio un aguijón en la carne según dice 2 Corintios 12:7-9. Tanto le
molestaba que no una, sino tres veces le rogó a Dios que se lo quitara. Pero
Dios le contestó: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la
debilidad”. Pablo pudo aceptar esta respuesta con regocijo.
Es
un consuelo saber que la gracia de Dios es suficiente para nosotros en
cualquier prueba o situación. No es pecado pedirle a Dios repetidas veces que
nos alivie de alguna prueba. Sin embargo, no debemos olvidar que es mejor pedir
según Su voluntad. Pablo se regocijó al comprender que su aguijón formaba parte
de la voluntad de Dios para su vida. Él se fortaleció en espíritu y dio gracias
por la persecución y la aflicción porque entendió que la gracia de Dios se
perfecciona en la debilidad.
Tal
como el Señor Jesús y Pablo, nosotros debemos ganar la victoria de rodillas.
Debemos humillarnos y tomar de la “copa” de la voluntad de Dios, aun si nos es
amarga.
Santiago
4:3 nos dice que son nuestros deseos egoístas los que nos impulsan a orar de
manera que no recibimos lo que pedimos. Dios no se ve obligado a darnos lo que
no es bueno. Y aún si lo que le pedimos es bueno, quizá Dios no nos lo dará si
se lo pedimos por motivos egoístas. Sería como el joven que ora: “Señor, esos
vehículos nuevos se ven tan lindos. Concédeme uno a mí”.
Analicemos
la petición de Santiago y Juan en Marcos 10:35-37. Ambos le dijeron al Señor:
“Concédenos que en tu gloria nos
sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”. ¿Cuál sería el motivo
de tal petición?
¿Cuál
era el motivo de Simón el mago al ofrecerle dinero a Pedro en Hechos 8:18-19?
Y, ¿qué dijo Pedro a Simón que hiciera según el versículo 22?
Si
realmente nos gozamos en Dios y nos deleitamos en Él, entonces desearemos
agradarlo sobre todas las cosas. Si oramos con el deseo de agradarlo, Dios
concederá nuestras peticiones, porque buscamos Su voluntad para nuestras vidas.
Esto lo vemos en el Salmo 37.4-5: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te
concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía
en él; y él hará”.
Aunque
Dios le dijo con claridad a Balaam que no fuera con los mensajeros de Balac,
Balaam volvió a pedir lo mismo. Sin duda él tenía motivos muy egoístas. ¿Cómo
le contestó Dios? (Números 22.11-22).
Nuestras
oraciones no serán aceptas si amamos las cosas carnales. El corazón de Balaam
no estaba ni con Dios ni con su pueblo. Le era muy difícil orar porque amaba
más las riquezas y la fama que la bendición del pueblo de Dios. El enemigo de
Israel, Balac, le ofreció riquezas a Balaam si maldecía al pueblo de Dios.
Balaam bien sabía que Dios estaba a favor de Su pueblo y que ellos estaban bajo
Su cuidado. No obstante, le pidió dirección a Dios.
¡Hipócrita!
Si
la Biblia o el Espíritu Santo nos han dicho que no, entonces somos como Balaam
si vamos de nuevo a preguntarle a Dios.
Cuando
Elías oró frente a Su altar, Dios de inmediato envió fuego desde el cielo. Pero
en el mismo día, cuando pidió que lloviera, tuvo que mandar a su siervo siete
veces a ver si aparecían nubes en el cielo.
No
obstante, mientras esperaba, Elías no se cortaba ni gritaba. Se quedó postrado
mientras oraba a Dios. Quizá Dios estaba probando su fe. Aunque seamos fieles a
Dios, no le podemos exigir una respuesta inmediata. Oramos con fe, pero tenemos
que permitir que Dios conteste cuándo y cómo Él quiera.
Con
sinceridad. Ana anhelaba tener un hijo. Cuando ella y su esposo llegaron en su
visita anual al templo, Ana prorrumpió en su deseo al Señor (véase 1 Samuel 1).
Elí el sacerdote observó que ella movía sus labios. Al no escucharla, la acusó
de estar ebria. Pero ella le declaró su anhelo, y Elí entonces pidió la
bendición de Dios sobre su petición.
Ana
volvió a su casa en paz y Dios le concedió su ruego. Ana guardó su promesa a
Dios de presentar a su hijo para la obra de Dios: al destetar a su niño, ella lo
entregó a Elí con las siguientes palabras: “Y ella dijo: ¡Oh, señor mío! Vive
tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a
Jehová. Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí.” (1 Samuel
1:26-27). Ana alabó y glorificó a Dios, aun resultándole difícil separarse de
su hijo. Dios le concedió otros hijos a Ana y usó de manera extraordinaria a su
hijo Samuel como profeta en Israel.
Con
perdón. El Señor Jesús dice en Mateo 6:14-15: “Porque si perdonáis a los
hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os
perdonará vuestras ofensas”.
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Ejercicio
espiritual
Demos
gracias a Dios por un hermano o una hermana que nos haya hecho algún mal.
Pidamos a Dios sabiduría para ser un ánimo espiritual para esa persona.
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Perdonar
a quienes nos hacen mal no es fácil ni automático. El amor de Dios en nuestros
corazones hacia nuestros enemigos es el único remedio para poder perdonar. Así
manda el Señor en Mateo 5:44: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos,
bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por
los que os ultrajan y os persiguen”.
Esteban
tuvo este tipo de amor para quienes lo apedrearon (véase Hechos 7). Ese amor lo
motivó a pedir, “Señor, no les tomes en cuenta este pecado” (Hechos 7:60). Su ruego
es casi idéntico al ruego del Señor Jesús en la cruz. Y ¿por qué no? Esteban
seguía fielmente al Señor Jesús.
Obsérvese
la usencia total de egoísmo en la oración de Esteban. Él pudo haberle pedido al
Señor que sus enemigos dejaran de tirar las piedras. En lugar de esto, él
volvió a mirar al cielo. Vio al Señor parado a la diestra de Dios, esperando
recibirlo en cuanto llegara. ¡Qué visión tan hermosa!
Preparemos nuestras
vidas
Ya
mencionamos que en 2 Crónicas 7:14 Dios les puso requisitos a los israelitas
para poder escuchar sus oraciones. Primero que todo debían humillarse. Junto
con eso debían orar, buscar Su rostro y hacer una cosa más. ¿Qué cosa era?
En
Isaías 1:15 Dios les dijo a los israelitas que aunque hicieran oraciones largas
Él no las escucharía. En seguida, les puso dos condiciones para poder aceptar
sus peticiones. ¿Cuáles son?
Si
guardamos pecado en nuestras vidas o si desobedecemos Sus mandamientos, Dios no
aceptará nuestras oraciones. El salmista reconoció esta verdad hace muchos años:
“Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría
escuchado” (Salmo 66:18). Y Proverbios 28:9 dice: “El que aparta su oído para
no oír la ley, su oración también es abominable”.
Isaías
59:2 menciona también que a Dios le repugna una oración falsa: “Pero vuestras
iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros
pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír”.
El
pecado nos separa de Dios. Para tener comunión con Dios en oración, debemos
verdaderamente arrepentirnos de nuestros pecado y poner nuestras vidas bajo Su
mando. A continuación ofrecemos algunos ejemplos de personajes del Antiguo
Testamento. Algunos desobedecieron a Dios y otros no. ¿Cómo contestó Dios sus
oraciones?
Sansón.
En Hebreos 11 Sansón entra en la lista de los héroes de fe. No obstante, al ver
su vida en el libro de Jueces notamos que no siempre fue fiel y vemos también
las consecuencias de esa infidelidad.
Sansón
fue juez de Israel durante veinte años. Una de sus oraciones puede leerse en
Jueces 15. En esta oración Sansón oró después que mató a mil filisteos con una
quijada de asno. Tuvo gran sed y por eso se vio en peligro de caer en manos de
los filisteos. Clamó y pidió agua a Jehová
quien le respondió abriendo una cuenca de agua.
Sansón
buscó una compañera de entre las mujeres mundanas. Su amor hacia estas mujeres
lo involucró en serios problemas. Él no tomó en serio su lealtad a Dios. Jugó
con el pecado atrayendo su propia ruina espiritual y física. Nos acordamos de
la historia, ¿verdad? Sansón perdió su fuerza sobrenatural. ¿Por qué? ¿Por
culpa de los barberos filisteos? Pues sí, pero ¿cómo cayó en esa trampa? ¿No
fue acaso por su insensatez de enredarse con las mujeres filisteas?
Cuando
los filisteos hicieron fiesta a sus dioses por entregarles a Sansón, él volvió
a Dios para pedir una última venganza sobre ellos: “Entonces clamó Sansón a
Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego,
solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos
por mis dos ojos. (…) Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos” (Jueces 16.28,
30).
Dios
lo oyó y contestó su oración. Sin embargo, cuánto mejor hubiera sido si Sansón
hubiera honrado al Señor en toda su vida.
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Ejercicio
espiritual
¿Luchamos
nosotros contra el mismo pecado una y otra vez? Pidamos a Dios que nos dé
victoria hoy. Entreguemos nuestra vida a Él durante todo el día y clamemos a
menudo por Su ayuda al enfrentar la tentación. Al final del día démosle gracias
por Su ayuda.
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Ananías,
Misael y Azarías (Daniel 3). Estos tres jóvenes no sabían que Dios los iba a
librar del horno de fuego del rey Nabucodonosor. Pero en sus corazones habían
tomado la decisión firme de inclinar su rostro únicamente al Dios de los
cielos. Esta decisión la mantuvieron aun cuando se encontraban frente al rey
enojado. De esta manera le testificaron al rey que Dios los rescataría del mal.
Es muy importante aprender a obedecer a Dios antes de enfrentar la prueba dura.
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Ejercicio
espiritual
Supliquemos
a Dios que nos acompañe en cada prueba y que nos ayude a ser fieles.
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Abraham.
Quizá la reacción más sobresaliente de Abraham fue cuando Dios le mandó a
sacrificar a su hijo. “Heme aquí”, dijo Abraham. En esencia dijo: “Tú me ves,
Dios. Estoy a tus órdenes, dispuesto a hacer cualquier cosa que me pidas.”
Y
él estaba hablando en serio. Muy temprano al día siguiente emprendió su viaje
con Isaac. Él estuvo dispuesto a construir un altar de sacrificio y oración a
Dios, aun tratándose de matar a su propio hijo.
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Ejercicio
espiritual
¿Existe
alguna cosa en nuestra vida a la cual nos cuesta renunciar por amor a Cristo?
Quizá sea algo bueno y nosotros tenemos todo el derecho de poseerlo.
Entreguémoselo
a Dios y roguemos que nos ayude a poner a Cristo en el trono de nuestra vida.
Quizá Dios nos devuelva nuestro amigo o posesión; pero de cualquier modo, si lo
entregamos a Él, podemos seguir adelante con la bendición de Dios.
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Cuando
Abraham tomó su cuchillo para degollar a Isaac, Dios de nuevo lo llamó. Igual
que la primera vez, Abraham contestó: “Heme aquí”. Qué distinta esta respuesta
a la de Adán en el huerto del Edén. ¿Por qué? Porque Abraham estaba en paz con
Dios y sin temor de hablar con Él. Adán había pecado y por lo tanto temía
hablar con Dios.
Ahora
vayamos a Juan 15. Según el versículo 7, podemos estar seguros de que nuestras
oraciones serán contestadas si…
Muchas
personas sólo citan la última parte de este versículo (“pedid todo lo que
queréis, y os será hecho”) para afirmar que pueden tener cualquier cosa que
desean si tan sólo se lo piden a Dios. Pasan por alto la primera parte de este
versículo. Además, pasan por alto los versículos anteriores y posteriores.
Estos versículos aclaran mucho acerca de la vida en Cristo. Solamente si
permanecemos en Él podemos pedir y Él lo hará.
¿Qué
nos dice Cristo en Juan 15:1-15 acerca de permanecer en Él?
(v.
1) El Señor Jesús es la vid.
(v.2)
Dios el Padre es el labrador. Dios el Padre es un labrador. Él mantiene una
viña excelente. Somos ramas de Su viña. Él busca el fruto de las ramas. Nos
ayuda a producir más fruto. Él elimina las ramas secas que no llevan fruto. No
quiere una obediencia parcial. El Señor Jesús quiere que lo obedezcamos en todo.
(v.
3) El Señor Jesús nos da Su… para limpiar nuestra vida espiritual.
(v.
4) El Señor Jesús desea tener una relación íntima con nosotros a cada momento.
De otro modo no podemos hacer Su voluntad.
(v.
5) Al guardar esa relación íntima con El Señor Jesús recibimos ayuda para hacer
Su voluntad en todo. Al apartarnos de Él, no podemos hacer lo correcto.
(v.
6) Al no permanecer en Él, atraemos juicio sobre nosotros mismos.
(v.
7) Este versículo pone dos condiciones. Si las cumplimos podemos pedir del Señor
Jesús lo que queramos. ¿Cuáles son estas dos condiciones?
(v.
8) Dios es… cuando lo amamos y lo obedecemos. Somos Sus discípulos si le
servimos.
(v.
9) Dios ama al Señor Jesús y el Señor Jesús nos ama a nosotros. Debemos a
diario devolver nuestro amor a Cristo.
(v.
10) Permaneceremos en el amor de Cristo si guardamos Sus mandamientos.
(v.
11) El Señor Jesús nos demuestra todo esto porque desea que tengamos Su…. Él
quiere darnos tanto… como sea posible.
(v.
12) El gozo se relaciona con lo que el Señor Jesús dice más adelante. De
inmediato nos da el mandamiento de amar a otros así como Él nos ha amado.
(v.
13) ¿Cómo nos ama el Señor Jesús? Dio su vida por nosotros. Ese amor se hace
realidad en nuestra vida si nos arrepentimos y creemos y obedecemos el
evangelio.
(v.
14) Permanecemos en el Señor Jesús siempre y cuando ames y hagamos lo que Él
nos manda a hacer. Entonces somos Su….
(v.
15) Al permanecer en Cristo alcanzamos una posición más alta de la de un
siervo. Los señores terrenales no exponen sus planes e ideas a sus siervos.
Pero el Señor Jesús nos da a conocer todas las cosas que oyó de Su Padre.
(v.
16) Jesús nos amó primero. Nos amó antes que aún pudiéramos amarlo a Él. Cuando
respondemos a Su amor, entonces Él nos escoge y nos llama a servirle de
continuo por el resto de nuestras vidas. Según nos sometemos al plan de Dios,
el Padre nos dará lo que pedimos en el nombre del Señor Jesús, para cumplir Sus
propósitos.
El
deseo sincero de nuestro corazón debe ser amar y servir más a Cristo en lugar
de tratar de averiguar cómo podemos lograr nuestros deseos por medio de la
oración. Sin embargo, al amarlo más y más, al permanecer en Él, hablar con
Él y al obedecerlo, Dios nos concederá
nuestras peticiones.
Primera
de Timoteo 2:8 nos da tres requisitos para acercarnos a Dios en oración.
¿Cuáles son?
Según
Santiago 5:16, el hombre __________ puede orar de manera eficaz.
Según
1 Juan 3:22, Dios nos da “cualquier cosa” porque… .
“Porque
los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones;
Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.” (1 Pedro
3:12).
Preparemos
nuestro entendimiento.
En
esta sección queremos ver de manera sencilla la relación que tiene nuestra
oración con el Señor Jesús, el Espíritu Santo, los ángeles y nuestros hermanos
en la fe. Al entender el lugar que cada uno de éstos ocupa en nuestras vidas,
nosotros podemos aprovechar mejor la ayuda que Dios nos quiere dar por medio de ellos.
El
Señor Jesús. Nosotros podemos hablar directamente con Dios. No hay ningún ser
humano en esta tierra a quien tengamos
que dar cuentas cuando queremos orar. Según Efesios 3:11-12, por medio de
“____________________” tenemos acceso al Padre.
Es
necesario reconocer al Señor Jesús en nuestras oraciones, pues sólo por medio
de Él podemos llegar al Padre. En Juan
14:6 el Señor dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene
al Padre, sino por mí”. ¿En nombre de quién debemos orar? Juan 15:16 dice: “…
para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé”. La frase
que debemos mencionar cuando oramos, “en el nombre de Jesús”, incluye todo lo
que Cristo es y todo lo que representa. Nuestro derecho a venir ante Dios en oración tiene como fundamento
único lo que el Señor Jesús hizo como Redentor nuestro y lo que hace hoy día
como Mediador. Además, para dar valor a la frase “en el nombre del Señor
Jesús”, es necesario que nuestro corazón y nuestra vida se muestren de acuerdo
con las enseñanzas que Él nos dejó. Está
bien terminar nuestras oraciones con dicha frase. Pero la misma debe ser
más que una formalidad de rutina. Al decir “en el nombre del Señor Jesús”,
debemos tener presente su significado.
Juan 14:14 dice: “Si algo pidiereis en mi nombre…”
Pedirle
algo al Padre en el nombre del Señor Jesús es nuestro gozo y privilegio. “En aquel día no me preguntaréis nada. De
cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os
lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para
que vuestro gozo sea cumplido” (Juan 16:23-24).
Leamos
Hebreos 2:17-18 y Hebreos 4:14-16. Según
estos versículos, el Señor Jesús es nuestro…
Un
sacerdote se presenta ante Dios a favor del hombre y luego se presenta a los
hombres a favor de Dios. Los hombres
pecaminosos no pueden acercarse a Dios sin un intercesor. Jesús es el
único intercesor para la humanidad. ¿Cómo el Señor Jesús llegó a ser un sumo
sacerdote tan fiel y misericordioso?
Busquemos
y anotemos el significado de la palabra socorrer en un diccionario. El Señor Jesús anhela nuestro éxito. Él oró por
Sus discípulos, por quienes lo crucificaron y por todos lo que iban a creer en
Él en los años venideros. Él conoce todas nuestras necesidades ya que intercede
hoy por nosotros. Y el Padre, quien no quiere que nadie perezca, nos dará de Su
misericordia y gracia cuando la necesitemos.
El
Espíritu Santo. ¿Cómo nos ayuda a orar el Espíritu Santo? No siempre sabemos
cómo orar. Romanos 8:26 nos dice que “el Espíritu mismo intercede por nosotros”
cuando estamos en tal situación. Quizá tenemos una carga en nuestro corazón que
no podemos expresar. El Espíritu Santo toma esa carga y la lleva al Padre, y el
Padre la comprende. Además, el Espíritu Santo trae a nuestra mente personas y
situaciones por las cuales debemos orar.
Los
ángeles. Mientras oramos los ángeles nos sirven. Un ángel vino al huerto de
Getsemaní y consoló al Señor Jesús en su agonía. Ellos son “espíritus
ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la
salvación” (Hebreos 1:14).
Nuestros
hermanos. Para ayudarnos en la oración, Dios nos da hermanos espirituales.
Ellos nos pueden ayudar a desarrollar nuestra vida espiritual de manera que
nuestras oraciones tengan más eficacia. También nos enseñan a orar en conjunto
con otros. Y los hermanos nos ayudan en la oración cuando Dios los dirige a
orar por nosotros.
Puede
ser que a menudo nos sea difícil recibir la ayuda de nuestros hermanos porque
son humanos igual que nosotros. Esta lucha nace en nuestro corazón por una
sencilla razón: nuestro orgullo. Debemos reconocer que el hecho de que ellos
son humanos y pasan por las mismas luchas que nosotros, lo cual los capacita de
manera especial para darnos su consejo.
Hace muchos años surgió este mismo problema.
Algunas personas decían gozar de una relación íntima con Dios, pero no amaban a
los hermanos. Por eso el apóstol Juan escribió en 1 Juan 4:20: “Si alguno dice:
Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su
hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?”
El
apóstol Pablo rogó a los hermanos a que oraran por él. Pablo escribió esto en 2
Corintios 1:11: “…cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración”.
En 1 Tesalonicenses 5:25 Pablo escribe: “Hermanos, orad por nosotros.”
Imaginémonos todas las oraciones que se elevaron en todas partes por Pablo y
cuánto éstas deben haberle animado en sus pruebas. Y, ¿por qué no invitarles a
orar por nosotros? ¿Seremos nosotros tan orgullosos de no apreciar cualquier
ayuda que los hermanos quieran brindarnos?
Pablo
no fue egoísta al pedir que otros oraran por él; él a su vez estaba orando por
todos ellos. Seamos fieles en orar por los demás. Pero seamos humildes también
al pedir oración por nuestras propias necesidades. Además unámonos a los
hermanos para que ellos nos enseñen a orar.
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CAPÍTULO 3: OREMOS
¿Ya
entendemos en qué consiste la oración? ¿Hemos preparado nuestro corazón con la
actitud correcta? ¿Obedecemos a Dios y permanecemos en Cristo?
¿Comprendemos la ayuda que Dios nos
ofrece por medio del Señor Jesús y el Espíritu Santo? ¿Nos relacionamos con
nuestra hermandad como debemos?
En
esta sección queremos analizar algunas áreas prácticas de la oración. Por
ejemplo: cómo orar, dónde orar, cuándo orar y por qué cosas orar. Es obvio que
estas cosas no son tan importantes como nuestra actitud al orar. Las respuestas
a las preguntas ¿cómo?, ¿dónde?, ¿cuándo? y ¿por qué cosas debemos orar? Deben
ser el resultado de los principios bíblicos que ya estudiamos en las 2
lecciones anteriores.
Algunos
puntos que veremos en esta sección son enseñanzas tomadas directamente de la
Biblia. Otros son aplicaciones de algunas enseñanzas bíblicas. Primero veremos
una enseñanza del Señor Jesús que brota de un corazón humilde:
¿Cómo debemos orar?
En
secreto. El Señor Jesús a menudo reprendía a los hipócritas. Suena mal llamar a
otro hipócrita. Sin embrago, es peor serlo. A pesar de todo, podemos ser
hipócritas sin reconocerlo. Nos resultará provechoso ver por qué el Señor Jesús
les llamaba así. Asegurémonos de que no seamos semejante personas.
El
Señor Jesús nos dice: “Cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos
aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser
vistos de los hombres” (Mateo 6:5).
¿Qué
buscan los hipócritas? Quieren demostrar a los demás una justicia que no
poseen. Quieren recibir la alabanza y el respeto de las personas. Pero, ¿qué
piensan de Dios? Ni siquiera lo toman en cuenta al estar tratando de
impresionar a los hombres. ¡Qué locura!
A
Dios tenemos que dar cuentas de toda nuestra vida. ¿Cuál es la recompensa de
tales personas?_____________
Simular
una oración ferviente y aparentar una vida espiritual para que otros nos miren
es hipocresía. La hipocresía es tanto mentira como orgullo, y Dios aborrece
ambos pecados. El Señor castigará al orgulloso y al mentiroso, a menos que se
arrepientan y se vuelvan a Él en humildad y con sinceridad.
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Ejercicio
espiritual
Pidamos
a Dios que nos dé todas las virtudes cristianas para poder orar con libertad.
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Leamos
Mateo 6:6 ¿Cómo debemos orar? … Esforcémonos cada día por hablar con Dios a
solas. Es más fácil orar cuando estamos lejos de cualquier distracción. Al
reconocer que Dios nos escucha, entonces nos es más fácil orar de manera
honesta y sin pretensiones. Cuando estamos a solas podemos orar según el sentir
de nuestro corazón, sin tener en cuenta la gramática ni el idioma que
utilicemos. Y nuestro Padre que nos ve en lo secreto nos recompensará en
público. Además, en el día del juicio el Señor Jesucristo nos dirá: “… ” (Mateo
25.34).
Al
orar en público debemos orar con los mismos motivos y con la misma sinceridad
que cuando oramos en privado. ¿Cómo nos va, hermano? ¿Cambiamos nuestra oración
en la iglesia porque otros nos escuchan? Si nuestro deseo al orar es que otros
nos escuchen lo más probable sea que ellos nos escuchen. Pero nuestro Padre que
está en los cielos no nos escuchará, según Mateo 6:5-6. Oremos al Padre, ya sea
en privado o en público. De este modo Él nos escuchará y contestará nuestra
petición.
En
espíritu y en verdad. En 1 Corintios 14:15 Pablo escribe: “Oraré con el
espíritu, pero también oraré con el entendimiento”. Las oraciones en público
edifican si se entienden. ¿Cómo pueden ser edificados los demás si no
comprenden las palabras? Pablo prefirió hablar pocas palabras para edificación
que muchas palabras y sin edificación. Orar es mucho más que repetir una frase
memorizada o leer una oración escrita en un libro. Es más que pasar nuestros
dedos por un rosario. Tenemos un Padre que oye y contesta el clamor de nuestro
corazón. Él todo lo sabe y discierne si lo que decimos es lo mismo que sentimos en nuestro corazón.
A
nosotros nos corresponde orar con palabras que expresen realmente lo que
queremos decir. Él se encarga de lo demás. Es mejor orar con palabras sencillas
en lugar de tratar de impresionar a Dios o a los hombres.
El
Señor Jesús le dijo a la mujer samaritana en Juan 4:23 que los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Pablo escribió a los
corintios que debían orar con el espíritu y con el entendimiento.
Cuanto
más nos esforzamos por obedecer a Dios y comprender Su voluntad para nuestra
vida tanto más nuestra adoración y nuestra oración serán en verdad. Nuestro
espíritu se eleva a Dios porque comprendemos Su perdón, Su majestad y Su voluntad;
y porque hemos sido transformados por medio de la verdad. Entonces podemos orar
en espíritu y en verdad; con el espíritu y el entendimiento.
Con
emoción. Es bueno orar con emoción, pero debe nacer de la verdad de nuestro
corazón. La Biblia muchas veces se refiere a personas que clamaban al Señor. A
menudo necesitamos echar un vistazo a la majestuosa santidad del Dios
Todopoderoso, comparándola con las limitaciones del ser humano, pequeño y
pecador. Esto debe avivar nuestros sentimientos y conmovernos. Pero una fachada
de sentimientos externos en sí no conmueve el corazón de Dios. Muchas personas
van a la iglesia y avivan sus sentimientos con música, ritmo y otras
expresiones. Estas personas claman a Dios a gritos diciéndole que lo aman, y
esperan que por eso Él los escuche. Pero ya que no leen la palabra de Dios no
comprenden cuál es Su voluntad para sus vidas. Su entendimiento queda sin
fruto.
Leamos
1 Reyes 18 y notemos la diferencia entre la oración sincera de Elías y los
gritos emocionados de los profetas de Baal.
Profetas
de Baal Elías
- Oraciones largas Oración corta
- Brincos y gritos Una sola petición sincera
- Maltrato físico Calma y fe absoluta
- Ninguna respuesta Respuesta inmediata
- No reconocieron al Dios verdadero Alabó a Dios
Posición física al
orar.
¿Debemos orar de pie o de rodillas? ¿Qué posición es la correcta? Busquemos las
citas que aparecen a continuación y anotemos la posición mencionada en cada una
de ellas.
Éxodo
4:31; Josué 7:6, 10; 1 Reyes 8:22-23; Hechos 9:40.
¿Qué
tal orar acostado en la cama? Se puede, pero no es recomendable porque es muy
fácil quedarse dormido.
A
veces es bueno cerrar nuestros ojos para orar sin ser distraído. A los niños
cerrar los ojos les ayuda a escuchar y a la vez les enseña más reverencia.
Dondequiera que haya una oración pública, ya sea en casa, en el templo o en la
escuela, es bueno que niños y adultos cierren los ojos.
Sin
embargo, a veces no es conveniente cerrar los ojos al orar. Pero esto no debe
impedir que oremos. A nuestra mente
puede llegar una necesidad mientras caminamos por la vereda. No es necesario
caer de rodillas a medio camino. Dios está cerca en todo momento para escuchar
nuestro clamor (véase Deuteronomio 4:7).
Otras
veces un predicador puede pedir que oren por él mientras comparte la palabra.
No es necesario cerrar los ojos o arrodillarnos, no sea que distraiga al
predicador o a los demás. Podría, además, provocar nuestro orgullo. Podemos
orar a Dios en nuestra mente mientras seguimos atentos lo que dice el
predicador.
El
ejemplo del Señor Jesús. En la Biblia no se detallan muchas oraciones largas
del Señor. Sin embrago, en Juan 17 el Padre aparta la cortina de la comunión
con Su Hijo y nos muestra el anhelo del corazón del Salvador. Aunque no podemos
orar con la perfección con que oró el Señor Jesús, sí podemos meditar en Su
oración y aprender del contenido y la estructura de esta; así como de la carga
que sentía el Señor, y de Su actitud.
A
través de esta oración, el Señor Jesús se dirige con ruegos al Padre y lo
honra. El Señor ora por asuntos que forman parte de la voluntad de Dios: la
gloria de Cristo, la santificación del creyente y el poder de Dios hacia Sus
hijos.
Cuando
observamos esta oración sentimos la gran carga de Cristo hacia Su pueblo. Él
intercede por los Suyos y pide poder para guardarlos del mal. Él ruega que Sus
discípulos permanezcan unidos a Él, y que permanezcan unidos los unos a los
otros así como el Padre y el Hijo permanecen unidos, de tal manera que son uno.
¿Quiénes
deben tener comunión según 1 Juan 1:3, 7? El Señor Jesús sabe que si no tenemos
una comunión íntima con Él tampoco lo tendremos con nuestros hermanos.
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Ejercicio
espiritual
Meditemos
en la bendición de la hermandad y demos gracias a Dios por ella.
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En
Su oración en Juan 17:15-19, el Señor rogó por la santidad de los Suyos por
medio de la verdad (la palabra de Dios). ¿Cómo incluye en Su oración a los
creyentes de hoy en día (v. 20)?
Veamos
algunos aspectos de esta oración de
intercesión.
- Reverencia hacia el Padre
- Respeto a los atributos de Dios tales como Su santidad, Su justicia, Su verdad, Su amor, Su poder y Su gloria
- Ideas y expresiones ordenadas
- La realidad de Su relación con el Padre
- Una carga por los creyentes; que sean santos
- Una carga por los que aún no han creído
Esta
oración nos asegura que a Cristo le interesa mucho nuestro bienestar espiritual
y que aún ahora le dará a los Suyos la victoria.
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Ejercicio
espiritual
Pidámosle
a Dios que nos enseñe a orar, luego oremos por la primera carga que llegue a
nuestro corazón.
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Otra
oración del Señor Jesús se halla en Mateo 6:9-13 la cual nos enseña cómo orar y
por cuales cosas orar. Cuando los discípulos le pidieron al Señor que les
enseñara a orar, Él les enseñó esta oración. ¿Por qué le pidieron esto al
Señor? De seguro querían aprender a relacionarse con Dios, saber cómo debían hablar
con Él y qué palabras usar. A veces el Señor Jesús contestaba una pregunta con
otra pregunta, pero esta vez les contestó directamente. En seguida les enseñó
el Padre Nuestro.
Es
bueno aprenderse de memoria esta oración. Sin embargo, no debemos repetirla sin
pensar en lo que dice. Cada frase de esta oración está repleta de significados.
Observemos
esta oración, frase por frase:
“Padre nuestro que
estás en los cielos.” La oración empieza por reconocer la
autoridad suprema y cuál debe ser nuestra relación con Él. Él mora en la
majestad de los cielos, con autoridad
suprema sobre nuestra vida. Nos vemos tal como somos, pequeños y débiles ante
Él.
“Santificado sea tu
nombre.”
Santificado quiere decir “sagrado, consagrado, merecedor de reverencia”. Reverenciar
significa “mostrar honra y respeto profundo, adoración, asombro”. La reverencia
verdadera nos hace acercarnos a Dios con temor y respeto. Aceptar a Dios por
quien Él es promueve la sinceridad, el respeto, la honestidad y la humildad en
nuestras oraciones.
“Venga tu reino”. Anhelamos
la venida del reino de Dios y nos identificamos con él en lugar de
relacionarnos con el reino de Satanás.
“Hágase tu
voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Al decir esto
aceptamos la voluntad de Dios para nuestra vida en lugar de tratar de imponerle
la nuestra. Asimismo, oramos que otras personas también acepten y hagan Su
voluntad.
“El pan nuestro de
cada día dánoslo hoy”. Esta petición honra a Dios porque reconoce que Él es
nuestro proveedor. El Señor Jesús nos enseña a darle este honor a Dios cada
día. “El pan” se refiere a lo necesario
en la vida y no a todos los placeres que podríamos desear. Demostramos
nuestra fe en Él cuando pedimos solamente para el día de hoy. Esto armoniza con
los versículos 25-34 del mismo capítulo (Mateo 6) donde se advierte contra el
afán del día de mañana.
“Perdónanos
nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Si no
perdonamos a los que nos hacen el mal, no podemos esperar que Dios nos perdone.
Podemos estar seguros de que Dios nos perdona sólo si perdonamos a los demás.
(vv. 14-15)
“No nos metas en
tentación”.
Sabemos que Dios no nos mete en tentación. Pero al orar esto reconocemos la
buena voluntad de Dios y recordamos que sin Su poder seguramente caeríamos en
pecado.
“Líbranos del mal”. Este es
un ruego de ser librado de las garras del mal. Incluye el deseo de no cometer
ninguna maldad y de ser librado de la maldad de otros.
“Tuyo es el reino”. Exaltamos
a Dios y le damos Su lugar merecido como Rey sobre Su reino. A la misma vez,
damos a conocer que somos de Él al formar parte de Su reino.
“El poder”. ¿Sobre
quién tiene Dios el poder? Él es el Rey de reyes y Señor de señores, el
Todopoderoso. Tiene poder sobre todo, incluso sobre nuestra vida.
“La gloria”. Dios
merece toda la gloria. Él no la compartirá con nadie.
“Por todos los
siglos”.
Nuestro Dios es Dios eterno. No cambia. Siempre será de Él la autoridad
suprema, el poder y la gloria absoluta.
“Amén”. Que
siempre sea así.
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Ejercicio
espiritual
¿Recordamos
a alguien que nos haya tratado mal? ¿Acaso hemos podido perdonar a esa persona,
o es una lucha constante cuando pensamos en ella? Pidámosle a Dios que podamos
renunciar a todo pensamiento, sentimiento, o hecho de rencor y venganza.
Pidamos esto cada día hasta que estemos seguros de que hemos perdonado a esa
persona.
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¿Cuándo debemos
orar?
Antes de comer. El Señor
Jesús bendijo la comida para las multitudes (véase Mateo 14:19). Oró antes de
comer la pascua con Sus discípulos (véase Mateo 26:26-27). La sugerencia de Pablo
en Romanos 14:6 es de dar gracias antes de comer por lo que dice: “El que come, para el Señor
come, porque da gracias a Dios”. Hechos 27:35 relata que Pablo hizo esto: “Y
habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, y
partiéndolo, comenzó a comer”.
“Porque
todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción
de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado” (1
Timoteo 4:4-5).
Durante la noche. No es una
buena costumbre acostarnos en la cama para orar. Sin embargo, al despertarte en
la noche es bueno que oremos.
En
distintas ocasiones en la Biblia se menciona a personas que oraban de noche,
aun durante toda la noche. Busquemos las siguientes citas y escribamos quién
oró y por qué oró:
1
Samuel 15:10-11; 1 Reyes 3:5-9; Lucas 2:.37; Lucas 6:12-13; 1 Tesalonicenses
3:10; 1 Timoteo 5:5; 2 Timoteo 1:3.
Algunas
veces los temores nos atormentan de noche. Cosas como los relámpagos y los
truenos, las personas malvadas o aun el estado de nuestro país pueden
atemorizarnos más durante la noche que durante el día. Puede resultarnos de
mucho consuelo si aprovechamos los ratos despiertos orando a Dios en lugar de
pensar en lo posible y en lo probable. La paz y la calma de Dios nos
fortalecerán.
Además,
podemos aprovechar las horas de la noche para interceder por quienes el Señor
trae a nuestra mente. Podemos orar por su salud física y espiritual. Le podemos
pedir a Dios que les dé consuelo en su dolor, victoria en su lucha, ánimo en
las pruebas y socorro a sus necesidades. Recordemos que Dios puede despertar también a otra persona para
que interceda por nosotros.
Quizá
nos quedamos dormidos al orar a medianoche. ¿Está mal esto? No. Dormirnos
orando es mejor que dormirnos pensando en cosas vanas o malas.
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Ejercicio
espiritual
Anotemos
algo por lo cual nosotros quisiéramos orar si nos despertamos en la noche
durante esta semana. Si Dios nos despierta, recordemos orar por esto. Si Dios
luego trae otra cosa a la mente, oremos por ello también.
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En una despedida. Pablo se
reunió con los ancianos de la iglesia de Éfeso antes de lo que quizá sería su
partida final, y los animó (véase Hechos 20). Una oración común de despedida en
muchas iglesias se saca de este relato. Léase Hechos 20:32.
El
versículo 36 dice así: “Cuando hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y
oró con todos ellos”. Qué modo tan excelente de despedirse. Sin duda el recuerdo grato de este último momento de
oración con Pablo se fijó en la mente de los efesios. En contraste, qué
desagradables hubieran sido sus recuerdos si al despedirse se hubieran
entretenido con bromas y chistes.
En
Hechos 21:5 hallamos otro relato bello de una partida incluyendo a hombres,
mujeres y niños. Todos se arrodillaron en la playa junto con Pablo y sus
compañeros. Familias enteras oraron en conjunto. ¡Qué cuadro tan lindo, y tanto
más en ocasiones especiales! Tales experiencias se graban en las mentes de los
niños mucho antes de que lleguen a la edad de dar cuenta a Dios.
Al hallarnos sin
esperanza.
Si hemos pasado por la etapa de la inocencia y aún no hemos reconocido al Señor
Jesús como nuestro Salvador, entonces ya no tenemos esperanza. El
arrepentimiento y el poder para confesar y dejar nuestro pecado se encuentran
al orar a Dios. Al orar encontramos la salvación en Cristo. Él es quien nos da
la salvación y el poder para servirle día tras día. Según Hechos 22:16, debemos
invocar el nombre del Señor Jesús. A Él debemos orar si queremos ser librados
de la esclavitud del pecado, de Satanás y de todas las ataduras espirituales.
Este clamor debe brotar de lo más profundo de nuestro corazón. Pues si oramos
con intenciones de seguir en nuestro propio camino, Dios no nos puede escuchar.
Notemos
el contraste entre estos dos versículos: “Clama a mí, y yo te responderé, y te
enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3). “…yo
también os destinaré a la espada, y todos vosotros os arrodillaréis al
degolladero, por cuanto llamé, y no respondisteis; hablé, y no oísteis, sino
que hicisteis lo malo delante de mis ojos, y escogisteis lo que me desagrada”
(Isaías 65:12). De estos versículos aprendemos que Dios nos llama primero.
Luego, si respondemos a Su llamado podemos invocarlo y Él nos escuchará. Pero
si desechamos Su llamado y rehusamos servirle, Él desechará nuestras oraciones.
Dios
no acata la oración del inicuo porque su pecado está descubierto delante de Él.
Dios conoce las intenciones y los hechos de cada persona, y juzgará a cada uno
según sus obras.
Cuando
somos tentados. La tentaciones vienen de Satanás, un ser mucho más poderoso que
nosotros. Pero si permanecemos en la presencia de Dios tenemos acceso a un
poder mayor al de Satanás. Y Dios nos da poder para vencer las tentaciones que
Satanás pone en nuestro camino. El Señor Jesús y Sus discípulos se apartaron al
Huerto de Getsemaní para orar, y estando
allí Él les pidió que oraran. Luego al acercarse a ellos el traidor, el
Señor les advirtió a Sus discípulos que las tentaciones no habían cesado y los
instó a seguir en oración. “Levantaos, y orad para que no entréis en
tentación”, les dijo en Lucas 22:46.
Las
oraciones pasadas no nos aseguran la victoria sobre la tentación presente. En
el momento de la tentación debemos alzar nuestra oración. Hallaremos a Dios
cerca de nosotros, siempre dispuesto a ayudarnos.
Cuando
pecamos. El pecado requiere confesión y
arrepentimiento de parte nuestra antes que podamos tener comunión con Dios.
Esta confesión se lleva a cabo al orar. Junto con la confesión necesitamos tener
un deseo ardiente de lograr la victoria sobre el pecado. Dios acepta estas
confesiones sinceras y nos da Su poder para alcanzar la victoria. Una vez que
Dios limpia toda nuestra vida de pecado
podemos orar por otros asuntos.
Cuando
estamos enfermos. Muchas aflicciones y pruebas no parecen tan severas hasta el
día que caen sobre uno mismo. Pero en ese momento debemos humillarnos delante
de Dios y clamar a Él. Nos hace bien, en el sentido físico y en el espiritual,
acudir a Dios con nuestros dolores y enfermedades.
Cuando
surgen necesidades especiales. Busquemos las citas que sugerimos a continuación
y contestemos de cada una de ellas la siguiente pregunta: ¿Cuál fue la
necesidad específica que enfrentaba el Señor Jesús al orar esto? La primera
cita muestra la respuesta como ejemplo.
Mateo
26.36-44: Su crucifixión
Marcos
1:32-35:_________________________
Lucas
6:12-16: _________________________
Juan
17:1: _____________________________
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Ejercicio
espiritual
Recordemos
algo que le hemos pedido a Dios repetidas veces sin recibirlo, pero aún estamos
seguros de que Dios quiere dárnoslo. Pidámosle de nuevo a Dios en fe que nos
conceda nuestra petición si es su voluntad. No obliguemos a Dios, sino más bien
esperemos en Él.
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Romanos
12:12 nos manda a ser constantes en la oración. Esto significa que debemos orar
cada vez que se nos presente la ocasión, así como lo hizo el Señor Jesús.
Muchas
personas llaman a la policía de inmediato si reciben una amenaza. Pero en
tiempo de prueba tenemos a una Persona mucho más capaz de prestar su ayuda que
cualquier ser humano. ¿Por qué no clamar primero al Señor Jesús? Puede ser que
Él envíe hombres a socorrernos, pero para nosotros serían como enviados de
Dios. Esto nos ayudaría a poner nuestra confianza en Dios y no en los hombres.
Debemos orar
siempre que se nos presente una necesidad. Si nos sentimos
en peligro, oremos. Si nos agobia una necesidad de cosas materiales, oremos.
Cuando nos pidan cumplir una tarea difícil, oremos. Si surgen necesidades
graves en la hermandad, oremos.
Dios
a menudo nos pide que demos el primer paso de fe antes que Él nos muestre Su
respuesta a nuestra oración. Quizá pensemos que nuestra fe y confianza está en
Dios. Pero nos hace bien mostrárselo por medio de nuestras acciones.
Cuando
todo nos va bien. Según Deuteronomio
6:10-12, ¿qué pecado podemos evitar si oramos cuando todo nos va bien?
Con regularidad. Es
recomendable acostumbrarnos a pasar al menos tres momentos diarios de comunión
con Dios a solas, aparte de las
oraciones de gracias por los alimentos. En el Salmo 55:17, David dice: “Tarde y
mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz”. Daniel fue otro hombre
de Dios que solía orar tres veces al día. Incluso arriesgó su vida al seguir
con este hábito que moldeó toda su vida. ¡Qué desafío para nosotros! Nos hace
bien revisar nuestra propia vida. ¿Qué tan fácil dejamos que otras cosas
interrumpan nuestras oraciones?
Además
de pasar ratos a solas con Dios, según 1 Tesalonicenses 5:17 debemos orar sin
cesar. Eso quiere decir que en todo momento debemos estar orando en nuestro
espíritu y tener ese contacto íntimo con Dios. No tratemos de exhibir nuestra
propia justicia al orar en público. Sin embargo, tampoco debemos tener
vergüenza de orar ante otras personas. Por ejemplo, en un restaurante antes de
comer.
¿Dónde
debemos orar?
¿Dónde
debemos orar según 1 Timoteo 2:8?
Consideremos
algunos lugares en donde debemos orar.
En un lugar quieto. El Señor
Jesús se apartaba de los demás para
orar. Se levantaba de madrugada y se apartaba para buscar la comunión con su
Padre. Marcos 1:35 dice que se levantó muy de mañana. Marcos 6:46 dice también
que “se fue al monte a orar”.
Las
almas sedientas de Filipos también
descubrieron el valor de apartarse para orar. Su costumbre era de ir a la
orilla del río a orar. Lidia fue una de esas personas, si bien es cierto que
aún no había escuchado hablar del señor Jesús. Pero su costumbre de orar y de buscar a Dios creó un terreno fértil en
donde podía caer y echar raíz la semilla del evangelio de Cristo. El Señor
abrió su corazón para escuchar el mensaje que traía Pablo. Ella y los de su
casa creyeron en el Señor Jesús y fueron bautizados (véase Hechos 16:13-15).
Es
necesario apartarnos de todas las personas y todos nuestros asuntos para entrar
en nuestro “aposento” para orar. El mundo reconoce la necesidad de apartarse de
la presión diaria de la vida; pero en lugar de enfocarse en Dios, se enfocan en
los placeres de la carne. De esta manera vuelven a su hogar y trabajo
insatisfechos. El hijo de Dios aparta un tiempo para fortalecerse en Dios, y puede
volver a las responsabilidades de su vida animado, refrescado y fortalecido.
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Ejercicio
espiritual
Un
día madruguemos más de lo normal para que pasemos un rato en oración en la presencia de Dios. Puede
resultarnos de gran ánimo si tenemos una carga especial por la cual deseamos
orar.
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En el hogar. Se debe
fijar una hora en la que toda la familia se reúna para alabar y orar a Dios. El
padre como líder debe dirigir a la familia en esta adoración, pero es
importante que cada uno también ore y comparta.
La
carga del corazón de los padres será captada por los hijos. Por esa razón los
padres deben ser constantes en agradecer y alabar a Dios por Su bondad. También
deben pedir regularmente que Dios los ayude a ser fieles a Él. Además, los
hijos deben escuchar a sus padres pedir dirección a Dios para saber cómo criar
a sus hijos en el temor del Señor.
Los
niños con facilidad dan gracias a Dios por las bendiciones que reciben. Esto es
bueno. También se les debe enseñar a buscar la protección de Dios. Los padres
les pueden enseñar a orar sin egoísmo al recordar las necesidades de los demás.
Toda
la familia debe orar los unos por los otros, por la hermandad, por los pastores
y por los hogares vecinos. También deben orar por los gobiernos, por los parientes mundanos y
por todos cuantos no conocen a Cristo.
Al
dirigir en la oración, oremos en voz alta para que cada uno pueda escuchar.
Oremos con gusto. Pidámosle a Dios que todos aprendan de Él en este momento de
culto familiar. Pidamos que Dios fortalezca a toda la familia en contra de los
ataques del enemigo.
Al
orar juntos se ve el amor que siente cada miembro de la familia por los demás.
Esto produce unidad y armonía. Dios puede separar a una familia, alejándolos
unos a otros para que le sirvan en diversos lugares. Sin embargo, si cada uno
ve la mano de Dios en esto y apoya con ánimo y oración, permanecerán unidos en
el corazón.
“Todos
éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la
madre de Jesús, y con sus hermanos” (Hechos 1.14). Cuando los hermanos oraron
de esta manera, Dios les mostró la necesidad de escoger otro apóstol. Luego de
escoger a dos le pidieron a Dios que eligiera a uno. Su confianza en Dios
demostró una fe viva en el Señor.
En
el día de Pentecostés, los hermanos de nuevo estaban unánimes en oración. El
Espíritu Santo descendió sobre ellos, capacitándolos con poder para
testificar y uniéndolos en una hermandad
de amor.
Hechos
4 relata como el concilio de los judíos amenazó a Pedro y a Juan para que no
predicaran más en el nombre del Señor Jesús. Pedro y Juan se reunieron con los
hermanos y juntos en oración alabaron y glorificaron a Dios. De nuevo, el
Espíritu Santo descendió y la casa tembló. Fueron llenos del Espíritu Santo y
con denuedo salieron a predicar el evangelio de Cristo, a pesar de las
amenazas.
Poco
tiempo después, el rey Herodes encarceló a Pedro, “pero la iglesia hacía sin
cesar oración a Dios por él” (Hechos 12.5). La necesidad era apremiante ya que
al día siguiente Herodes pensaba decapitar a Pedro. Podrían haberse desanimado
al ver que faltaba sólo una noche y que, aun, así, Dios no había obrado a favor
de ellos. No obstante, siguieron orando toda la noche, sin esperar, según
parece, que Pedro fuera liberado. Tal vez sólo oraban que Dios le diera a Pedro
la fuerza necesaria para serle fiel hasta la muerte. ¡Qué sorpresa se llevaron
cuando Pedro, tras ser liberado por un ángel del Señor, llegó hasta donde ellos
estaban!
Estos
sucesos nos enseñan el poder de la unidad en la oración. Dios acerca Su oído
cuando nos reunimos con otros para orar en el nombre del Señor Jesús. La
eficacia de la oración aumenta de acuerdo a la unidad que exista entre los que
se reúnen. De la misma manera, la contienda y la discordia la debilitan.
La
iglesia de Hechos vivió las siguientes promesas de Dios: “Clama a mí, y yo te
responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías
33:3). “Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído”
(Isaías 64:24).
¡Cuánto
vigor y qué aumento del amor fraternal deben haber recibido por medio de la
oración! Tal vez Dios no nos conteste de manera tan dramática como contestó la
oración de los que oraron por Pedro, pero podemos estar seguros de que Él desea
contestar nuestras peticiones según Su
poder maravilloso.
En
una reunión de oración, tenemos la dicha de escuchar las peticiones de nuestros
hermanos. Juntos podemos alzar nuestros corazones y nuestras voces a Dios.
Compartir con hermanos es uno de los momentos más agradables y alentadores para
el hijo de Dios. Podemos testificar del
ánimo recibido. ¡Cuánto mejor es
experimentar la refrescante presencia del Señor que alegrarnos por un momento
con los placeres del mundo!
Compartir
con otros en oración nos ayuda porque ellos pueden traer a nuestra mente
asuntos o personas desconocidos. Quizá podemos aún aprender a orar de modo más
eficaz al escuchar a otros en su momento de compartir con Dios. Los discípulos
le pidieron al Señor que les enseñara a orar. Igualmente nosotros podemos
aprender de otros hermanos si escuchamos
con humildad.
Al
dirigir una oración pública, debemos orar con claridad y sencillez para que
otros puedan entendernos. Si oramos arrodillados, puede ser mejor que
levantemos la cabeza en lugar de mantenerla inclinada. Orar con un murmullo no
muestra cortesía ni es señal de humildad. En 1 Corintios 14:19 Pablo dice que
prefiere antes hablar cinco palabras entendidas
que hablar diez mil palabras que no son entendidas.
Sin
embargo, orar con claridad no implica que oremos para ser oídos por los hombres (véase Mateo 6.5).
Únicamente oramos a Dios. Pero debemos orar con claridad y sencillez para unir
a todos en una adoración y comunicación con Dios. No debemos buscar impresionar
a otros.
En
la cárcel. A Pablo y a Silas los
azotaron y los echaron en la cárcel por predicar a Cristo (véase Hechos
16:22-25). Y lo primero que hicieron en la cárcel fue orar. El Dios de Pablo
era el mismo en prosperidad o adversidad. ¿Habría para ellos en la cárcel algo
mejor que hacer que levantar sus voces a Dios? Y tampoco lo hicieron en voz baja.
Aprovecharon la oportunidad para magnificar a Dios en presencia de todos los
presos.
¿Cómo
les contestó Dios? ¿Cuál fue el resultado?
Quizá
nosotros no estemos en la cárcel. Sin embargo, al visitar a otros en la cárcel
podemos orar con ellos. Además, podemos aprender de Pablo y Silas la
importancia de orar en todo lugar. Debemos orar a solas, con la familia, con
los amigos, en la casa, en el culto, mientras viajamos, en el trabajo, en la
cárcel y en los hospitales. En fin, debemos orar en todas partes.
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Ejercicio
espiritual
Al
hallar una prueba más difícil de lo común, alabemos a Dios con canto y oración
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¿Por qué cosas
debemos orar?
Por
ayuda. El Señor Jesús sabía que Pedro se vería muy tentado a negar su relación
con él. Pero el Señor se preocupó por él. Él dijo en Lucas 22:31-32: “Simón,
Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he
rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus
hermanos”. Al Señor Jesús le interesa nuestra fidelidad hasta el fin y Él
intercede por nosotros. Igualmente, nosotros mismos debemos preocuparnos por
nuestra fidelidad. Por lo tanto, debemos ocuparnos en oración, no sea que
neguemos a Cristo en la tentación.
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Ejercicio
espiritual
Contemplemos
nuestra propia pequeñez y falta de sabiduría. Pidámosle a Dios que nos dé
sabiduría para conocer y hacer su voluntad en el día de hoy
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Pedro
desconocía su incapacidad y cuán difícil sería la tentación. Es común
entre nosotros como humanos este
problema de no ver nuestra propia debilidad. Por tanto, es muy importante
obedecer y orar aun si no vemos cómo nos atacará el diablo. Antes de la
negación de Pedro, el Señor Jesús varias veces lo exhortó a que orara. Pedro
confió demasiado en sus propias fuerzas y no se cuidó de la tentación. ¿Cuántas
veces Dios nos tiene que recordar acerca del peligro para que busquemos Su ayuda
en oración ferviente?
Según
David en el salmo 60:11, ¿cómo es la ayuda del hombre?
En
el Salmo 143 David ruega a Dios que lo libre de sus enemigos. Aun en medio del
conflicto emocional, David medita en los caminos de Dios. “Extendí mis manos a
ti, mi alma a ti como la tierra sedienta” (v 6).
A
Dios le place que corramos a Él en busca de ayuda. Y son muchas las
oportunidades que tenemos en nuestra vida de clamar a Dios. Podemos clamar a Él
para que nos ayude en lo espiritual, en lo emocional, en lo físico. Debemos
clamar a Dios, buscando que Él nos libre del tentador; debemos pedir dirección
en medio de las confusiones de la vida y
debemos suplicar protección física y espiritual mientras viajamos. Además, debemos
orar en beneficio de la paz, por los alimentos y por muchas otras necesidades.
Honramos a Dios cuando traemos nuestras necesidades ante Él en lugar de buscar
la ayuda de los hombres.
Por
obreros. En Mateo 9:38 el Señor Jesús dice: “Rogad, pues, al Señor de la mies,
que… ”. También en Lucas 10:2 dice: “La mies a la verdad es mucha, mas los
obreros pocos”. Multitudes de personas se pierden cada día en este mundo y, en
comparación a esto, los obreros son muy pocos. Podemos ayudar orando al Señor
de la mies a que envíe obreros a Su mies. Quizá nos sintamos incapaces e
insignificantes para contribuir a esta obra, pero el Señor nos dice: “Oren”. Si
la oración alcanzara para ayudar sólo a una persona, pero si esa persona
fuéramos nosotros, ¿no valdría la pena?
El
Señor Jesús envió a sus discípulos a predicar tan pronto les enseñó a orar.
Leamos Mateo 10:5-6. Aún hoy día Él nos enviaría a ayudar a los necesitados, ya
sea al eunuco en el desierto (véase Hechos 8.26-39) o bien a las multitudes de
la ciudades (véase Hechos 8:25). Dios les quiere poner pies a nuestras
oraciones. Además, Él usa a la hermandad para enviar hermanos a la obra.
Preparémonos para trabajar y oremos por los que Dios envía.
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Ejercicio
espiritual
Durante
esta semana, oremos cada día que el Señor envíe obreros a su mies. Mantengamos
esta oración durante toda nuestra vida. Es un mandato de Jesús.
CAPÍTULO 4: UNA
ORACIÓN MÁS EFICAZ
Quizá
hemos orado desde nuestra niñez. Tal vez siempre damos gracias a Dios antes de
comer y no se nos olvida la oración diaria. ¿Siendo así, vale la pena estudiar
este capítulo? ¡Claro que sí! Sin importar cuán fielmente oramos, siempre
podemos crecer en la oración. La oración a veces se torna rutinaria, las
condiciones alrededor cambian o surgen situaciones nuevas en donde urge cambiar
el enfoque. Este capítulo no pretende contestar todas las preguntas. Sin embargo,
el mismo establece algunos principios que dan dirección en esos momentos cuando
la presencia de Dios está cerca o bien cuando se nos pierde de vista. Puede
ayudarnos a lograr una oración más eficaz. Al lado de cada uno de los
siguientes tipos de oraciones escribamos “eficaz” o “inútil”.
Oración
con una carga _________________________
Oración
de rito _______________________________
Oración
sincera ______________________________
Oración
humilde ______________________________
Oración
de fe ________________________________
Oración
de agradecimiento _____________________
Oración
con duda _____________________________
Oración
egoísta ______________________________
Oración
de crítica de los demás __________________
Oración
en espíritu y en verdad __________________
Una
oración eficaz tiene sentido y trae resultados. Santiago 5:16 dice: “Confesaos
vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados.
La oración eficaz del justo puede mucho”.
Una oración
específica
La
oración es más eficaz si somos más específicos. En las siguientes oraciones,
observemos cómo se vuelven cada vez más detalladas.
Señor,
bendice a todos. Bendice tu reino. Bendice mi hermandad. Bendice mi hogar.
Señor, bendíceme.
Otro
ejemplo:
Señor,
salva a todo el mundo. Ayuda a aquellos que buscan la verdad. Habla a los
perdidos de mi país. Ayuda a todos mis vecinos. Habla a los jóvenes de mi
barrio. Señor, atrae a mi vecino Juan a ti.
¿Qué
ventaja tiene orar con más detalle? Primero, nos identificamos con la necesidad
y, en segundo lugar, nos ayuda a entender cuál es nuestro deber. A nuestro
vecino Juan le vemos a diario y podemos hablarle de Cristo, mientras que nunca
veremos a todo el mundo. Notemos también cómo podemos alcanzar la victoria espiritual
al detallar nuestras oraciones.
Señor,
perdona mis pecados. Pido perdón por ser orgulloso. Pido perdón por creerme
mejor que Juan. Dame amor por Juan y ayúdame a ser humilde.
¿Vemos
cómo el ser específico en nuestras oraciones nos ayuda a llegar a la raíz del
problema?
------------------------------------------------------------------------------------------Ejercicio espiritual
Oremos
por una necesidad específica de alguna persona durante esta semana. Oremos cada
día por esta misma necesidad específica.
---------------------------------------------------------------------------------------------
Una oración viva
Indicios
de la oración eficaz
- Estamos conscientes de que hablamos con Dios.
- Creemos que Él nos escucha.
- Sabemos por qué oramos en el nombre del Señor Jesús.
- A diario apartamos tiempo para orar.
- Dedicamos suficiente tiempo para orar.
- Disfrutamos la oración aun si no tenemos deseos de orar.
- Vivimos en obediencia a la Biblia y en victoria sobre el pecado.
- Tenemos una carga por lo que estamos orando.
- Nuestras oraciones privadas son más largas y detalladas que nuestras oraciones públicas.
·
Los
puntos anteriores no son una fórmula para garantizar la vida espiritual
personal. Sin embargo, pueden servir de termómetro para analizar la eficacia de
nuestras oraciones.
Indicios de la
oración ineficaz
- Nuestra hora para la oración diaria es incierta.
- No oramos a diario.
- Oramos más en público que en privado.
- Decimos oraciones en lugar de hablar con Dios.
- Tenemos poca carga por los asuntos que mencionamos en oración.
- No podemos enfocarnos en Dios cuando oramos.
De
nuevo, si hallamos una de estas evidencias en nuestra vida, entonces esto no
indica necesariamente que estamos muertos en lo espiritual. No obstante, al
considerar estos síntomas, nos debemos preocupar y buscar seriamente la ayuda
de Dios para vencerlos. Quizá sería bueno que nos hiciéramos la pregunta: En mi
vida de oración, ¿estoy cumpliendo el deseo de Dios o de Satanás?
Preguntas
Las
frases que aparecen a continuación describen un camino hacia la oración viva o
muerta. Escribamos “viva” o “muerta” al lado de cada frase.
No
oramos cada día. _____________________________
Nos
concentramos poco en lo que oramos. ____________
Tenemos
una carga al orar. ________________________
Oramos
más en público que a solas. _________________
Dedicamos
suficiente tiempo para orar. _______________
Tenemos
una hora fija para orar a diario. ______________
Sabemos
que Dios nos escucha. _____________________
Decimos
la oración en lugar de hablar con Dios. _________
Nuestro
rato de oración cambia de hora a diario. ________
Sabemos
el significado de la frase “en el nombre de Jesús”.________
Disfrutamos
la oración. _____________________________
Vivimos
en victoria sobre el pecado. ___________
Analicemos nuestras
vidas
"Enséñanos
a orar”, fue la petición de los discípulos. Nosotros también le podemos pedir a
Dios que nos dé una vida de oración eficaz. Sigamos la dirección de Dios.
Asegurémonos que deseamos honrar a Dios y que no deseamos ser vistos por los
hombres. Así seremos útiles en el reino de Dios, lo glorificaremos, y podremos
ayudar a los demás
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Ejercicio
espiritual
Pidámosle
a Dios que saque de nuestro corazón cualquier cosa que a él no le agrade.
Pidámosle su ayuda para ser sumisos y obedientes a él.
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¿Hay
alguna cosa en nuestra vida que nos roba la paz, quizá un estorbo en nuestra
conciencia? Reconozcámoslo delante de Dios ahora mismo. No nos demoremos en
hacerlo. Satanás no quiere que nosotros tengamos victoria y paz. Él tratará de
engañarnos haciéndonos creer que es poca cosa o que es algo que debemos
olvidar. Pero si queremos una vida de victoria y oración, no debemos retener
ningún peso o pecado. Deshagámonos de las ataduras del maligno hoy mismo.
Las
costumbres y los hábitos incorrectos son otra razón por la cual viene la
derrota espiritual y la oración sin poder. Los libros de contenido dudoso y las
novelas nos roban las horas libres y hacen parecer monótona la vida diaria y
sin emoción la vida espiritual. Los medios de comunicación como la internet
pueden ofrecer información útil, pero también pueden desarrollar un vicio de
mal uso de nuestro tiempo. Este tiempo podría invertirse mejor en la lectura de
la Biblia y en la oración. Resolvamos con la ayuda del Espíritu Santo
deshacernos hoy mismo de los estorbos en
nuestro andar con Dios.
¿Cuándo
será la hora de librarnos de estas cosas? ¿Será acaso después de terminar con
ese último sitio web no cristiano que hemos estado visitando? Si queremos
conocer a Dios de verdad, no esperemos hasta terminar con alguna cosa que no le
agrade a Él. Deshagámonos de inmediato de aquello que nos roba la atención
hacia Su palabra.
Examinemos
nuestra vida y entreguemos cada área de la misma al mando del Señor Jesús.
Mientras buscamos Su ayuda en oración y caminamos en obediencia a Su palabra,
nuestra vida se hará un terreno fértil en donde Dios sembrará Su verdad y lo
abonará con Su presencia.
Eliminemos las
distracciones y otros estorbos.
Muchas
de las distracciones a la hora de orar son provistas por el diablo. Estas
vienen tanto de afuera como del interior de uno mismo. He aquí algunas cosas
que compiten por atraer nuestra atención: la música, el teléfono, las
conversaciones de otros, los ruidos en la calle, el sueño y nuestros propios
pensamientos. Nosotros podemos evitar algunas de estas cosas. Por ejemplo,
podemos descolgar el teléfono y apagar
el equipo de sonido. Además, podemos buscar un lugar más tranquilo para orar.
La
Biblia menciona un aposento de oración por varias razones. La privacidad nos
ayuda a evitar la tentación de impresionar a otros con nuestra santidad.
Podemos además, concentramos mejor en la oración si estamos a solas con Dios.
Un aposento da la idea de un cuarto retirado sin muchas opciones por donde
pueda vagar la mente. Sin duda, hay muchas cosas que son parte de la creación
de Dios, tales como los pájaros, el viento, los árboles y los animales. No
obstante, a la hora de orar, estas cosas pueden distraernos de nuestra comunión
con Dios.
Con
el problema común del sueño, nosotros podemos hallar una solución al menos
parcial en asegurar suficientes horas de descanso. Si nos acostamos muy tarde,
nos será muy difícil madrugar. Además,
el orar en voz alta nos ayuda a concentrarnos en Dios. Si tenemos problemas y
conflictos que invaden nuestra mente durante la oración, podemos presentar
estos mismos ante Dios y luego seguir con la demás peticiones.
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Ejercicio
espiritual
Encerrémonos
en un cuarto a solas para orar. Si luchamos contra el sueño o tenemos problemas
para concentrarnos, oremos en voz alta.
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La
incredulidad asesina la vida de oración e inutiliza la oración como lo dice
Hebreos 11:6: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que
el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le
buscan”. ¿De qué sirve orar y pedirla algo a Dios si no creemos que Él desee
ayudarnos? Al no creer en la Biblia también
se vuelve inútil nuestra oración. La incredulidad es pecado, y a menos que nos
arrepintamos y nos apartemos de este pecado seremos ineficaces en lo
espiritual.
La
codicia permite que moren en nosotros deseos indebidos. Por tanto, nuestra
capacidad para orar y sentir una carga apropiada por las almas perdidas se
debilita. Si la codicia o la avaricia nos han vencido, debemos llegar ante Dios
en arrepentimiento.
David
reconoció que Dios veía toda su locura y pecado (véase Salmo 69:5). Pero eso no le importó a David.
Él se humillo y oró en arrepentimiento. Ni intentemos ocultar nuestros pecados
cuando oramos; de todos modos Dios los vé.
Las
vanas repeticiones anulan nuestras oraciones porque hacen que pierdan su
sentido. No es que sea malo pedirle a Dios repetidas veces por la misma cosa.
Pablo le pidió a Dios tres veces que le quitara su aguijón en la carne. El
Señor Jesús repitió el mismo clamor tres veces en el Huerto de Getsemaní. Esto
no fue en vano. Sin embargo, si hemos pecado y confesamos este pecado a Dios,
entonces es inútil pedirle a Dios una docena de veces que nos perdone. La
repetición vana se relaciona con nuestra incredulidad. También da evidencia de
una formalidad fría, como si ejecutáramos unos ritos religiosos en lugar de ser
conscientes de la presencia misma de Dios.
Las
relaciones y las actitudes incorrectas también atan nuestras oraciones (véase 1
Pedro 3:7). Para orar con eficacia, el esposo tiene que amar a su esposa y
tomarla en cuenta. De igual modo, la esposa necesita cumplir su deber en el
hogar con amor y fidelidad.
Otros
pecados y faltas que estorban la oración son: el egoísmo, el orgullo, el
engaño, la pereza, la ceguera a nuestros propios errores, el poco tiempo para
meditar y orar, y el mero descuido por las cosas de Dios. Desarraiguemos estos
estorbos en nuestra vida por medio de la oración constante y la lectura de la
Biblia.
Tracémonos metas
Podemos
estudiar mucho y escuchar mensajes excelentes acerca de la oración y leer
acerca de los héroes de la oración en la Biblia. Pero de nada nos sirve si no
ponemos por obra lo que aprendemos.
El
hecho de trazarnos algunas metas nos será de gran ayuda. ¿Cuáles serán algunas
metas apropiadas para nuestra vida de oración?
Fijemos
un horario para orar. Esta meta nos recordará orar. También nos ayuda a no
permitir que otras actividades nos quiten la hora que hemos dedicado para orar.
Además, esto nos ayudará a orar aun si nos sentimos el deseo de hacerlo.
¿Existirá
el peligro de que nuestras oraciones se vuelvan monótonas si tenemos horas
fijas para orar?
La
posibilidad existe. Sin embargo, la monotonía podría estar presente aunque oremos poco o mucho. Otras metas nos
pueden ayudar a evitar el decir oraciones en lugar de hablar con Dios. La
siguiente meta es un ejemplo.
Oremos
sinceramente. Si no oramos sinceramente, de nada nos sirve. Dios aborrece las
oraciones que no proceden del corazón. Oremos con sentido y sintamos lo que
oramos.
Oremos
suficiente. Las oraciones largas y
llenas de palabras bonitas no impresionan a Dios. Por otro lado, decir poco
tampoco tiene virtud. Debemos orar lo suficiente como para decirle a Dios todo
lo que está en nuestro corazón.
No
es sabio ponernos grandes metas sobre cuántas horas vamos a orar. Y mucho menos
si no lo podemos cumplir. Si prometemos orar dos horas al día pero no lo
hacemos, la culpa de no cumplir nuestra promesa será más dañina que el rato en
que no oramos.
Sin
embargo, es bueno fijar un momento para iniciar nuestras metas. Si no es
difícil poner en práctica los principios anteriores, entonces escribamos
algunas ideas en un papel y comencemos por lo primero. Quizá podemos hacer una
lista de las distintas misiones por las cuales queremos orar cada día. Lo mismo
podemos hacer con nuestras propias necesidades o las de nuestra familia. O
quizá queremos orar por cada familia de nuestra hermandad, nombrando a cada
individuo de la familia. Si la hermandad es grande podemos dividir las familias
de manera que oremos por cada familia una vez por semana. Estas son sólo
algunas ideas; podemos descubrir otras que se adapten a nuestra necesidad.
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Ejercicio
Espiritual
Decidámonos
por una meta para mejorar nuestra vida de oración. Escribámosla y pongamos la
nota en un lugar donde la veamos a menudo. Ejercitemos esta meta a diario.
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“Velad”
Según
Efesios 6:11-18, velar y orar son parte de la armadura del cristiano para
resistir los ataques del maligno. A diario debemos compartir con Dios en
sinceridad toda la carga de nuestro corazón. Nos fortalecerá en contra de
Satanás y fortalecerá también a las personas por las cuales estamos orando. Las
oraciones de los demás por nosotros nos pueden animar e infundir aliento
espiritual. “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de
escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo
del Hombre.” (Lucas 21:36). ¿Qué
significa la advertencia, “Velad y orad”? Significa mantenernos en alerta
constante ante los peligros espirituales,
despiertos en lo espiritual, buscando siempre el socorro de Dios para cada
situación. Significa estar siempre dispuestos y atentos a seguir Su voz. A los
tres discípulos que lo acompañaron a Getsemaní, el Señor Jesús les dijo: “Velad
y orad para que no entréis en tentación”. En la hora de la prueba, no debemos
dejar de orar porque el diablo tratará de usar ese momento difícil para impedir
que busquemos el rostro de Dios. Pero en lugar de permitir esto, al venir la
prueba, debemos caer sobre la roca que es Cristo. Confiemos sólo en Él.
Leamos
1 Pedro 4:7.
¿Qué significa la
frase “velad en oración”?
Debemos
estar listos siempre para orar. Si nos hallamos en medio de la tentación,
debemos buscar la ayuda de Dios en ese preciso momento. Si nos hallamos en
prosperidad, imploremos la ayuda de Dios para no caer en la tentación de la
vida cómoda y por lo tanto en pecado. No podemos separar la oración sincera de
la adoración verdadera y la vigilancia constante. Para alcanzar una vida de
victoria en Cristo, necesitamos vivir las tres en completa armonía.
Ayunemos
“Y
publiqué ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos delante de nuestro
Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños,
y para todos nuestros bienes” (Esdras 8:21).
¿Qué
bendición se recibe al buscar a Dios en ayunos? El ayuno nos ayuda a aclarar la
mente para poder buscar la dirección que Dios desea darnos. Esdras y el pueblo
se negarnos a sí mismos y exaltaron a Dios para pedir dirección y un camino
claro en lugar de seguir sus propias ideas. ¿Cuál fue el resultado de esta
petición humilde? Léase Esdras 8:23.
Más
adelante, cuando Esdras se enteró del pecado en el cual vivía el pueblo, rasgó
su vestido y se arrancó los pelos y la barba en señal de dolor. Se sentó
angustiado junto con “todos los que temían las palabras del Dios de Israel (…)
hasta la hora del sacrificio de la tarde” (Esdras 9:4). En seguida se postró de
rodillas, extendió sus manos a Jehová y oró. Con vergüenza delante de Dios
confesó el pecado del pueblo y lloró. Como resultado de su oración el pueblo se
unió en arrepentimiento y acordó desechar su pecado. De esa manera apartaron de
sí la ira de Dios.
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Ejercicio
espiritual
Ayunemos
un día. Dediquemos los horarios de comida para orar por alguna necesidad especial.
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En
Hechos 13 podemos ver como los ancianos de la congregación en Antioquía
ayunaron y oraron antes de enviar a Pablo y a Bernabé en su primer viaje
misionero. La obra del reino de Dios trae consecuencias a largo plazo. Los
ancianos y todos los hermanos deben ayunar y orar en tiempos de elección de líderes. Estos hombres
escogidos para el liderazgo espiritual tendrán mucho que ver con la dirección
futura de esa congregación. Ayunar sirve
de mucho si se usa para buscar sinceramente la dirección del Señor. En Marcos
9:29 el Señor Jesús nos enseña la importancia de orar y ayunar al enfrentar
retos y luchas espirituales. El ayuno y la oración no tuercen el brazo de Dios
a favor nuestro, sino que nos ayudan a corregir nuestras actitudes y a pedir de
la manera correcta.
Leamos la Biblia
La
Biblia es un libro de oración. Este libro sagrado enseña el propósito, el
poder, la práctica y la dicha de la oración. Nos dice por qué, cuándo, cómo y
de qué manera debemos orar.
Nuestra
vida espiritual crece al orar y leer la Biblia. Dios desea hablarnos por medio
de Su Espíritu Santo y por medio de la Biblia. Nosotros le podemos hablar por
medio de la oración. Eso es tener comunión con Dios.
-----------------------------------------------------------Ejercicio
espiritual
La
próxima vez que dediquemos tiempo a leer nuestra Biblia, pidámosle a Dios que
nos dé “celo de Dios, pero… conforme a ciencia” (Romanos 10:2). Esto es, celo
que se base en el conocimiento correcto de Su Palabra.
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Sólo
por el hecho de orar y leer la Biblia no somos vivificados. Necesitamos,
además, la ayuda del Espíritu Santo para entender Su palabra y luego para
obedecerla. Puede ser que a veces no entendamos Su voluntad al leer, pero luego
el Espíritu Santo nos la revela.
El
diablo aborrece a la persona que ora, lee y estudia la Biblia. La unión de
estas tres cosas da poder para vencerlo a él, y lo sabe muy bien. Satanás se
esforzará por desanimar nuestra constancia en la oración y nuestra búsqueda de
Dios en las Escrituras. Por lo tanto, es imperativo vivir en la presencia de
Dios y no darle lugar al diablo. A diario debemos tener un horario para buscar
a Dios y estar en comunión con Él. Si el sueño o la prisa nos combaten, debemos
ajustar cualquier otra cosa en nuestra vida. Pase lo que pase, es necesario
tener siempre un acceso libre al trono de la gracia.
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Ejercicio
espiritual
Pidamos
a Dios que nos ayude a entender el significado de un pasaje específico de la
Biblia y la gracia para obedecer lo que entendemos. Cuando Dios nos lo revele,
demos gracias por ello y pongámoslo en práctica.
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¿Cuánto
tiempo debemos invertir en el estudio y la lectura de la Biblia, y en la
oración? Morimos de sequía espiritual si tan sólo leemos un versículo a la
carrera y oramos: “Dios, bendice a todos y ayúdame a ser fiel. En el nombre de
Jesús, amén.” Es necesario meditar en la Biblia de tal modo, y por suficiente
tiempo, que empape nuestra mente y nuestra vida. Nuestra comunión con Dios debe
ser lo suficientemente extensa como para poder presentar ante Él las
necesidades actuales y, además, poder esperar en Él para Su dirección.
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Preguntas
¿Qué
efecto tiene en nuestra vida pasar mucho tiempo en oración y en lectura de la
Biblia?
¿Qué
significa tener comunión con Dios?
¿Por
qué es que Satanás aborrece ver a un cristiano que se arrodilla a orar o que
escudriña la Biblia?
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Cuidado con estos
problemas comunes
Sentarnos a
mendigar.
La oración no es un rito en donde se repite la misma cosa hora tras hora, día
tras día. Pedirle a Dios, “por favor, sí Dios, por favor, por favor” por algún
deseo egoísta es repetición vana. Dios se fija en la calidad de la oración como
también en la cantidad.
Negociar con Dios. El Señor
no acepta ninguna negociación. Negociar con Él y decirle, “Dios si tú sanas a
mi hijo, te prometo un culto en mi casa” es incorrecto. Dios no trabaja de esa
manera. Él bendice y dirige nuestra vida según nuestra fe y obediencia a Él.
Quien quiera negociar con Dios realmente busca torcerle el brazo.
Ser desequilibrado. La
persona que sólo ora por las almas perdidas, sin rogar por la fidelidad de los
hermanos, tiene una vida de oración un tanto desequilibrada. También la tiene
la persona que pasa todo su tiempo de oración pidiendo más y más de Dios, pero
se le olvida darle gracias a Dios por Su ayuda.
En
una oración equilibrada oramos por nosotros mismos, pero también oramos por
nuestros hermanos en la iglesia y el mundo.
Dios
nos pide que cumplamos nuestras responsabilidades en la familia, en la iglesia
y con nuestros vecinos. En la realidad de la vida a veces es difícil saber qué
tiempo debemos dedicarle a Dios y cuánto tiempo debemos pasar en oración. Sin
embargo, cualquier persona que entra en la presencia de Dios hallará allí el
discernimiento para saber por cuánto tiempo debe orar.
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Ejercicio
espiritual
Ejercitemos
nuestra fe en la oración al pedirle a Dios que supla una necesidad específica
de un campo misionero.
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¿Cuánto
debemos incluir en nuestras oraciones? Puede ser mejor orar por cosas distintas
cada día en lugar de orar cada día a la carrera sólo por las cosas que se nos
ocurren. Por ejemplo, en lugar de orar por todos los campos misioneros en breve
cada día, dividámoslos por lugares o por días, e invirtamos más cuidado y
oración en las necesidades específicas de cada uno.
Pensar
que hay valor en la oración en sí. Ciertas personas enseñan el valor de orar y
meditar aún si andan en desobediencia a
la Palabra de Dios. Le atribuyen a la oración poderes especiales. Promueven la
oración como un medio de adquirir fama, dinero o cualquier otra meta que deseen
lograr. Pensar así acerca de la oración es ser egoísta. Leamos Santiago 4:3.
La
oración recibe su poder verdadero al
entrar la persona en unión y armonía con el Dios Todopoderoso. La oración en sí
no da victoria alguna. La única forma de recibir el poder y la victoria es al
sujetar nuestro espíritu al Espíritu Santo. Él es la fuente de todo poder.
Buscar una salida
fácil por medio de la oración.
Josué
se quebrantó delante de Dios al caer su pueblo ante el de Hai. “Se postró en tierra sobre su
rostro” delante del Señor (Josué 7:6-11). No obstante, Dios le dijo que se
levantara. Josué necesitaba poner en práctica ciertos principios de Dios. Dios
no obró automáticamente. El pecado debía ser eliminado del campamento antes de
recibir la bendición de Dios. Ninguna cantidad de oración iba a hacer el
trabajo que a Josué le tocaba hacer.
Josué
hizo lo que Dios le dijo y la bendición de Dios volvió a reposar sobre ellos.
Sin lugar a dudas, la tarea de Josué
para con Acán fue más dolorosa y difícil que la tarea de orar a Dios.
Sin embrago, Dios esperaba que él cumpliera su deber. La comunión que Josué
tuviera con Dios no eliminaba sus demás responsabilidades como líder.
Es
importante orar y a la misma vez seguir en obediencia a lo que hemos aprendido.
Al orar, puede que Dios nos muestre un pecado y la necesidad de arreglarlo de
inmediato. De igual manera, Dios nos puede pedir que desechemos libros
inapropiados o cancelemos alguna cita dudosa antes de seguir en oración. Dios
espera que sigamos en obediencia a lo que ya hemos entendido. Además, debemos
recordar que la ausencia de una respuesta a nuestra petición no es un indicio
seguro de algún pecado nuestro. Dios tiene su tiempo para todo. Sin embargo,
nos hace bien revisar nuestra vida delante de Dios y Su palabra.
Orar
a Dios sólo cuando tenemos problemas. Los hijos de Israel trataron a Dios de
esta manera. Repetidas veces se olvidaron de Dios, dejaron sus mandatos y, por
lo tanto, sufrieron las consecuencias. Luego con quebranto buscaban de nuevo la
liberación de Dios. A veces Dios permitía que pasasen un tiempo más en su
agonía, aun años. Luego levantaba un líder que los liberaba de sus enemigos.
Los
israelitas habrían recibido las bendiciones de Dios si hubieran sido constantes
en fe, obediencia y oración durante los años de paz. De esta manera, Dios los
hubiera protegido y habrían escapado de tantos castigos.
Nos
exponemos a las tentaciones de Satanás si descuidamos nuestra relación con Dios por causa de tantas bendiciones. En
su inmensa misericordia, Dios nos recuerda acerca del descuido. Sin embrago, a
menos que nos arrepintamos de corazón no podremos restablecer la comunión con
Dios.
Orar
de prisa. ¿Qué sucede cuando la prisa nos hace reducir nuestra oración? Por lo
general, nuestra oración se convierte en un cascarón sin sentido. Decimos las
palabras, pero no provienen del corazón. Nos esforzamos por decir frases, pero
no meditamos en lo dicho. Esta prisa viene a menudo por no dedicar suficiente
tiempo a la oración.
La
oración apresurada nos debilitará espiritualmente. Por lo general la lectura de
la Biblia se abandona junto con la oración. A esto le sigue la caída
espiritual. A menudo los jóvenes descubren que sus luchas espirituales brotan
de una vida de escasa oración. Al corregir este pecado, muchas veces ellos
pueden encaminarse hacia la victoria.
Es
necesario evaluar nuestras prioridades y poner la oración entre las primeras.
Nos engañamos al pensar que no tenemos tiempo para orar. No vale la pena
descuidar la oración. Quizá alguna emergencia nos robe la hora acostumbrada de
orar, pero no debemos permitir que esto se vuelva un hábito. Seamos honestos: a
menudo invertimos nuestro tiempo en cosas menos importantes que la oración.
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Ejercicio
espiritual
Analicemos
una actividad de nuestra vida que nos toma más tiempo de lo debido.
Propongámonos invertir menos tiempo en esa actividad. Durante la semana,
aprovechemos ese tiempo adicional para orar por alguna persona o necesidad
especial.
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Satanás
busca enredar nuestra vida de modo que no oremos. A él no le importa cuán
importante es lo que hacemos, siempre y cuando no oremos.
¿Qué
más podemos hacer para dedicar más tiempo a la oración? Analicemos el uso de
nuestro tiempo. Si decidimos mermar el tiempo ocupado en cosas de poco
provecho, y si invertimos ese mismo tiempo en la oración, experimentaremos una
gran ganancia en lo espiritual.
Usando
la oración como experimento. Malaquías 3.10 dice así: “Traed todos los diezmos
al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de
los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre
vosotros bendición hasta que sobreabunde.” Dios les dio este reto a los
israelitas desobedientes y de igual manera nos reta a nosotros a una vida de
oración sincera. Dios nos dice: “Obedece, y yo te bendeciré. Ponme a prueba.”
En
este mundo post-moderno se nos ofrece la oportunidad de intentar el cristianismo
y la oración por unos días a ver si nos gusta. ¿Cómo se compara esta idea con
los versículos anteriores? ¿Son similares? En verdad, Dios desea que probemos
la vida y la oración de fe. Pero se requiere “que el que se acerca a Dios crea
que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Estaría
mal hecho de nuestra parte poner a prueba a Dios por razones egoístas e
incrédulas.
¿Qué
buscamos recibir de Dios? ¿Bienes, fama, dinero o ciertas amistades?
Si
tenemos la seguridad y la disposición de recibir de Dios únicamente lo que Él
nos quiere dar, no es una falta de fe. Pero retar a Dios y pedir según nuestros
antojos para ver si Él nos contesta con Su poder es necedad. A Dios le
desagrada tal reto.
Orar
de la boca para fuera. Es decir, decir palabras correctas que no proceden del
corazón.
La
costumbre de orar puede volverse rutinaria al decir muchas palabras sin pensar
en el significado y el propósito que llevan. Esta tendencia no elimina la
necesidad de orar constantemente. Sin embargo, demuestra la importancia de
esforzarnos por orar siempre con sentido. Concentrarnos en lo que oramos es
esencial. Nuestra mente se extravía con facilidad, y por el hecho de ser humano
nos es imposible concentrarnos totalmente. Pero, sin lugar a dudas, podemos
mejorar. Traigamos cautivos todo pensamiento a la voluntad de Cristo y así
concentrarnos en la oración. Orar en voz alta nos ayuda a concentrarnos en
Dios.
No
es malo variar en nuestro estilo de orar. Más bien nos da un tanto de aliento. Repetir
siempre las mismas palabras con las mismas frases puede adormecer nuestra
oración. Es bueno que los niños pequeños aprendan de memoria algunas oraciones.
Pero en cuanto crecen deben aprender a expresarle sus propios pensamientos a
Dios. Las necesidades y los retos de la vida cambian constantemente; de igual
manera nuestras oraciones deben cambiar de expresión y forma.
Cuando
nuestros hermanos oran recibimos entendimiento de nuevas necesidades y retos.
Esto nos ayuda a sentir el peso por semejantes necesidades y no sólo repetir
las palabras. Si estamos repitiendo palabras pidamos a Dios que cautive
nuestros pensamientos por medio de Su voluntad.
-----------------------------------------------------------Ejercicio Espiritual
Anotemos
en una lista corta algunas personas con necesidad. Recordémoslas en nuestras
próximas oraciones
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Hacer
votos a la ligera. Jefté fue elegido capitán del pueblo de Israel (véase Jueces
11). Los israelitas esperaban de él la liberación de sus enemigos. Jefté confió
en la ayuda de Dios, pero cometió un grave error. En su pacto con Dios él prometió que a cambio de la victoria sobre
sus enemigos, al volver sano y salvo, le sacrificaría a Dios lo primero que
saliera de su casa a recibirlo.
¡Seguramente
a Dios le hubiera complacido concederle esa victoria sin necesidad de tal voto!
Al
volver él a casa su única hija salió corriendo a recibirlo. ¡Qué aflicción tan
terrible para Jefté! Su hija le dijo que cumpliese su voto. Todo esto sin
consultar para nada la Palabra de Dios que prohíbe los sacrificios humanos.
-----------------------------------------------------------Ejercicio
espiritual
Antes
de prometerle algo a Dios u otra persona, pidámosle a Dios la sabiduría
necesaria.
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La
historia de Jefté nos enseña la seriedad de prometer algo a Dios y las
consecuencias que esto puede traer.
También enseña la importancia de consultar la Palabra de Dios antes de cumplir
lo prometido; no sea que, como Jefté, pequemos contra el Señor en vez de
honrarlo con nuestros votos. Eclesiastés 5:2 y 5 dice: “No te des prisa con tu
boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios
está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras …
Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas”.
Pedir
una señal. Gedeón recibió su llamado de parte de Dios para liberar a Israel.
Ser un libertador no figuraba entre los planes de Gedeón. Casi no lo pudo creer
cuando Dios se lo encomendó. Él quería estar muy seguro de que Dios lo había
llamado. Por lo tanto, pidió a Dios dos señales distintas durante dos noches
seguidas. Ambas noches sacó un vellón de lana al patio. La primera noche le
pidió a Dios que hubiera rocío en el vellón, pero no en la tierra a su
alrededor. La siguiente noche le pidió rocío en la tierra, pero no en el
vellón. Si Dios hacía según su petición, Gedeón estaría seguro de su llamado
(véase Jueces 6:36-40).
Dios
no amonestó a Gedeón por pedirle estas señales; más bien, fortaleció su fe al
darle una dirección inequívoca. Gedeón no pidió estas señales para evadir su
responsabilidad, sino en busca de una confirmación de parte de Dios de que él
había sido llamado a librar a Israel. Una vez que todo estuvo confirmado,
Gedeón prosiguió con plena fe y confianza a una victoria sobrenatural.
¿Debemos nosotros
pedir señales de Dios para discernir Su voluntad?
Depende
de los motivos. A menudo se hace por razones incorrectas.
Tomemos
en cuenta los siguientes consejos antes de pedir nuestra señal:
Tenemos
como ayuda la palabra de Dios, el Espíritu Santo, los hermanos en la fe y
posiblemente a nuestros padres. Podemos orar en busca de dirección, pero si
rehusamos tomar en cuenta estos recursos, el pedir una señal nos pondría en
grave peligro. En Mateo 16:4, el Señor Jesús les dijo a los judíos incrédulos
que pedían señal porque ellos eran una generación mala y adúltera.
Si
encerramos a Dios en una simple señal y le exigimos una respuesta hoy mismo,
será para nuestra ruina. Dios obra a Su debido tiempo, y quiere que nosotros
vivamos por fe y con paciencia.
Otras
veces puede ser que pidamos una señal de Dios, pero le damos sólo dos opciones
para contestar. Quizá Dios tiene otra alternativa. Juan quiere tener una novia,
pero no puede decidir entre dos hermanas. Entonces ora: “Dios, si llueve esta
noche, será tu voluntad que pida a Doribel; pero si no llueve, entonces entenderé
que debo pedir a Yanet”.
¿Qué
tal si Dios no quiere que Juan pida ni a Doribel ni a Yanet?
“Señor,
¿me quedo con este trabajo o renuncio?” Sin duda, Dios espera que busquemos
dirección de Él. Pero al mismo tiempo, no debemos exigirle una respuesta. Además,
Él espera que usemos sabiduría y que
analicemos lo que está a favor y lo que está en contra. ¿Cuáles son mis
necesidades? Si renuncio, ¿Cuáles son mis opciones? ¿Qué clase de compañeros de
trabajo tendré en ese lugar? Estos son ejemplos de preguntas que se deben
considerar.
“Señor,
si debo comprar este caballo, haz que dos palomas vuelen sobre mi cabeza dentro
de los próximos cinco minutos.” ¿Habría una mejor manera de analizar esta
compra? Consideremos esta: “Señor, quiero honrar tu nombre y aprovechar el
consejo de los hermanos. Ayúdame a ser un buen mayordomo del dinero que me has
dado.”
Faltarle
el respeto a la autoridad. Leamos 1 Corintios 11:1-16. Este pasaje de la Biblia
nos enseña acerca de la autoridad según establecida por Dios. Esta línea de
autoridad debe ser nuestra línea de autoridad. El hombre ora con la cabeza
descubierta para honrar a Cristo, su cabeza. La mujer ora con su cabeza
cubierta para honrar a su cabeza, el hombre.
De
igual manera debemos respetar al gobierno. Debemos acatar las señales de
tránsito. Además, Dios nos manda a pagar los impuestos. Por eso no debemos
buscar la manera de evadirlos.
Perseveremos
Puede
ser que a veces nos cansemos de orar o sintamos que es en vano. No obstante,
debemos continuar orando. Se requiere dominio propio, diligencia y
perseverancia para ser fiel. El diablo tratará
de interrumpir nuestra oración, porque conoce su valor. No permitamos que él agote nuestro ánimo de
orar. Primera de Tesalonicenses 5:17 dice: “______ _____ __________”. Ese evidente
que no podemos permanecer toda nuestra vida de rodillas. Pero este versículo
nos enseña que no debemos dejar de orar. Seamos constantes en la oración aunque
no veamos los resultados de inmediato. Sigamos orando aun cuando nos gustaría
estar haciendo otra cosa o estar en otro lugar.
De
la vida de Jacob en Génesis 31-33, 35 podemos aprender varias lecciones útiles.
Él es un buen ejemplo de una persona que perseveró en la oración. Jacob pasó
muchas pruebas con su suegro, Labán (véase Génesis 31). Luego Dios le dijo a
Jacob que volviera a su país natal.
A
su regreso se encontró con ángeles. Cuando su hermano Esaú se acercó a él,
Jacob tuvo temor. Con humildad pidió ayuda de Dios. Sin orgullo, él dijo:
“Menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para
con tu siervo” (Génesis 32:10).
Esa
noche a solas, el Señor vino y luchó con él hasta rayar el alba. Jacob rehusó
dejar ir al Señor hasta que lo bendijera.
Quizá
nosotros luchamos contra el temor del futuro, el temor de la persecución o el
temor de la pérdida de seres queridos. Recordemos a Jacob y sigamos orando. Si
no deseamos desmayar en la fe, sigamos orando.
Más
adelante, Dios le dijo a Jacob que eliminara cualquier dios extraño, se
purificara y se pusiera ropa limpia. Jacob obedeció, y construyó un altar a
Dios.
El
altar se asemeja a nuestra vida de oración. Si deseamos crecer en lo espiritual
con victoria y dirección de Dios, es necesario permanecer en oración y comunión con Dios. Dondequiera
que iba Jacob, allí mismo reconstruía su altar a Dios, pues esto era para él lo
más preciado. También nosotros debemos apreciar nuestra comunión con Dios.
Nuestra relación con Dios no es un chiste ni un asunto de poca importancia.
Hacer chistes de oración es pecado y atraerá la ira de Dios.
Al
ver la vida de Jacob, nosotros podemos notar como cada experiencia en su vida
lo acercó a Dios y promovió su relación con Dios. Así como Jacob lo hizo,
permitamos que cada experiencia de nuestra vida nos acerque a Dios.
Leamos
la historia de Daniel en Daniel 2 para que veamos lo que él hizo cuando en su
vida de oración tuvo que enfrentarse con la prueba más difícil. ¿Acaso dejó de
orar?
Al
cabo de unos años volvió a pasar una prueba difícil (véase Daniel 6). No se le
había olvidado buscar a Dios. Tres veces por día se inclinaba en oración dando gracias a Dios por
Su bondad.
¿Por
qué oraba Daniel tres veces al día, siendo un esclavo en tierra lejana y
pagana?
De
seguro Daniel se enfrentaba con muchas tentaciones en ese país pagano de
Babilonia, si bien es cierto que tenía muchas responsabilidades. A diario venía
ante Dios a buscar de Él la sabiduría para enfrentar las amenazas a su vida
espiritual. Reconoció que en sí mismo no tenía fuerzas para vencer. Confesaba
sus flaquezas y pecados, así como confesó el pecado de su pueblo (véase Daniel
9).
De
tanto valor era su oración que siguió orando tres veces al día, aun cuando fue
amenazado de muerte si lo hacía. Quizá nosotros oramos más de tres veces al
día, pero, ¿tenemos la carga y la sinceridad de Daniel al orar?
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Ejercicio
espiritual
Contemos
las veces que nosotros oramos en un día. Reflexionemos en nuestras oraciones
para ver si alguna vez nos falta sinceridad. Pongamos nuestro esfuerzo en cada
oración para que sea un tiempo de provecho.
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A
Daniel lo socorrió un ángel. A nosotros nos socorre el Espíritu Santo. Nosotros
tenemos ventaja sobre Daniel porque tenemos la palabra completa de Dios para
animarnos, dirigirnos y guardarnos de caer.
Lucas
18:1 nos dice: “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de
orar siempre, y no desmayar”. Esto indica que orar siempre se relaciona
directamente con el esfuerzo de hacer siempre lo correcto. Si dejamos de orar,
seguramente nos desanimaremos y caeremos en pecado.
Esta
parábola les demostró a los discípulos la necesidad de perseverar en la oración
en lugar de darse por vencidos. El Señor Jesús da el ejemplo de una viuda y un
juez injusto. La viuda insistió en buscar la ayuda del juez injusto. Él se
cansó de ella y, por lo tanto, cedió a su clamor por justicia. Si el hecho de
venir de continuo delante de un juez injusto trajo los resultados deseados,
¿cuánto más se logrará si seguimos clamando al Padre de toda justicia?
No
es ni egoísmo ni rebeldía clamar de continuo a Dios. Es un ejercicio de fe.
Dios oye cada oración de fe y busca preparar a Sus hijos para la obra en Su
viña. Creamos esto por fe. Sigamos orando hasta recibir de Dios una respuesta,
sin importar si la respuesta recibida es la que buscábamos o no.
Cuando
vemos las señales de Su venida, el Señor Jesús nos exhorta a levantar nuestra
cabeza (Lucas 21:28). Lo mejor que podemos hacer al mirar los problemas
crecientes del mundo es alzar nuestros ojos (orar). El corazón del mundo entero
se desmaya por temor del futuro. De igual manera viviremos con temor si la
presencia de Cristo no es real en nuestra vida. Lo que al mundo le causa temor,
a los cristianos los acerca a Dios.
El
Señor Jesús nos advierte de los afanes, las presiones y las tentaciones de este
mundo. Nos dice que estas cosas pueden atraparnos y causar nuestra derrota
espiritual. Él nos amonesta en Lucas 21:36 cuando dice: “Velad, pues, en todo
tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que
vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.” Notemos en especial la
frase “en todo tiempo”. Orar una sola vez por determinada situación no basta
para alcanzar la victoria. Debemos orar en todo tiempo. Una vida de oración
descuidada o escasa es señal segura de fracaso. Una vida así no toma en cuenta
los peligros espirituales que amenazan por todos lados. Nuestra fuerza no basta
para salir adelante en victoria. Es esencial orar en todo tiempo.
La
iglesia apostólica en Hechos 6 tenía diversas necesidades materiales. Los
apóstoles recomendaron que se buscaran siete hermanos dignos para esos deberes
para que ellos (los apóstoles) pudieran persistir en la oración y en el
ministerio de la palabra. ¿De qué manera persistieron ellos en la oración? Sin
duda la oración era lo principal en su lista de prioridades como líderes.
Reconocían que el éxito de su ministerio
dependía de su entrega y búsqueda de la sabiduría, el poder y la dirección de
Dios.
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Ejercicio
espiritual
Oremos
por la iglesia de Dios para que pueda cumplir su deber dentro del mundo en
estos últimos días. Asegurémonos de que amamos y apoyamos a nuestra
congregación local con nuestro trabajo y nuestras oraciones.
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A
veces sentimos la tentación de no orar. Quizá el cansancio nos sobrecoge y el
cuerpo nos pide dormir y no orar. ¿Qué debemos hacer? No dejemos de orar. No
nos dejemos llevar por el pensamiento “Oraré acostado en mi cama”. Si nos sentimos demasiado cansados para orar,
¿cuánto más cansados nos sentiremos al acostarnos?
La
Biblia nos enseña a orar sin cesar (véase Tesalonicenses 5:17). Si empezamos a
pasar por alto una oración aquí y otra allá porque nos sentimos demasiado
cansados, el diablo nos convencerá en muchas otras ocasiones de que estamos
demasiado cansados para orar. Es necesario perseverar. Una parte vital de perseverar,
es orar con constancia para poder crecer en lo espiritual.
-----------------------------------------------------------Ejercicio espiritual
De
los siguientes pasajes, memoricemos lo que enseñan acerca de la necesidad de
perseverar en la oración:
“Así
se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando
el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se
descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque
raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón
le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se
dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los
hombres, y has vencido” (Génesis 32:24-28).
“Cuando
oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y
oré delante del Dios de los cielos” (Nehemías 1:4).
“Pacientemente
esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor” (Salmo 40:1).
“En
cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará. Tarde y mañana y a mediodía
oraré y clamaré, y él oirá mi voz” (Salmo 55:16-17).
“Ten
misericordia de mí, oh Jehová; Porque a ti clamo todo el día” (Salmo 86:3).
“Oh
Jehová, Dios de mi salvación, día y noche clamo delante de ti” ((Salmo 88:1).
“¿Y
acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se
tardará en responderles?” (Lucas 18:7)
“Os
digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su
importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite” (Lucas 11:8).
“Y
yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”
(Lucas 11:9).
“Velad,
pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas
estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas
21:36).
“Orando
en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con
toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18).
“Respecto
a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho:
Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto,
de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí
el poder de Cristo” (2 Corintios 12:8-9).
“Por
nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios
en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).
“Perseverad
en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Colosenses 4:2).
“Orad
sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17).
“Dad
gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo
Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18).
“Pero
sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a
Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos
11:6).
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Disfrutemos nuestra
oración
A
una persona carnal no le resulta natural orar a Dios. Aun a los cristianos a
menudo les es más fácil hacer otra cosa. Sin embargo, la oración es esencial
para nuestra vida espiritual. ¿Cómo podemos convertir la oración en algo más
placentero y menos difícil?
Leamos
los siguientes pasajes y anotemos algunas ideas que nos puedan ayudar a
apreciar más la dicha de poder orar.
“Si
en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría
escuchado” (Salmo 66:18).
“Mas
ciertamente me escuchó Dios; atendió a la voz de mi súplica” (Salmo 66:19).
“Aconteció
que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le
dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos”
(Lucas 11:1).
“Y
un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse
la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido”
(Hechos 16:13).
“Por
lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo,
todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud
alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).
“Mi
Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en
Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).
“Por
lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por
vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda
sabiduría e inteligencia espiritual” (Colosenses 1:9).
“Orad
sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con
vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:17-18).
“Por
lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y
sea glorificada, así como lo fue entre vosotros” (2 Tesalonicenses 3:1).
“Echando
toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro
5:7).
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Ejercicio
espiritual
Démosle
gracias a Dios por el privilegio de poder orar.
Pidámosle
una vida de oración con propósito y sentido eternos.
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CAPÍTULO 5:
GALARDONES DE LA ORACIÓN
Hebreos
11:6 dice que Dios es galardonador de los que le buscan. ¿Cuáles son algunos de
estos galardones?
La oración nos cambia
A
menudo se oye el dicho: “Las cosas cambiarán orando”. ¿Qué quiere decir esto?
A
veces nos encontramos con dificultades agobiadoras. Pro cuando oramos, Dios
provee una salida maravillosa y somos fortalecidos y animados.
La oración pone nuestra carga en el Señor. Esto a su vez le da la
oportunidad a Dios de cambiar las circunstancias por nuestro bien y para Su
gloria.
También
debemos recordar que la oración cambia a las personas mismas. Al orar, puede
ser que nuestra propia vida cambie más que la persona por quien oramos. Si esa
es la voluntad de Dios, sometámonos a ello.
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Ejercicio
espiritual
Pensemos
en una situación que nosotros deseamos que Dios cambie para Su gloria. A partir
de ahora en adelante, pidámosle a Dios que cumpla Su voluntad en esta
situación. Entreguémonos por completo a SU obra para que Él pueda utilizarnos
en esto de la manera que Él quiera
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Un día el Señor Jesús subió al monte a orar y “la apariencia de su rostro se
hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente” (Lucas 9:29). La oración sincera
afecta incluso nuestro rostro y manera de vestir. Quizá no resplandezcamos. Sin
embargo la luz de Cristo podrá brillar por medio de nuestra vida. La
transformación de Cristo en nosotros hará que nuestras “ropas” (obras
espirituales) sean blancas como la nieve. El libro de Apocalipsis dice que las
ropas de lino fino, limpias y
resplandecientes, son las obras justas de los santos. Una comunión santa con
Dios, junto con una vida justa, demostrará al mundo que andamos con el Señor
Jesús.
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Ejercicio
espiritual
Pidamos
a Dios que nosotros podamos reflejar Su gloria por medio de Su Espíritu Santo.
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La oración alivia
nuestro pesar
Un
pesar es una carga espiritual o mental que llevamos. La tendencia de un pesar
es aumentar con el tiempo. Quizá es sentirse mal por alguna mala decisión de un
amigo cercano. O puede ser una dificultad económica, una guerra, la pérdida de
un familiar u otras cosas similares.
El
Señor Jesús nos invita a contarle nuestro pesar. Al descargar esta dificultad
en Él, con fe en Su poder y soberanía
nuestra alma puede encontrar alivio y descanso. Dios nos ama y se compadece de nosotros como un
padre se compadece de sus hijos. Él cargará el peso de nuestra carga y nos dará
descanso.
Primera
de Pedro 5:7 dice: “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene
cuidado de vosotros”.
¿Cómo podemos echar
nuestra ansiedad sobre Él?
Primero
debemos ser agradecidos y no debemos quejarnos: “Por nada estéis afanosos, sino
sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con
acción de gracias” (Filipenses 4:6). Contémosle a Dios todo nuestro pesar.
Según el versículo 7:
¿Qué
hará Dios? _______________________
¿Qué
significa esto? _______________________
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Ejercicio
espiritual
Aprendámonos
de memoria 1 Pedro 5:7 y pongámoslo en práctica según la situación lo amerite.
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No
hay ningún beneficio en encerrarnos en nosotros mismos con pesares. Al entregar
todo a Dios, delante de quien nade se puede esconder, Él los recibe. En un
sentido literal, nosotros siempre tendremos el pesar, pero con el hombro
poderoso de Dios la carga se hace liviana. Al Dios recibir el peso de nuestro
corazón, nos acompañarán el gozo y la paz del Espíritu Santo.
La oración nos da
victoria
La
exhortación del Señor Jesús: “Velad y orad para que no entréis en tentación
(Mateo 26:41), nos da a entender que para tener victoria tenemos que estar
siempre alertas, y orando. La comunión sincera con Dios pone a nuestro alcance
el poder de Dios. “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos
8:31).
Dios
no nos obliga a tener la victoria. Él espera que reconozcamos nuestra necesidad
y nos acerquemos a Él en espera de Su apoyo y poder.
Al
venir la tentación, debemos orar de inmediato. No debemos esperar hasta que
lleguemos a nuestra casa. Cuanto más nos acercamos a Dios, mayor fuerza de Dios
tendremos para vencer el pecado. Para alcanzar una victoria continua,
necesitamos permanecer en la presencia del Señor. Lograr hoy la victoria en
Cristo y también perseverar en la oración son requisitos para poder permanecer
firmes hasta el fin.
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Ejercicio
espiritual
¿Qué
tipo de cargas podemos echar sobre el Señor?
Describamos
un método que podemos emplear para depositar nuestro cuidado en el Señor.
Mencionemos
tres métodos que Dios usa para hacer
nuestra carga más liviana.
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Meditemos
en las recompensas de la oración que se mencionan en los siguientes versículos:
Salmo
34.4: "Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis
temores".
Salmo
34.6: "Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus
angustias".
Salmo
40.1: "Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi
clamor".
Salmo
99.8: "Jehová Dios nuestro, tú les respondías; les fuiste un Dios
perdonador, y retribuidor de sus obras".
Salmo
107.6: "Entonces clamaron a Jehová en su angustia, y los libró de sus
aflicciones".
Salmo
118.5: "¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos, para guardar tus
estatutos!"
Salmo
138.3: "El día que clamé, me respondiste; me fortaleciste con vigor en mi
alma".
Lamentaciones 3.57: "Te acercaste el día que te
invoqué; dijiste: No temas".
Lamentaciones
3.58: "Abogaste, Señor, la causa de mi alma; redimiste mi vida".
Lucas
11.13: "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a
vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a
los que se lo pidan?"
Lucas
23.43: "Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo
en el paraíso".
Juan
16.24: "Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis,
para que vuestro gozo sea cumplido".
Hechos
4.31: "Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló;
y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de
Dios".
Romanos
10.12: "Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que
es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan".
Romanos
10.13: "Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será
salvo".
2
Corintios 12.8-9: "Respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que
lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate
mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena
gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder
de Cristo".
2
Tesalonicenses 3.2: "Y para que seamos librados de hombres perversos y
malos; porque no es de todos la fe".
Hebreos
4.16: "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para
alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro".
Santiago
1.5: "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el
cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada".
Santiago
5.16: "Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros,
para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho".
La oración trae
resultados
¿Adónde
estaba Isaac cuando su siervo volvió con Rebeca, su nueva esposa? Estaba en el
campo meditando. ¡Qué galardón tan placentero recibió por su fidelidad y
comunión con Dios! Así como su padre Abraham, Isaac fundó su hogar sobre los
principios de Dios. Durante su vida, dondequiera que él fue, construyó sus
altares a Jehová. Su vida como hombre de paz añadió validez a sus oraciones y
sacrificios.
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Ejercicio
espiritual
Meditemos
acerca de nuestra relación con Dios y busquemos su ayuda para hacerla creer.
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El
Salmo 91:15 dice: “Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la
angustia; lo libraré y le glorificaré”. Esta promesa es para aquellos que han
puesto su amor en Dios y han conocido Su nombre (v. 14).
En
el Salmo 145:18-19 Dios promete estar cercano a las personas que le temen y le
invocan de verdad.
Proverbios
18:10 dice: “Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el justo, y será levantado”.
Aquí tenemos una promesa fiel para aquellos que vienen a Dios en oración.
“No
nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no
desmayamos” (Gálatas 6.9).
Conclusión
En
el Salmo 32.6, David dice: “Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que
puedas ser hallado”. Los santos conocen la sabiduría de clamar a Dios durante
su vida en lugar de esperar a que sea demasiado tarde. Los que esperan mucho
para clamar a Dios, un día clamarán a las rocas y a las montañas para que
caigan sobre ellos. Se arrodillarán ante el Rey de reyes y Señor de señores,
pero será demasiado tarde.
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Ejercicio
espiritual
Refresquemos
nuestro tiempo de oración al aprender de memoria Jeremías 33:3 y Efesios
3:20-21.
Meditemos en una de las veces en que Dios contestó
nuestra petición de inmediato, y démosle gracias por ello.
Luego
de aprender de memoria estos versículos, escribámoslos de memoria.
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Un
día cada ser humano se arrodillará y confesará que Jesucristo es Señor, para la
gloria de Dios Padre (véase Romanos 14:11-12; Filipenses 2:9-11). En ese día
nosotros veremos a más personas de rodillas que jamás hayamos visto; pues cada
individuo, tanto pecador como santo, se postrará ante el Altísimo. Pero en ese
día nadie cambiará su relación actual con Dios.
Postrémonos
y arrodillémonos mientras tenemos vida y arreglemos todas nuestras cuentas con
Dios.