¿Alguien cree de verdad que el cristianismo contemporáneo carece de predicadores, libros, traducciones de la Biblia, y detalladas declaraciones doctrinales?

Lo que realmente falta es pasión para invocar al Señor hasta que Él abra los cielos y se muestre Todopoderoso.

La oración es más que algo que nosotros hacemos. Es algo que Dios hace a través de nosotros. Acepta la invitación de Dios para encontrarte con Él - y participar en Su voluntad en la tierra.

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domingo, 16 de febrero de 2014

LA ORACIÓN DE SALVACIÓN


Muchas personas preguntan: “¿Hay una oración que pueda decir que me pueda dar la salvación?” Cuando consideramos esta pregunta, es importante recordar que la salvación no se recibe por recitar una oración o pronunciar ciertas palabras. En ninguna parte registra la Biblia a alguna persona recibiendo la salvación mediante una oración. El decir una oración no es la forma bíblica para la salvación.

El método bíblico para la salvación es creer en el Señor Jesucristo. Juan 3:16 nos dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” La salvación se obtiene por la fe (Efesios 2:8), por recibir al Señor Jesús como Salvador (Juan 1:12), por confiar plenamente solo en el Señor Jesús (Juan 14:6; Hechos 4:12) – no por decir una oración.

El mensaje bíblico de la salvación es simple y claro y al mismo tiempo asombroso. Todos hemos pecado contra Dios (Romanos 3:23). No hay nadie que haya vivido una vida entera sin pecar (Eclesiastés 7:20). A causa de nuestro pecado, todos merecemos el juicio de Dios (Romanos 6:23), y el juicio es la muerte espiritual, seguida por la muerte física. Por nuestro pecado y su merecido castigo, no hay nada que podamos  hacer por nosotros mismos para justificarnos ante Dios. Como resultado de Su amor por nosotros, Dios tomó forma humana en la Persona del Señor Jesucristo. Él vivió una vida perfecta, y siempre enseñó la verdad. Sin embargo, la humanidad rechazó al Señor Jesús y le dio muerte crucificándolo. Sin embargo, a través de este hecho terrible, Él murió en nuestro lugar. El Señor Jesús llevó la carga y el juicio por el pecado sobre Él mismo, y murió por nosotros (2 Corintios 5:21). Pero después Él resucitó (1 Corintios capítulo 15), certificando que Su pago por el pecado fue suficiente, y que Él venció al pecado y la muerte. Como resultado del sacrificio del Señor Jesús, Dios nos ofrece la salvación como un regalo. Dios nos llama a cambiar nuestra mentalidad acerca del Señor Jesús (Hechos 17:30), y a recibirlo como el pago total por nuestros pecados (1 Juan 2:2). La salvación es obtenida por recibir el regalo que Dios nos ofrece, no por hacer una oración.

Ahora, esto no significa que no pueda incluirse una oración al recibir la salvación. Si comprendes el Evangelio, crees que es verdad, y has aceptado al Señor Jesús como tu Salvador, es bueno y apropiado expresar esta fe en Dios en una oración. Comunicarnos con Dios a través de la oración puede ser una manera de progresar, de la aceptación de los hechos acerca del Señor Jesús como verdad, a confiar plenamente en Él como Salvador. La oración puede estar relacionada con el hecho de poner tu fe en el Señor Jesús solamente para salvación.

Nuevamente, sin embargo, es de crucial importancia que no bases tu salvación en tener que decir una oración. El recitar una oración no puede salvarte. Si quieres recibir la salvación que está disponible a través del Señor Jesús, pon tu fe en Él. Confía plenamente en Su muerte como el sacrificio suficiente por tus pecados. Depende total y únicamente de Él como tu Salvador. Ese es el método bíblico para la salvación. Si ya has recibido al Señor Jesús como tu Salvador, por supuesto que puedes ofrecer una oración a Dios. Dile a Dios lo agradecido que estás por el Señor Jesús. Ofrece alabanzas a Dios por Su amor y sacrificio. Agradece al Señor Jesús por morir por tus pecados y proveer la salvación para ti. ¡Esa es la relación bíblica entre la salvación y la oración!


Responde al llamado de Dios a arrepentirte del pecado y a creer en Cristo. ¡Conviértete en un hijo de Dios hoy mismo!



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