¿Alguien cree de verdad que el cristianismo contemporáneo carece de predicadores, libros, traducciones de la Biblia, y detalladas declaraciones doctrinales?

Lo que realmente falta es pasión para invocar al Señor hasta que Él abra los cielos y se muestre Todopoderoso.

La oración es más que algo que nosotros hacemos. Es algo que Dios hace a través de nosotros. Acepta la invitación de Dios para encontrarte con Él - y participar en Su voluntad en la tierra.

Únete a los exploradores que han abierto caminos para el Señor en la oración.

viernes, 28 de febrero de 2014

ORAR EN LENGUAS - ¿UN LENGUAJE SECRETO ENTRE EL CREYENTE Y DIOS?


(Como un antecedente, favor de leer nuestro artículo sobre EL DON DE HABLAR EN LENGUAS.)

Hay cuatro pasajes principales en la Escritura que se señalan como evidencia del orar en lenguas: Romanos 8:26; 1 Corintios 14:4-17; Efesios 6:18; y Judas 20. Efesios 6:18 y Judas verso 20 mencionan “orar en el Espíritu”. Sin embargo, las lenguas como lenguaje de oración no es una interpretación adecuada del “orar en el Espíritu”.

Romanos 8:26 nos enseña: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”.

Dos puntos clave hacen altamente improbable que Romanos 8:26 se refiera a las lenguas como un lenguaje de oración. (1) Romanos 8:26 dice que es el Espíritu quien “gime”, no los creyentes. (2) Romanos 8:26 establece que los gemidos del Espíritu “no pueden ser pronunciados”. La esencia misma de hablar en lenguas es la pronunciación de palabras.

Eso nos deja con 1 Corintios 14:4-17 y especialmente el verso 14: “Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto”.

¿Qué significa esto?

Primero, es muy valioso estudiar el contexto. 1 Corintios capítulo 14 es primeramente una comparación/contraste del don de hablar en lenguas y del don de profecía. Los versículos 2-5 aclaran que Pablo veía a la profecía como un don superior al de las lenguas. Al mismo tiempo, Pablo explica el valor de las lenguas y declara que se alegra de hablar en lenguas más que todos los demás (verso 18).

Hechos capítulo 2 describe la primera aparición del don de lenguas. En el día de Pentecostés, los apóstoles hablaron en lenguas. Hechos capítulo 2 aclara que los apóstoles estaban hablando en lenguas humanas (Hechos 2:6-8). La palabra traducida “lenguas” tanto en Hechos capítulo 2 como en 1 Corintios capítulo 14 es glossa que significa “lenguaje”. Es la palabra de la que procede nuestra palabra moderna “glosario”. Hablar en lenguas era la habilidad de hablar en un idioma desconocido, a fin de comunicar el Evangelio a alguien que hablara esa lengua. En la región  multicultural de Corinto, parece que ese don de lenguas era especialmente valorado y prominente. Los creyentes en Corinto podían comunicar mejor el Evangelio y la Palabra de Dios como resultado del don de lenguas. Sin embargo, Pablo deja totalmente  en claro que aún este uso de las lenguas debía ser interpretado, es decir, “traducido” (1 Corintios 14:13, 27). Un creyente de Corinto podría hablar en lenguas, ministrando la verdad de Dios, a alguien que hablara ese idioma, y entonces ese creyente, u otro creyente en la iglesia, debía interpretar lo que se había hablado, para que toda la asamblea pudiera entender lo que se había dicho.

Entonces ¿qué es orar en lenguas, y cuál es la diferencia con hablar en lenguas? 1 Corintios 14:13-17 indica que el orar en lenguas también debe ser interpretado. Como resultado, parece que orar en lenguas era ofrecer una oración a Dios. Esta oración ministraría a alguien que hablara ese idioma, pero también necesitaría ser interpretado para que todo el cuerpo de Cristo pudiera ser edificado.

Esta interpretación no concuerda con aquellas que ven el orar en lenguas como un lenguaje de oración. Esta creencia alternativa puede ser resumida como sigue: el orar en lenguas es un lenguaje de oración personal entre el creyente y Dios (1 Corintios 13:1), que el creyente utiliza para edificarse a sí mismo (1 Corintios 14:4).

Esta interpretación no es bíblica por las siguientes razones: (1) ¿De qué manera el orar en lenguas puede ser un lenguaje privado de oración, si éste debe ser interpretado (1 Corintios 14:13-17)? (2) ¿Cómo puede el orar en lenguas ser para auto-edificación cuando la Escritura dice que los dones espirituales son para la edificación de la iglesia, y no para uno mismo (1 Corintios 12:7)? (3) ¿Cómo puede ser el orar en lenguas un lenguaje privado de oración, si las lenguas son por “señal a los incrédulos” (1 Corintios 14:22)? (4) La Biblia aclara que no todos poseen el don de lenguas ( 1 Corintios 12:11, 28-30). ¿Cómo pueden ser las lenguas un don para auto-edificación si no lo poseen todos los creyentes? ¿No necesitamos todos ser edificados?

Hay una interpretación adicional sobre el orar en lenguas que necesita ser aclarada. Algunos entienden el orar en lenguas como un “código de lenguaje secreto” que evita que Satanás y sus demonios entiendan nuestras oraciones, y que por ello puedan aprovecharse de nosotros. Esta interpretación no es bíblica por las siguientes razones: (1) Consistentemente, el Nuevo Testamento describe las lenguas con un lenguaje humano. Es improbable que Satanás y sus demonios no sean capaces de entender los lenguajes humanos. (2) La Biblia registra a incontables creyentes orando en su propio lenguaje, en voz alta, sin preocuparse de que su oración pudiera ser interceptada por Satanás. Aún si Satanás y/o sus demonios escucharan y entendieran las oraciones que hacemos…, carecen absolutamente del poder para evitar que Dios responda las oraciones de acuerdo a Su voluntad. Sabemos que Dios escucha nuestras oraciones, y ese hecho hace irrelevante el que Satanás o sus demonios las escuchen y entiendan.

Después de todo lo dicho, ¿qué hay de los muchos cristianos que han experimentado el orar en lenguas y lo han encontrado muy edificante para ellos mismos? Primero, debemos basar nuestra fe y práctica en las Escrituras, no en experiencias. Debemos ver nuestras experiencias a la luz de la Escritura, no interpretar la Escritura a la luz de nuestras experiencias. Segundo, muchos de los cultos y religiones del mundo, también reportan experiencias de hablar en lenguas/orar en lenguas. Obviamente el Espíritu Santo no concede estos dones a individuos no creyentes. Así que, parece que los demonios pueden imitar el don de hablar en lenguas. Esto debe conducirnos a comparar aún más cuidadosamente nuestras experiencias con la Escritura. Tercero, muchos estudios han mostrado cómo el hablar/orar en lenguas puede ser un comportamiento aprendido. A través del escuchar y observar a otros hablar en lenguas, una persona puede aprender el procedimiento, aún inconscientemente. Esta es la explicación más probable para la gran mayoría de los casos, entre los cristianos que hablan/oran en lenguas. Cuarto, el sentimiento de “auto-edificación” es natural. El cuerpo humano produce adrenalina y endorfina cuando experimenta algo nuevo, excitante, emocionante, inducido, y/o desconectado del pensamiento racional.

Pablo le recordó a los Corintios que hablar en lenguas no tenía ningún valor real si los oyentes no podían entender el mensaje. Pablo los exhortó a concentrarse más en una comunicación comprensible que en sus supuestas habilidades lingüísticas.

Los ejemplos bíblicos citados en este artículo acerca del orar en lenguas contrastan completamente con lo que hoy en día algunos cristianos llaman “hablar en lenguas”, donde el que ora pronuncia un galimatías incomprensible, no un lenguaje humano real.


En otras epístolas, Pablo y Juan advierten a los cristianos a no dejarse engañar por experiencias aparentemente espirituales, indicando que los demonios a veces imitan los dones espirituales en un intento de confundir a las personas (1 Timoteo 4:1; 1 Juan 4:1).



GLOSOLALIA


La glosolalia, un fenómeno a veces conocido como “estados de éxtasis,” es la pronunciación inteligible de sonidos parecidos al lenguaje mientras se está en un estado de éxtasis. La glosolalia es confundida a veces con la xenoglosia, que es el “don de lenguas” bíblico. Sin embargo mientras que la glosolalia es el balbuceo de un lenguaje no existente, la xenoglosia es la habilidad para hablar fluidamente un lenguaje que el hablante nunca ha aprendido.

Además, mientras que la xenoglosia no es una habilidad innata o natural, los estudios han demostrado que la glosolalia sí es un comportamiento aprendido. Las investigaciones realizadas por el Centro Médico Luterano demuestran que la glosolalia es fácilmente aprendida mediante sencillas instrucciones. De igual forma se encontró que los estudiantes pueden exhibir el “hablar en lenguas” sin indicación alguna de un comportamiento similar a un trance o estupor. Otra prueba realizada con sesenta estudiantes, demostró que después de haber escuchado por un minuto un ejemplo de glosolalia, el 20 por ciento de ellos pudieron imitarlo con precisión. Después de alguna información, el 70 por ciento lo hicieron con éxito.

En casi cualquier parte del mundo se puede observar la glosolalia. Las religiones paganas alrededor del mundo están obsesionadas con las lenguas. Estas incluyen a los Chamanes en el Sudán, el culto a Shangó en la Costa Oeste de África, el culto a Zor en Etiopía, el culto Vudú en Haití, y los aborígenes de Sud-América y Australia. El balbucear o hablar sandeces que se interpretan como una profunda visión mística de hombres santos, es una práctica antigua.

Básicamente hay dos aspectos de la glosolalia. El primero, es hablar o murmurar sonidos parecidos al lenguaje. Prácticamente cualquiera es capaz de hacerlo; aún los niños, antes de que aprendan a hablar pueden imitar un lenguaje real, aunque ininteligible. No hay nada extraordinario en esto. El otro aspecto de la glosolalia es el éxtasis o la demostración de un júbilo como en estado de trance. Tampoco hay nada inusual en esto, aunque es más difícil de lograrlo intencionalmente que el solo producir sonidos parecidos al lenguaje.

Hay algunos cristianos, especialmente dentro del movimiento Pentecostés, quienes creen que hay una explicación sobrenatural para la glosolalia, similar a la descrita en el Nuevo Testamento. Ellos creen que el principal propósito del don de hablar en lenguas es manifestar que el Espíritu Santo está siendo derramado sobre ellos, al igual que en el día de Pentecostés (Hechos 2), lo cual fue profetizado por Joel (Hechos 2:17).

Entre aquellas iglesias cristianas que propugnan la práctica de la glosolalia en un mayor o menor grado, no existe un acuerdo uniforme en cuanto a su definición. Por ejemplo, algunos insisten en que de hecho es un don del Espíritu Santo, mientras que otros minimizan su importancia, diciendo que Pablo enseñó que el don de “hablar en lenguas” no era tan importante como los otros dones del Espíritu Santo (ver 1 Corintios 13). También hay aquellos que quieren evitar dividir a la iglesia por causa de tales temas, evitando totalmente hablar sobre ello, o minimizarlo hasta una simple experiencia psicológica. Después están aquellos que consideran a la glosolalia como un engaño del mismo Satanás.

Los lenguajes exóticos son escuchados y entendidos a través de todo el mundo, pero existen lenguajes que no son escuchados ni entendidos cuando se hablan como “expresiones de éxtasis” o “lenguas”. Lo que sí oímos es una profusión de extravagancia, confusión y ruido. Sencillamente no podemos declarar, como en la época de la iglesia primitiva, que “cada uno de nosotros los oímos [entiende] hablar en nuestra lengua en la que hemos nacido” (Hechos 2:8 LBLA).

En pocas palabras, la práctica de la glosolalia, no es el don de lenguas bíblico. Pablo explica muy claramente que el propósito del don de hablar en lenguas era una señal para aquellos que no creían y para esparcir las buenas nuevas, el Evangelio de Cristo (1 Corintios 14:19, 22).




EL DON DE HABLAR EN LENGUAS


El primer acontecimiento de hablar en lenguas se produjo en el Día de Pentecostés; lo encontramos en el libro de los Hechos 2:1 al 4. Los apóstoles salieron y compartieron el Evangelio con las multitudes, hablándoles en su propia lengua, “¡Les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios!” (Hechos 2:11). La palabra griega traducida “lenguas”, literalmente significa “idiomas”. Por tanto, el don de lenguas es hablar en un idioma que una persona no conoce, a fin de ministrar a alguien que habla ese idioma. En 1 Corintios capítulos 12 al 14, donde Pablo habla de dones milagrosos, comenta, “Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablase con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?” (1 Corintios 14:6). De acuerdo con el Apóstol Pablo, y de acuerdo con las lenguas descritas en Hechos, hablar en lenguas es valioso para aquel que escucha el mensaje de Dios en su propio idioma, pero es inútil para todos los demás - a menos que sea interpretado/traducido.

Una persona con el don de interpretar lenguas (1 Corintios 12:30) podría entender lo que uno que habla en lenguas está diciendo, aunque no conozca el idioma que está siendo hablado. El intérprete de las lenguas comunicaría entonces el mensaje del que habla en lenguas a todos los demás, de manera que todos pudieran entender. “Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla” (1 Corintios 14:13). La conclusión de Pablo en cuanto a lenguas no interpretadas es poderosa, “Pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida” (1 Corintios 14:19).

¿Es el don de lenguas para hoy en día? 1 Corintios 13:8 menciona que cesa el don de lenguas, aunque asocia la cesación con la llegada de lo “perfecto” en 1 Corintios 13:10. Algunos apuntan a una diferencia en el idioma cuando dice “cesando” respecto a la profecía y el conocimiento y “siendo cesadas” para las lenguas, como evidencia de que las lenguas cesan antes de la llegada de lo “perfecto”. Mientras sea posible, esto no es explícitamente claro a juzgar por el texto. Algunos también apuntan a los pasajes tales como Isaías 28:11 y Joel 2:28-29 como una evidencia de que hablar en lenguas era una señal del juicio venidero de Dios. 1 Corintios 14:22 describe las lenguas como una “señal para los incrédulos”. De acuerdo con este argumento, el don de lenguas era una advertencia para los judíos de que Dios iba a juzgar a Israel por rechazar a Jesucristo como Mesías. Por tanto, cuando Dios de hecho juzgó a Israel (con la destrucción de Jerusalén por los Romanos en el año 70 d. C.), el don de lenguas dejaría de servir para su propósito deseado. Mientras este punto de vista es posible, el propósito principal de las lenguas, que ha sido llevado a cabo, no necesariamente demanda su cesación. La Escritura no afirma concluyentemente que el don de hablar en lenguas ha cesado.

Al mismo tiempo, si el don de hablar en lenguas estuviera activo en la iglesia de hoy en día, éste sería ejecutado de acuerdo con la Escritura. Sería un idioma real y comprensible (1 Corintios 14:10). Tendría el propósito de comunicar la Palabra de Dios con una persona que habla otro idioma (Hechos 2:6-12). Sería en acuerdo con el mandato que Dios dio a través del Apóstol Pablo, “Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios (1 Corintios 14:27-28). También debe ser en obediencia a 1 Corintios 14:33, “Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz.”


Dios definitivamente puede dar a una persona el don de hablar en lenguas para facilitar la comunicación con una persona que habla otro idioma. El Espíritu Santo es soberano en la distribución de los dones espirituales (1 Corintios 12:11). Solamente imagínese cuánto más productivos podrían ser los misioneros si no tuvieran que ir a una escuela de idiomas, e instantáneamente fueran capaces de hablar a la gente en su propio idioma. Sin embargo, Dios no parece estar haciendo esto. Las lenguas no parecen ocurrir hoy en día en la forma que lo ocurrían en el Nuevo Testamento, a pesar del hecho de que sería sumamente provechoso. La vasta mayoría de creyentes que demandan practicar el don de hablar en lenguas, no lo hacen en acuerdo con la Escritura mencionada arriba. Estos hechos conducen a la conclusión de que el don de lenguas ha cesado, o es al menos una rareza en el plan de Dios para la iglesia hoy.



jueves, 27 de febrero de 2014

¿CÓMO PODEMOS RECONOCER LA VOZ DE DIOS?


Esta pregunta ha sido hecha por muchísimas personas a través de todos los tiempos. Samuel escuchó la voz de Dios, pero no la reconoció hasta que fue instruido por Elí (1 Samuel 3:1-10). Gedeón tuvo una revelación física de Dios y aún así dudó de lo que había escuchado hasta el punto de pedir una señal, no una vez, sino tres veces (Jueces capítulo 6: 17-22 y 36-40).

Cuando escuchamos la voz de Dios, ¿cómo sabemos que es Él quien habla? Primero que todo, nosotros tenemos algo que ni Gedeón ni Samuel tenían. Tenemos la Biblia completa, la inspirada Palabra de Dios para leerla, estudiarla y meditarla. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17). ¿Tienes una pregunta acerca de algún asunto o decisión en tu vida? Entérate primero lo que dice la Biblia acerca de ello. Dios jamás te guiará en contra de lo que Él ya ha expresado en Su Palabra (Tito 1:2).

Para oír la voz de Dios, debemos pertenecerle a Él. El Señor Jesús dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y Yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27). Los que oyen la voz de Dios son los que le pertenecen —son aquellos que han sido salvos por la gracia de Dios a través de la fe en el Señor Jesús. Estas son las ovejas que oyen y pueden reconocer Su voz —la reconocen porque lo conocen a Él como su Pastor. Para reconocer la voz de Dios, debemos estar seguros de que lo conocemos a Él, de que somos Suyos.

Oímos la voz de Dios cuando pasamos tiempo de calidad diariamente en oración, estudio de la Biblia y quieta meditación en Su Palabra. Mientras más tiempo pasemos en intimidad con Dios y Su Palabra, más fácil nos será reconocer Su voz y Su guía en nuestras vidas. Los empleados bancarios están entrenados para reconocer falsificaciones mediante el minucioso estudio de los billetes genuinos, así es fácil reconocer los falsos. Debemos estar tan familiarizados con la Palabra de Dios que Él ya ha hablado, que cuando creamos que Dios nos está hablando resulte claro que es Dios mismo quien lo hace, y no otro en Su lugar. Dios nos habla para que podamos entender la verdad, Su palabra es verdad.


Aunque puede ser que Dios le hable audiblemente a algunas personas, Él habla primeramente a través de Su Palabra. Algunas veces también nos habla a través del Espíritu Santo directamente a nuestras conciencias, a través de circunstancias, y a través de otras personas. Al comparar “lo que escuchamos” con la verdad de las Escrituras, podemos aprender a reconocer Su voz. Dios jamás nos guiará en contra de lo que Él ya ha expresado en Su Palabra (Tito 1:2).



¿DEBEMOS ORAR EL PADRE NUESTRO?


“El Padre nuestro” es la oración que EL Señor Jesús les enseñó a Sus discípulos en Mateo 6:9-13 y Lucas 11:2-4. En Mateo 6:9-13 leemos: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”.

Muchas personas han entendido erróneamente que el “Padre nuestro” es una oración que supuestamente debemos repetir palabra por palabra. Algunas personas tratan el “Padre nuestro” casi como una fórmula mágica, como si las palabras mismas tuvieran algún poder específico o influencia con Dios.

La Biblia nos enseña lo opuesto. Dios está mucho más interesado en nuestros corazones cuando oramos que lo que está en nuestras palabras. Mateo 6:6 nos enseña, “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”. Y Mateo 6:7 continúa diciendo: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos”.

La oración es para derramar nuestros corazones ante Dios (Filipenses 4:6-7), no para simplemente recitar palabras memorizadas a Dios.

En lugar de eso, el “Padre nuestro” debe ser entendido como un ejemplo; un patrón de cómo orar. La oración del Señor nos enseña a orar. Nos da los “ingredientes” que deben estructurar la oración. Veámoslo detalladamente: “Padre nuestro que estás en los cielos” nos enseña a quién dirigir nuestras oraciones, el Padre. “Santificado sea tu nombre” nos dice que adoremos a Dios, y lo alabemos por quién es Él. La frase “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” es un recordatorio para nosotros de que debemos orar por el plan de Dios en nuestras vidas y en el mundo, no por nuestro propio plan. Debemos orar porque sea hecha la voluntad de Dios, no por nuestros deseos. “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Somos animados a pedir a Dios las cosas que necesitamos. “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Nos recuerda confesar nuestros pecados a Dios y a volvernos de ellos – asimismo, perdonar también a otros, como Dios nos ha perdonado. La conclusión de la oración del Señor: “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal” es la súplica de ayuda para alcanzar la victoria sobre el pecado y una solicitud de protección de los ataques del diablo.

Así que, nuevamente, el “Padre nuestro” no es una oración que debemos recitar ante Dios. Es sólo un ejemplo de cómo debemos orar. ¿Hay algo de malo en memorizar el “Padre nuestro”? ¡Desde luego que no! ¿Está mal el orar el “Padre nuestro” delante de Dios? No si nuestro corazón está en ello y realmente somos sinceros al decir estás palabras. Pero debemos recordar, en la oración, Dios está mucho más interesado en que nos comuniquemos con Él y en que le hablemos desde nuestros corazones, que lo que está en las palabras específicas que usamos. Filipenses 4:6-7 declara: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.




martes, 25 de febrero de 2014

LA ‘ORACIÓN DEL PECADOR’


La oración comúnmente llamada “la oración del pecador” es una oración que uno hace a Dios cuando entiende que es pecador y que tiene necesidad de un Salvador. Hacer esta oración no logrará nada por sí misma. La oración del pecador genuina representa sólo lo que uno sabe, entiende, y cree acerca de su pecaminosidad y su necesidad de la salvación.

El primer aspecto de la oración del pecador, es entender que todos somos pecadores. Romanos 3:10 proclama, “Como está escrito: no hay justo, ni aún uno.” La Biblia pone muy en claro que todos hemos pecado. Todos somos pecadores en necesidad de la misericordia y el perdón de Dios (Tito 3:5-7). A causa de nuestro pecado, merecemos el castigo eterno (Mateo 25:46). La oración del pecador es un ruego por la gracia en lugar del juicio. Es una solicitud por la misericordia en lugar de la ira.

El segundo aspecto de la oración del pecador es conocer lo que Dios ha hecho para remediar nuestra condición perdida y pecaminosa. Dios fue hecho carne y llegó a ser un ser humano en la Persona de Jesucristo (Juan 1:1,14). El Señor Jesús nos enseñó la verdad acerca de Dios y llevó una vida perfectamente justa y libre de pecado (Juan 8:46; 2 Corintios 5:21). El Señor Jesús murió en la cruz en nuestro lugar, llevando el castigo que nosotros merecemos (Romanos 5:8). Él resucitó de los muertos para probar Su victoria sobre el pecado, la muerte y el infierno (Colosenses 2:15; 1 Corintios el capítulo 15). Por todo esto, podemos tener nuestros pecados perdonados y la promesa de un hogar eterno en el cielo –si solamente ponemos nuestra fe en el Señor Jesucristo. Todo lo que tenemos que hacer es creer que Él murió en nuestro lugar y resucitó de la muerte (Romanos 10:9-10). Podemos ser salvos por gracia solamente, por medio de la fe solamente, y por medio del Señor Jesucristo solamente. Efesios 2:8 declara, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”.

Hacer la oración del pecador es simplemente una forma de declarar a Dios que usted confía en el Señor Jesucristo como su Salvador. No hay palabras “mágicas” que resulten en la salvación. Es sólo la fe en la muerte del Señor Jesucristo y Su resurrección, lo que nos puede salvar. Si usted comprende que es un(a) pecador(a), y tiene necesidad de la salvación en el Señor Jesucristo, usted puede hacer esta oración a Dios ahora:

“Dios, sé que soy pecador(a). Sé que merezco las consecuencias de mi pecado. Sin embargo, confío en el Señor Jesucristo como mi Salvador. Creo que Su muerte y resurrección hicieron la provisión para mi perdón. Confío en el Señor Jesús, y sólo en Él como mi Señor y Salvador personal. ¡Gracias Señor, por salvarme y perdonarme! En el nombre de Cristo, ¡Amén!"


¿Ha hecho usted una decisión por Cristo, por lo que ha leído aquí? Si es así, por favor envíenos un email a través del formulario de contacto.



domingo, 16 de febrero de 2014

LA ORACIÓN DE SALVACIÓN


Muchas personas preguntan: “¿Hay una oración que pueda decir que me pueda dar la salvación?” Cuando consideramos esta pregunta, es importante recordar que la salvación no se recibe por recitar una oración o pronunciar ciertas palabras. En ninguna parte registra la Biblia a alguna persona recibiendo la salvación mediante una oración. El decir una oración no es la forma bíblica para la salvación.

El método bíblico para la salvación es creer en el Señor Jesucristo. Juan 3:16 nos dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” La salvación se obtiene por la fe (Efesios 2:8), por recibir al Señor Jesús como Salvador (Juan 1:12), por confiar plenamente solo en el Señor Jesús (Juan 14:6; Hechos 4:12) – no por decir una oración.

El mensaje bíblico de la salvación es simple y claro y al mismo tiempo asombroso. Todos hemos pecado contra Dios (Romanos 3:23). No hay nadie que haya vivido una vida entera sin pecar (Eclesiastés 7:20). A causa de nuestro pecado, todos merecemos el juicio de Dios (Romanos 6:23), y el juicio es la muerte espiritual, seguida por la muerte física. Por nuestro pecado y su merecido castigo, no hay nada que podamos  hacer por nosotros mismos para justificarnos ante Dios. Como resultado de Su amor por nosotros, Dios tomó forma humana en la Persona del Señor Jesucristo. Él vivió una vida perfecta, y siempre enseñó la verdad. Sin embargo, la humanidad rechazó al Señor Jesús y le dio muerte crucificándolo. Sin embargo, a través de este hecho terrible, Él murió en nuestro lugar. El Señor Jesús llevó la carga y el juicio por el pecado sobre Él mismo, y murió por nosotros (2 Corintios 5:21). Pero después Él resucitó (1 Corintios capítulo 15), certificando que Su pago por el pecado fue suficiente, y que Él venció al pecado y la muerte. Como resultado del sacrificio del Señor Jesús, Dios nos ofrece la salvación como un regalo. Dios nos llama a cambiar nuestra mentalidad acerca del Señor Jesús (Hechos 17:30), y a recibirlo como el pago total por nuestros pecados (1 Juan 2:2). La salvación es obtenida por recibir el regalo que Dios nos ofrece, no por hacer una oración.

Ahora, esto no significa que no pueda incluirse una oración al recibir la salvación. Si comprendes el Evangelio, crees que es verdad, y has aceptado al Señor Jesús como tu Salvador, es bueno y apropiado expresar esta fe en Dios en una oración. Comunicarnos con Dios a través de la oración puede ser una manera de progresar, de la aceptación de los hechos acerca del Señor Jesús como verdad, a confiar plenamente en Él como Salvador. La oración puede estar relacionada con el hecho de poner tu fe en el Señor Jesús solamente para salvación.

Nuevamente, sin embargo, es de crucial importancia que no bases tu salvación en tener que decir una oración. El recitar una oración no puede salvarte. Si quieres recibir la salvación que está disponible a través del Señor Jesús, pon tu fe en Él. Confía plenamente en Su muerte como el sacrificio suficiente por tus pecados. Depende total y únicamente de Él como tu Salvador. Ese es el método bíblico para la salvación. Si ya has recibido al Señor Jesús como tu Salvador, por supuesto que puedes ofrecer una oración a Dios. Dile a Dios lo agradecido que estás por el Señor Jesús. Ofrece alabanzas a Dios por Su amor y sacrificio. Agradece al Señor Jesús por morir por tus pecados y proveer la salvación para ti. ¡Esa es la relación bíblica entre la salvación y la oración!


Responde al llamado de Dios a arrepentirte del pecado y a creer en Cristo. ¡Conviértete en un hijo de Dios hoy mismo!